martes, 31 de diciembre de 2013

MISTERIO DE INIQUIDAD


Con su acostumbrada agudeza y conocimiento exegético Monseñor Straubinger (1) se refiere al misterio de iniqui­dad en los siguientes términos:

El misterio de iniquidad (II Tes. 2, 7), que culminará en el Anticristo y su triunfo sobre todos los que no  aceptan aquel misterio de la sabiduría, y "ya está operando" desde el principio, en forma de cizaña mezclada con el trigo, a causa del dominio adquirido por Satanás sobre Adán, y mantenido sobre todos sus descendientes que no aprove­chan plenamente la redención   de Cristo. Es, no sólo el gran misterio de la existencia del pecado y del mal en el mundo, no obstante la omnipotente bondad de Dios, sino principalmente, y en particular, el misterio de la apostasía ( Tes. 2, 3), con el triunfo del Anticristo sobre los santos (Apoc. 13, 7), con la mengua de la fe en la tierra (Luc. 18, 8), y, en una palabra, con la aparente victoria del Diablo y aparente derrota del Redentor por la apostasía, que nos rodea hasta que El venga a juzgar el mundo y triunfar gloriosamente en los misterios más adelante seña­lados para el fin.

A su vez el Padre Castellani (2) comenta con profundidad e ingenio.

Las dos fuerzas antagónicas que pelean en el mundo desde la Caída se tenderán en el máximo esfuerzo. Los santos se­rán derrotados y vencidos por todas partes. La apostasía cubrirá el mundo con un diluvio. La iniquidad y la mentira tendrán libre juego. El poder político más poderoso que haya existido no sólo perseguirá la Religión a sangre y fuego, sino que se revestirá de religiosidad falsa. Y los po­cos fieles a Cristo parecerán perder el resuello cuando, se­parado el Obstáculo, aparezca en la tierra el Hijo de Perdi­ción, aquél en que Dios no tiene parte y que Cristo no se dignó nombrar siquiera: el Anticristo... El Otro.

El Misterio de Iniquidad es el odio a Dios y la adoración del hombre. Las Dos Bestias son el poder político y el instinto religioso del hombre vueltos contra Dios y domi­nados por el Pseudo Cristo y el Pseudoprofeta.

El Obstáculo es, en nuestra interpretación, la vigencia de Orden Romano.(*)

La Gran Ramera es la religión descompuesta y entregada a los poderes temporales, y es también la Roma étnica, don­de este Misterio de Iniquidad se verificó por vez primera, a los ojos deslumbrados de Juan el último Apokaleta.

La adoración del hombre con el odio a Dios ha existido siempre. "Ya funciona el Misterio de Iniquidad -dice San Pablo a los de Tesalónica-; solamente está sujetado, y vo­sotros sabéis cual es el Obstáculo."

El Misterio de Iniquidad es el principio de la Ciudad del Hombre, que lucha con la Ciudad de Dios desde el comien­zo; es la raíz de todas las herejías y el fuego de todas las persecuciones; "es la quietud incestuosa de la criatura asen­tada sobre su diferencia específica"; es la continua rebelión del intelecto pecador contra su principio y su fin, eco multiplicado en las edades del "No serviré" de Sata­nás.

La cúspide del Misterio de Iniquidad es el odio a Dios y la adoración idolátrica del Hombre.

El Misterio de Iniquidad tiende a corporizarse en cuerpo político y aplastar a los santos. Él fue quien condenó a Sócrates, persiguió a los profetas, crucificó a Jesús, y des­pués multiplicó los mártires; y él será quien destruya la Iglesia, cuando, retirado el Obstáculo, se encarne en un hombre de satánica grandeza, plebeyo genial y perverso, quizá de raza judía, de intelecto sobrehumano, de maldad absoluta, a. quien Satán prestará su poder y su acumulada furia.

