No
habiendo podido eliminar esta fiesta tan arraigada en Occidente, la astucia
serpentina de los enemigos de siempre del Salvador decidieron falsificarla, lo
cual es una forma de ir acabando con la misma de una manera más lenta pero no por
ello menos ofensiva. No otra cosa han estado haciendo con la Iglesia a partir
de su victoriosa ocupación con el Vaticano II. Esa es la tarea del diablo hoy
día, como decía el Padre Castellani: la falsificación de lo religioso. Mencionamos
al judaísmo o talmudismo porque es claro que no hay otro antagonismo y el poder
financiero y mass-meditático mundial corre por su cuenta y en sus manos ha
extendido esta barbarie de fin de año no sólo por Occidente sino en el mundo
entero, para entera satisfacción de la Sinagoga. Desde el cine de Hollywood, la
televisión, la industria discográfica y la prensa, se ha esparcido esta ofensiva anticristiana cada vez
más contundente que tiene por protagonista a un benévolo y bonachón personaje
que muchos que se dicen cristianos adoptan para no ser menos que los otros, con
un candor nada inocente, por cierto. Papá Noel trae regalos para los niños y
libera a los “adultos” de dar explicaciones que los comprometan personalmente
en sus vidas: aceptan el “misterio” falso, pues falsas se han vuelto sus vidas.
Una alegría falsa que debe justificar la fiesta: ahí aparece el personaje del
disfraz y la barba blanca.
Algunas indicaciones
señalan que este personaje es surgido de un remoto origen pagano es los países
nórdicos (en Escandinavia Santa Claus es llamado Jultomten o Julenissen, en
alusión a la fiesta pagana de Yule, el solsticio de invierno, sobre la cual
instaló la Navidad el cristianismo) y luego retomado por los protestantes (con
el nombre de Sinterklaas), fue llevado a Estados Unidos por los holandeses que se
asentaron en Nueva Amsterdam (hoy Nueva York, centro del Judaísmo mundial) en
1624. Según un informe, “fue el escritor norteamericano Washington Irving quien
transformó al protagonista de la leyenda de Sinterklaas en Santa Claus. Este
personaje realmente es de origen norteamericano. Su aspecto comenzó a cobrar la
apariencia actual en la segunda mitad del siglo XIX, con las ilustraciones del
dibujante norteamericanoThomas Nast. En 1863, la revista Harper's Weekly
publicó una ilustración donde Nast le da a Santa Claus el perfil que conocemos.
Estas imágenes fueron sucediéndose y se popularizó el color rojo de la
vestimenta de Santa Claus a partir de una ilustración de tarjeta navideña de
1885, ganando de mano al verde traidicional de Father Christmas. El caballo
blanco se convirtió en el trineo tirado por renos y los Zwarte Pieten de
Sinterklaas se transformaron en duendes o gnomos”.
Ahora
bien, el hecho de que un personaje que simplemente podría ser una figura
ficiticia para distraer con sus aventuras a los niños –como pudo haber sido la
serie de relatos que sobre el mismo escribiera Tolkien para sus hijos, si de
tratarse sólo de ello fuera, lo cual deberían aclarar los especialistas en la
materia-, que ese personaje se haya convertido en la referencia principal de la
fiesta religiosa más importante de los cristianos junto con la Pascua de Resurrección,
indica claramente la intencionalidad destructiva con que se emplea esta figura
que reemplaza ahora para las grandes masas –tengan o no religión- al Redentor
(eso mismo puede verse en los videos que anexamos a este artículo).
Una
simple comparación nos permitirá advertir el carácter simbólico de que viene adosado
este personaje siniestro:
-Papá
Noel es representado en una figura de anciano de barba y cabellos blancos, la
imagen característica que a partir del Renacimiento se le dio en la pintura a
Dios Padre (cfr. v.gr. la Capilla Sixtina). En la fiesta en la cual los
cristianos celebramos la llegada de un Niño, el mundo anticristiano nos ofrece
un anciano. Probablemente para burla tanto de Dios Hijo como de Dios Padre.
