Bienvenido a la Guerra
Haremos algunos
comentarios en rojo a este artículo del sitio Adelante la Fe
Si, últimamente, usted ha estado prestando atención a la
cobertura de la Iglesia Católica, habrá notado un incremento en la aparición de
terminología bélica, con palabras tales como “conflicto”, “batalla” e incluso “guerra”, empleadas para describir el ajetreo de
estos días dentro y alrededor del Vaticano.
Si bien esta forma de
hablar es bastante común para las publicaciones católicas más devotas, ésta se
ha expandido, recientemente, más allá de las estrechas fronteras de la
blogsfera católica y ha entrado en las corrientes principales de la sociedad
civil: Tess Livingston de The Australian, Tim
Stanley de The Telegraph, Ross Douthat de The New York Times y ahora Damian Thompson de The Spectator, han llegado todos a la misma conclusión:
estamos al borde de una guerra civil.
¿Es, sólo, más manipulación
mediática? ¿Un poco de exageración para incrementar los ingresos? A algunos les
gustaría que usted pensara así. Recientemente, el Cardenal Donald Wuerl
apareció en el programa World Over Live, con
Raymond Arroyo, en parte para asegurar a los espectadores que “no existe ninguna división sobre las enseñanzas básicas de la fe”
entre los obispos. Estamos, supongo, para ignorar voces como las del Arzobispo
polaco Henryk Hoser quién declaró recientemente: “…algunos obispos […] ni siquiera aceptan las enseñanzas oficiales de la Iglesia.”. Y,
si no las ignoramos,- si rechazamos la narrativa al estilo de Sunshine, Lollipops and Rainbows (Luz de Sol, Paletas y Arco iris, una canción de Lesley
Gore)-, y en su lugar vemos los sucesos dentro de un marco de “narrativa
políticamente partidista”, entonces nos merecemos ser silenciados, tal como lo
descubrió Ross Douthat, después de que su comentario provocara las iras de un grupo
de intelectuales católicos progresistas y de profesores universitarios.
Si los fieles de la FSSPX se quedan dentro de la “narrativa
políticamente partidista” que le ofrece Menzingen, preparada por una empresa de
branding, en base a sonrisas, encuentros recreativos y lenguaje susurrado, e
ignora ya signos tan evidentes como la horrorosa capilla modernista que está
haciendo en Madrid, por decir sólo una cosa, entonces también ellos “merecen
ser silenciados”.
Es decir, si no fuera por el hecho de que,
esta forma de hablar de la guerra, no está limitada a los autores de las
editoriales de prensa. Justamente ayer, el Cardenal Maradiaga informó a los
periodistas de que el Papa Francisco está “preparado para dar la batalla” a su
propia Curia con el fin de sacar adelante sus deseadas reformas Sí, señor, aunque suelen
hablar de paz y diálogo, los liberales son unos cruzados de su causa que usan
la oscuridad y la confusión para librar su guerra contra la Tradición católica.
Lo que corresponde entonces es declararles la guerra frontalmente, no buscar
acuerdos o solicitarles “reconocimientos”. Esto no significa dejar de rezar por
su coversión. Y en la homilía de esta mañana, el propio papa puso,
nuevamente, el punto de mira sobre los “Doctores de la Ley” y arrojó una
advertencia velada pero efectiva:
«¡Dios
nos ha incluido a todos en la salvación! ¡A todos! Este es el principio.
Nosotros, con nuestras debilidades, con nuestros pecados, con nuestras
envidias, celos, todos tenemos esta actitud de exclusión la cual – como ya lo
dije – puede culminar en guerras. »
Aunque felicito a Douthat, Thompson y el resto por rehusar a seguir con la narrativa oficial y llamarla por lo que es, debo preguntar: ¿Dónde rayos han estado ustedes durante los últimos 50 años? Buena pregunta, a la que agregamos: ¿dónde han estado ustedes durante los últimos tres años –en realidad podríamos decir quince años, pero no sería tan claro-, cuando el derrumbe de la FSSPX?
Para que conste: la guerra civil ya está sobre nosotros.
Cualquiera que preste atención sabe que los muros han sido escalados, las
puertas han sido violadas y el enemigo ha acampado en nuestro propio terreno.
Todo lo que queda es defender el castillo, rodeado por todos lados por hombres
blandiendo antorchas.
Y ahora, ¿piensan que estamos al borde de una guerra
civil? Díganselo a las tres generaciones de católicos que han estado peleando
con uñas y dientes para conservar cada fragmento de Tradición Sagrada, que
puedan tener en sus manos, frente la corrupción del gran Aggiornamento (Actualización). Díganselo a
aquéllos que fueron reducidos hasta las lágrimas, mientras los santuarios eran
profanados, las estatuas abatidas, los altares deshechos y los comulgatorios
arrancados. Díganselo a muchos hombres buenos que fueron apartados del
sacerdocio porque se oponían al homosexualismo desenfrenado de los seminarios.
Díganselo a los fieles que, hace 30 años, fueron expulsados de la Iglesia por
tener las agallas de exigirle que se mantuviera fiel a las enseñanzas de
Cristo. Si lo que quiere decir acá
el autor del artículo es que esos fieles “expulsados de la Iglesia” han sido
Mons. Lefebvre y los obispos “excomulgados” por los modernistas, está
totalmente equivocado, pues nunca dejaron de estar en la Iglesia. Si no quiere
decir esto, está omitiendo en su relato este hecho perpetrado contra quienes
encabezaron el combate contra los precursores de Francisco. En un caso estaría
siendo ambiguo, en el otro, injusto. Con esta forma de ver las cosas ¿pretenden
dar el buen combate en esta bien llamada guerra?
La única novedad acerca del Sínodo 2.015, fue
el descaro con el que los herejes y los apóstatas impulsaron su agenda
revolucionaria. Ni siquiera están ya tratando de sostener una “Hermenéutica de
Continuidad”. Es una ruptura, un rompimiento,- en otras palabras, un cisma-, de
la Tradición Católica. Ellos lo saben, nosotros lo sabemos y ya es tiempo de
que ustedes comiencen a informarse sobre ello.
También es tiempo de que ustedes comiencen a informarse de que la
agenda de la Neo-FSSPX no es rupturista con los modernistas, sino de acercamiento
y entendimiento, por eso Mons. Fellay suplica rodeado de rosas, o evita ser
duro en su crítica, y hasta adhiere al año de la falsa misericordia
francisquista. Por eso también salieron de inmediato a condenar la consagración episcopal de Mons. Faure. Y por eso mismo Francisco los reconoce. No es serio que hablen
de guerra, y después salga Michael Matt a decir que alguien que hace años sólo
aspira a que le den el título oficial de “católico” y para ello es capaz de dividir
a su propia congregación, es un “santo”, y que hasta lo creería si se lo dijese
una mosca (sic).
Bienvenido a la guerra. Ya era hora de que aparecieras.
Ya es hora de que conozcan quiénes son los amigos y quiénes los
enemigos de la Tradición católica. Es hora de que reconozcan el combate sin
tregua que los desplazados y marginados de la “Resistencia” (ninguneados por
los línea-media que aceptan en mayor o menor medida el Vaticano II), realizan
sin tanto aparato ni medios, como fue el combate de Mons. Lefebvre, también
desconocido o marginado por los que se creían “buenos católicos”. No decimos
con esto que nos importe su “reconocimiento”, sino que nos importa que
sepan lo que está pasando por su propio
bien. Hay que bajar un poco, muchachos, de la "cumbre" donde se encuentra Mons. Fellay. Recuerden: el que está en guerra no
suplica, pelea.