La Iglesia asistida por el Espíritu Santo, obstaculiza esa manifestación y la reduce, apoyada en el orden humano que el Imperio Romano organizó en cuerpo jurídico y polí­tico; pero llegará un día, que será el fin de esta edad, en que desaparecerá el Obstáculo. El Espíritu Santo abandona­rá quizá este cuerpo social histórico, llamado Cristiandad, arrebatando consigo a la soledad más total a los suyos, dándoles dos alas de águila para volar al desierto. Y enton­ces la estructura temporal de la Iglesia existente será pre­sa por el Anticristo, fornicará con los reyes de la tierra - al menos una parte ostensible de ella, como pasó ya en su historia-, y la abominación de la desolación entrará en el lugar santo. "Cuando veáis la desolación abominable entrar donde no debe, entonces ya es".

¿Será el reinado de un Antipapa, o Papa falso? ¿Será la destrucción material de Roma? ¿Será la entronización en ella de un culto sacrílego?

No lo sabemos. Sabemos que el Apokalypsis al describir la Gran Prostituta, señala con toda precisión "la ciudad de las siete colinas": interpretación dada por el mismo An­gel que a San Juan adoctrina.

Para que todo esto ocurra, el Padre Castellani dice más ade­lante precisando (3) cual deberá ser la situación de la Igle­sia.

Cuando la estructura temporal de la Iglesia pierda la efu­sión del Espíritu y la religión adulterada se convierta en la Gran Ramera, entonces aparecerá el Hombre de Pecado y el Falso Profeta, un Rey del Universo que será a la vez como un Sumo Pontífice del Orbe, o bien tendrá a sus ór­denes un falso Pontífice, llamado en las profecías el "Pseudoprofeta" (4)

Por eso el Padre Meinvielle (5) dice al respecto:

El misterio de iniquidad consiste precisamente en que el "Aparato publicitario de la Iglesia" que debía servir para llevar las almas a Jesucristo, sirve en cambio para perder­las y esclavizarlas al demonio.

Aquí está el "misterio de perversidad"; Que la sal se co­rrompa y deje de salar (Mt. 5, 13). Fíjese bien el lector que no decimos que la Iglesia deje de llevar las almas a Je­sucristo. La Iglesia es indefectible y durará como tal hasta el fin. Pero la Iglesia de Jesucristo puede no identificarse con el "Aparato publicitario de la Iglesia”.

(...) Unos años más, y de no intervenir directamente la mano de Dios, el "Aparato publicitario de la Iglesia Católi­ca" profesará una religión completamente distinta de la que nos enseñó Jesucristo y que nos han transmitido los Pa­dres, Doctores y Santos de la Iglesia doblemente milena­ria. De aquí este furor satánico que se ha desatado contra la Iglesia pre-conciliar.

(...) La Iglesia estaría hoy gobernada en gran parte por ju­díos, masones y comunistas. Gobernada contra los intere­ses de la Iglesia misma. Aquí está el Mysterium iniquitatis.

Pero la Iglesia y el mundo están en definitiva gobernados por Dios. La Providencia permite el mal en vista de un mayor bien y, sobre todo, del bien de los elegidos. La Historia tiene su razón de ser a causa de Jesucristo y de su Cuerpo Místico. Por esto, el momento presente de la Igle­sia y del mundo hay que mirarlo con ojos sobrenaturales. Lo esencial es nuestra adhesión inquebrantable a Jesucris­to. A Jesucristo el de siempre....

(*) Esto piensa el Padre Castellani junto con muchos Padres de la Iglesia, pero si nos atenemos a lo que dice Santo Tomás en su comentario a II Tes. 2, 3 podemos decir que obstáculo es la Fe católica.

(1) Espiritualidad Bíblica p. 174
(2) Cristo ¿vuelve o no vuelve? p. 24-25-28-29.
(3) Ibidem pág. 35
(4) Léase bien este parágrafo: no dice que la Iglesia perde­rá la fe, como tampoco la Sinagoga había perdido la fe del todo cuando la Primera Venida. "En la cátedra de Moi­sés... Haced, pues, todo lo que os dijeren..."
La Gran Apostasía predicha por Cristo y San Pablo puede entenderse, sin exageración, de una manera ortodoxa.
(5) El Progresismo Cristiano págs. 131- 132- 134- 135