Los por ahora
irreductibles enemigos de N. S. Jesucristo, poseedores de los medios masivos de
difusión, no pierden el tiempo y, más allá de las lisonjas propias de quienes
se sienten representados por “el rabino Bergoglio” –como afirmara el rabino
Bergman-, no dejan ni por un momento de atacar a la Iglesia y mostrar
soberbiamente al mundo qué es lo que piensan de la Iglesia, del Vicario de
Cristo y de la fe.
Así los medios de los
Sposzlki, los Garfunkel y los más anónimos expositores de la mentira mediática,
la confusión y, por supuesto, la pornografía, se solazan en ubicar a Francisco
–con la ayuda de éste, está claro- en el simple papel de CEO de una gran
empresa, dejando en claro qué desean represente para ellos la Iglesia Católica.
Así lo hacen saber desde la revista de los millonarios made in USA “Forbes”,
que se encargan de editar en Argentina.
Otros, en cambio,
prefieren burlarse disfrazando a un monigote farandulesco o, en otro momento,
burlándose del Papado a grupas del único tema que les preocupa, que es la
adoración de Mammon.
Claro que este
anticatolicismo público también es vehiculizado mediante el constante estreno
de películas, obras de teatro o musicales afrentosos y de nula calidad
artística. Por supuesto que nada de esto tendría lugar si la Iglesia Católica
Establecida fuera católica, y no liberal y masónica. Cabe acotar, además, que
estas muestras de desprecio y ataques a la Iglesia y nuestra Santa Religión se
vienen registrando particularmente en Buenos Aires desde hace muchos años sin
que NUNCA el cardenal primado Jorge Mario Bergoglio haya movido un dedo para
responder a esta ofensiva, sin que JAMÁS protestara o hiciera actos de
desagravio, ni siquiera cuando la mismísima Catedral metropolitana fuera
profanada.
Por supuesto, sabemos que
esto no quedará así, que lo que los hombres no limpiaron lo va a limpiar
Nuestro Señor -¡ay de ese día para los blasfemos e impostores!- y que
finalmente los Garfunkel, Szpolsky, Magnetto y los como se llamen estúpidos
servidores de Mammon tendrán que doblar sus rodillas ante Nuestro Señor.
Mientras tanto seguirán molestando, ante el silencio abominable de quienes se
dicen servidores de Dios.