-El
Hijo de Dios vino (bajó) a nosotros a través de la Purísima Virgen María, el
acueducto inmaculado por donde nos vienen todas las gracias. Papá Noel viene (baja)
a nosotros introduciéndose por el conducto de una chimenea, lugar sucio si los
hay. Al respecto leemos en el citado informe: “la chimenea
tiene connotaciones demoníacas o hechiceriles, como todo lo relacionado con el
fuego. El simple hecho de utilizar la chimenea como entrada a una casa alude a
una intromisión no deseada. No en vano, el hechicero moderno más famoso, Harry
Potter, viaja de chimenea en chimenea con ayuda de los "polvos flu"
(flue es chimenea en inglés). Que Santa Claus descienda por una chimenea en
pleno invierno —o sea, con el fuego encendido— sugiere que es inmune a él, como
el diablo. Hasta el mismo lugar de residencia de Santa Claus —el Polo Norte o
Finlandia— habla de su carácter demoníaco: en la literatura, el diablo suele
ser descrito como extremadamente frío —lo que quizá le permite soportar el
calor del infierno”.
-Los
Pastores primero y los Reyes Magos después fueron a ofrecer su adoración y sus
regalos al Niño Dios. Al revés, Papá Noel nos viene a agasajar a nosotros. No
trae regalos a los niños porque representen al Niño Jesús (puesto que los padres no enseñan a sus
hijos a adorar al Niño Jesús), sino porque los niños se merecen esos regalos
por haberse portado bien. Esos regalos se han pedido mediante una carta. Es una
celebración dirigida hacia el hombre. El hombre se festeja a sí mismo.
-Como
un dios, Papá Noel sabe si un niño se portó o no bien (lleva un libro donde
registra esto, ¡el libro que registra nuestras acciones!). Conoce las intenciones
de los niños de todo el mundo. Aparece misteriosamente sin que los niños lo
puedan ver. Es anunciado no por profetas, no por ángeles, sino por los medios
de comunicación y por los padres de los niños, de su pronta llegada.
-El
Niño Jesús aparece con su llanto, ofrecido a la Justicia Divina por nosotros.
Papá Noel hace su aparición ante todos con una risa diabólica (“ho-ho-ho”).
-Papá
Noel se sienta en un trono como un rey, para recibir allí a los niños y
escuchar sus pedidos. “Dejad que los niños vengan a Mí”, decía Nuestro Señor. En
Isaías 6, 1 el Profeta ve a Dios en forma humana sentado en un trono real.
-N.S.
Jesucristo fue carpintero. Papá Noel es carpintero que fabrica juguetes.
-N.
S. Jesucristo nos trae la alegría de nuestra Redención. Papá Noel trae una
alegría materialista y pueril: los regalos y demás cosas consumibles.
-Si
Dios se mueve en el mundo a través de sus Apóstoles que llevan su Palabra por
la Iglesia (simbolizada en un barco), Papá Noel se mueve llevado por renos y en
un trineo, aunque lo hace volando, sin necesidad de tocar la tierra.
-Papá
Noel viste de rojo, al igual que el Mesías según el Apocalipsis 19,13 e Isaías
63, 1-6 (un manto empapado de sangre).
-Nuestro Señor anunció que volvería como ladrón en la noche, por lo que había que velar
(Mt. 24, 43-44). Papá Noel entra a las
casas como un ladrón sin anunciarse por la noche, aunque hay que estar atento a
su llegada.
-“Y
dio dones a los hombres” (Efesios 4, 8). Papá Noel también trae dones a los
hombres.
-Si
Nuestro Señor es el Príncipe de la paz, Papá Noel es presentado como alguien
que trae el espíritu de paz y concordia en el mundo.
