“Permítame que le de una opinión personal: si Benedicto XVI está al borde del abismo, en una situación de crisis, en vísperas de una reacción violenta de los progresistas o bien ante una crisis política o persecuciones, observando cómo ha actuado y reaccionado en el pasado, creo que tomará decisiones acertadas”.
Estas
son palabras de Monseñor Fellay, en una entrevista titulada “Un atisbo de
esperanza”, realizadas con motivo de la elección de Benedicto XVI a DICI (en
Revista Iesus Christus N° 100, Julio/Agosto 2005). Y en esas declaraciones –en esa
simple opinión personal suya- basó mayormente su “esperanza” el Superior de la
FSSPX. Y en base a ese optimismo adivinatorio arrastró el barco de la FSSPX al
naufragio. Pues bien, los años pasaron. ¿Cuál fue la “decisión acertada” de Benedicto
cuando llegó la crisis?:
Y
la “decisión acertada” de Benedicto, ¿qué trajo en consecuencia?:
Decía
el Padre Castellani que “no cualquiera posee una voz profética. Resulta caro.
Frecuentemente se los arroja a una cisterna o se los juzga por traición. O se
les corta la cabeza. O se los crucifica”. Pero los pseudo-profetas –los profetas
de bonanzas que nunca llegan porque simplemente no han visto nada-, esos no
solo conservan sus cabezas, sino que se las cortan a los capaces de profetizar,
y arrojan a las cisternas a quienes son verdaderamente religiosos. El profeta dice verdades que nadie quiere oír. El pseudo-profeta no quiere ser
perseguido, por lo tanto se aleja cuanto puede de la verdad, y el vértigo de
su propia ilusión lo atrapa en una vorágine de lo que piensa son “decisiones acertadas”.
Y lo son: pero sólo para mantener su poder. Hasta que…hasta que ocurre lo de Benedicto. Y la Realidad es quien habla última, dando paso a la Verdad.