“Se dice de mí…”.
Así se titula una conocida milonga de los años ’40, cantada por Tita
Merello y muy recordada en el ámbito rioplatense. Seguramente Bergoglio, cultor
del tango, la recordará bien y quizás hasta la canturree mientras camina con
aire triunfador por los pasillos vaticanos…
La misma preocupación e interés que expresaba el letrista y entonaba
aquella mujer que no se había enterado que era fea, la encontramos versionada a un nivel más alto, pero no por eso
menos grotesco.
La Neo-FSSPX no se conforma con haber sido “limpiada” con aquel
levantamiento de las inexistentes “excomuniones” -condecoración del cielo que
habían recibido Mons. Lefebvre y sus obispos por enfrentar valerosamente a los
herejes y poderosos modernistas que ocupan Roma desde el Vaticano II-. No, no
bastó aquello, no alcanzó. Mons. Fellay y sus colaboradores se propusieron aún
más. Buscaron y siguen buscando que los dejen pertenecer a ese privilegiado sitio
llamado Roma, a la poderosa estructura de la Iglesia conciliar vaticana,
portando sobre el pecho una estampilla “oficial” donde conste que son
“católicos”. A ello se han dedicado con constancia y denuedo los superiores de
la FSSPX, tanto desde las reuniones del discreto GREC como desde la política
comunicacional promovida por Menzingen de unos años a esta parte. La FSSPX
debía limpiar su cara, exfoliar su cutis, purificarse, y una vez quitadas las
“infamantes” condenaciones modernistas, debían borrar toda cicatriz, y aún
arruga de su cara. La FSSPX debía renovarse. Para ello nada mejor que presentar
amplias y fotográficas sonrisas, declaraciones ambiguas y, antes que
condenaciones y rechazos, planteos “constructivos”, reuniones y diálogos
informales. En esta nueva versión “atractiva” de la FSSPX, se imponía separarse
de toda imagen anterior que pudiera llevar a generar un rechazo por las
autoridades romanas, y no sólo por ellos sino por el mundo entero. Como suele
decirse, “borrón y cuenta nueva”.
Por eso la FSSPX debía dejar en claro que no es de “derecha” ni tiene
nada que ver con “negadores del Holocausto”. Que nadie los llame “integristas”.
Desde luego, es preocupación fundamental que el mundo y los enemigos de Cristo
no los tilden de “cismáticos”. ¡Vale tanto esa opinión! “Se dice de mí…”
En esto tienen un maestro consumado en Francisco, que no ha hecho otra
cosa que enancarse en su “humilde” imagen, patrocinada por los millonarios
medios masivos del mundo entero. ¡Si hasta el mismo Bergoglio declaró que no es
de derecha! Para que todos lo sepan bien: él camina con el mundo. Mejor no
preguntemos hacia dónde…
Los discípulos de Mons. Fellay han recibido su influencia a tal punto
que a veces parece van a aventajar a su superior y maestro. Ese afán por no ser
señalados con el dedo, por no ser acusados, ni estigmatizados, ni segregados,
ni “excluidos”, como se dice ahora, en
fin, perseguidos por el mundo, se ve muy claramente, por ejemplo, en sus
expresiones periodísticas. Por caso, en los blogueros o foristas más animosos
de la causa. En Francia el abyecto Enemmond (Jacques du Cray). En el distrito
Sudamérica, un tal “Pericón”. Son los escribas “mediáticos” de que dispone la
Neo-FSSPX para dejar ver de forma patente su decadencia.
