Padre Alonso de
Andrade, S.J, 1856
Punto I.
Levanta los ojos de la consideración, y mira aquella multitud de santos que vio
San Juan en el cielo, vestidos de gloria con palmas en las manos y coronas en
las cabezas, en los tronos de la bienaventuranza, entre los coros de los
ángeles. Contempla su dicha y el gozo incomprensible de su gloria, y la
eternidad del que nunca se ha de acabar, y gózate de su dicha; dales el
parabién de su felicidad, enciéndete con su ejemplo en vivos deseos de alcanzar
su corona, y pídeles á todos que te sean intercesores delante de Dios, y te den
la mano para subir a su reino y merecer estar en su compañía.
Punto II.
Considera el camino que llevaron los santos, y los medios por donde consiguieron
la gloria que poseen, que cómo dijo el ángel a San Juan (Apoc. 7.): todos
vinieron de grande tribulación, y labraron sus vestiduras y las blanquearon en
la sangre del Cordero. No vinieron de regalos, ni delicias, ni fiestas, ni
opulencia de honras o riquezas; sino de tribulaciones, trabajos, mortificación,
cruz y penitencia sufrida por amor de Dios: este camino llevó Cristo, y este
llevaron los santos; por este llegaron a la corona, y por este has de ir tú, si
la quieres alcanzar y ser su consorte en la gloria. Ofrécete al Señor, y
pídele su favor por los méritos de sus santos, para seguir sus pisadas y llegar
a su felicidad.
Punto III.
Considera las virtudes que Cristo refiere en su evangelio, de pobreza de
espíritu, mansedumbre, contrición, lágrimas y sufrimiento en las persecuciones
y trabajos, por las cuales se va a la bienaventuranza. Pondera estos pasos, por
los cuales como por escalones subieron los santos, caminando de virtud en
virtud hasta la cumbre de la perfección y llegar al cielo; y resuélvete a
seguirlos, copiando estas virtudes en tu alma con la gracia del Señor.
Punto IV.
Considera la diferencia de santos que tiene Dios en su gloria, y los diversos
caminos por donde los llevó; y pondera cómo en todos los estados pueden ser los
hombres santos; vuelve los ojos a ti mismo, y considera en el que Dios te ha
puesto, cómo le sirves y cómo cumples con tus obligaciones: pon la mira en los
santos que han vivido en él, y pídele a Dios gracia para imitarlos y cumplir
con tus obligaciones, poniéndolos por intercesores delante de su Divina
Majestad.