Puede
que haya otras características que le han dado a este farsante personaje como
atributos de una falsa santidad y espíritu bienhechor de la humanidad. Pero hasta
aquí creemos que es suficiente para darnos cuenta de cómo el espíritu maligno
no descansa en tratar de deshacer la obra de Cristo en el mundo. En la medida
en que las sociedades se descristianizan –debido en mayor medida a la falsificación
de la Religión Católica- entonces estas formas culturales de sometimiento
servil continúan su avance, bajo una pátina de risas y juguetes, de amabilidad
y sonrisas, con un mensaje “humanista” desprovisto de todo sentido trascendente
o crístico.
Menciona
Pablo Marini una película emblemática que permite entender bien este diabólico
espíritu diseminado por los mass-media y aceptado por la gran mayoría. Se trata
de “Milagro en la calle 34” (en su versión más nueva), la cual “pretende hablar
del “espíritu navideño” pero muestra una “absoluta falta de mención a Cristo y lo
cristiano (solo unas vagas y confusas referencias a “la Iglesia”) y terminando
con el diálogo más importante entre Papá Noel y uno de los protagonistas
principales, la señora Walker, que culmina en esta frase totalmente contraria
al verdadero espíritu navideño. Hablando de sí mismo “Santa Claus” le dice:
“Soy un símbolo de la capacidad humana para suprimir el egoísmo y las
tendencias hostiles que controlan la mayor parte de nuestras vidas”. Nada más
equivocado. No hay tal capacidad humana. No hay tal capacidad para salvarnos de
nosotros mismos. Si el Evangelio quiere decir “Buena Noticia”, “Buena Nueva”,
es porque previamente hay una Mala Noticia. Y esta es la de que el hombre no
puede salvarse de su condición humana y de su miseria por sí mismo. Todos los
totalitarismos y naturalismos lo han intentado y han fracasado miserablemente.
La reacción del hombre autosuficiente de hoy frente al auténtico espíritu
cristiano de la Navidad se parece a la de un joven atlético de 20 años al que
se le dijera: “¡Te regalamos un transplante de corazón! Pero tenés que
hacértelo ahora”. Su mirada, mezcla de asombro y terror, nos hablaría de su
total rechazo. El hombre moderno se cree capaz de sanarse o sencillamente se
considera sano. “Ningún Niño Dios tiene que venir a curarme de nada. En todo
caso para eso tengo al psicoanálisis o a la new age”. Por eso, quizás, por
haber olvidado o ignorado el verdadero sentido de esta fiesta, muchos se
sorprenden a sí mismos hallándose tristes en Navidad. Y no entienden lo que les
pasa”. Y para acallar esa tristeza, se encierran en un círculo vicioso de
consumo y autosatisfacción que nunca se detiene y que no tiene ningún mensaje
que lo contradiga, porque desde Roma se les da un mensaje parecido, aunque
afectado de espiritualidad cristiana. No queda otra que romper con el mundo y
buscar con humildad el único refugio, ese que nos recuerda un pequeño pesebre,
olvidado en un rincón de la casa, que nos habla si dejamos de darle la espalda.
En esta imagen puede verse una imagen casi subliminal que aparece en el spot publicitario de abajo de Coca-Cola: así como Santa Claus maneja el mundo a voluntad, también lo maneja a Cristo, que aparece en el margen inferior derecho de la imagen.
Al final de esta publicidad se ve en el último vagón de un tren que se va lo que parece ser un pesebre navideño, ya innecesario.
En este spot Papá Noel da lecciones de moral a los hombres, para ser "buenos" y entender el espíritu navideño.
Afiche colocado en Times Square, N.Y. el año pasado: "Mantener la Navidad (Papá Noel) destruir el mito (Jesucristo)."
Debajo, algunas de las imágenes que difunden los medios de difusión sobre la "celebración de la Navidad" en el mundo (Filipinas, Japón, México, Corea del Sur, Estados Unidos, China, Nepal, Chile, Bolivia, Líbano, etc).