Ahora también en el blog del último mencionado (acá)
se declara abiertamente que la FSSPX no tiene nada que ver con la “derecha
católica”. No vaya a ser cosa que alguien piense eso y se asuste (¡cuidado!), o
que se acuse a la FSSPX de ser algo que Francisco ya dijo que no es…A ver si se
complica el acuerdo…
Para despegarse de ese “infamante”
precinto, el bloguero oficialista se vale de un capítulo de un libro de un
periodista de ínfima categoría, atiborrado de ideología marxista, que
desparrama en los sitios de izquierda donde escribe resentimiento
anticatólico, mezclando verdades con mentiras, en un libro que se presenta como
una investigación acerca de “la complicidad de la Iglesia con la dictadura
genocida”, que no es otra cosa que un despliegue de los lugares comunes y eslogans
de la izquierda para demostrar que la Iglesia católica es “el Mal”. El periodista
es un émulo de Horacio Verbitsky, y probablemente piense que con este libro que “dinamita a la derecha
católica” (¡!), como afirma un portal de noticias que difunde el libelo, pueda lanzar su carrera en medios masivos y dar
a conocer su nombre.
No nos interesan las internas entre los distintos grupos de católicos
“línea-media” o “conservadores” que se mencionan en el artículo citado, aunque
vemos que allí se mezcla todo y todo va a parar a la misma bolsa, tanto
tradi-liberales como valiosos representantes del nacionalismo católico o
grandes referentes como el Padre Meinvielle. Ya habrá alguna pluma lúcida que
seguramente se encargue de poner las cosas en su lugar, o por lo menos aclarar
allí donde el periodista confunde al mayoreo. Tampoco nos interesa aceptar las
categorías ideológicas revolucionarias que ha instalado el enemigo desde la
Revolución francesa, pues es sabido que fue la izquierda revolucionaria quien
inventó a la derecha, en aquel caso era la izquierda no jacobina. Pero sabemos
que la izquierda cuando dice “derecha” simplemente está denominando un enemigo,
no importa quién sea, todo puede entrar en ese saco (fascistas, nazis,
nacionalistas católicos, liberales, conservadores, “ultracatólicos”,
“fundamentalistas”, “pelagianos”, etc). Al referirse a “derecha católica” no
hace más que demonizar a un catolicismo que no es utilizable por la dialéctica
marxista, pero el periodista es tan elemental y poco dado a sutilezas que en su
ceguedad llega a creer que la “derecha” tuvo un renacimiento gracias a la
llegada de Bergoglio al papado (¡!). Seguramente haya escrito tales cosas antes
de que Bergoglio tomara en sus manos la hoz y el martillo obsequio del indio
comunista Evo Morales. Pero quizás vuelvan a decir que Francisco apaña a la
“derecha” cuando se firme el acuerdo con la FSSPX. Así de confusas tienen las
cosas. Olvidaron la caída del muro de Berlín. Claro, pero también, y a pesar de
lo que dice el bloguero fellecista, la FSSPX no queda fuera de las invectivas
izquierdistas, como puede leerse en alguna entrevista realizada al periodista. ¡Oh, hay que limpiar esa mancha! ¿verdad?
Bandera de Facundo Quiroga, demasiado ofensiva para la sensibilidad moderna.
¿Quizás en la neo-FSSPX algunos preferirían “Acuerdo o muerte”?
Podría decirse que para el izquierdista, inequívocamente todo aquel que
hable del amor a Dios y a la patria, de honor o soberanía, de tradición o moral
natural, cae bajo la etiqueta de (odioso) derechista. A los neofraternitarios,
¿qué es lo que verdaderamente les importa? Han tomado el lenguaje del enemigo y
se valen de él ¿para demostrar qué? Quizás piensen que ya no entran en tal
honrosa categoría de quienes son despreciados por la canalla del mundo, con el
fin de “separarse” de grupos con los que han tenido conflicto (v.gr. el IVE)
pero, sin embargo, cuando llegue el acuerdo con Roma, ¿qué pasará? Pues
compartirán cartelera con los tan defenestrados línea-media de quienes quieren
verse separados, pues han seguido el mismo camino de la incoherencia. ¿Cómo
era? “Todos los caminos conducen a Roma”. Los caminos de la traición conducen a
la Roma modernista, donde la misericordia sólo detiene su abrazo paterno ante
los “fundamentalistas”, “pelagianos” y “retrógrados”, antes llamados
“lefebvristas”.