ESTE HOMBRE DESESTRUCTURADO ES
UN PELIGRO
Ya está suficientemente claro que
Jorge Mario Bergoglio es un hombre al cual el rigor intelectual importa poco o
nada. En términos corrientes se podría decir que su pensamiento es “débil” o “desestructurado”, cuyos
efectos visibles son producir más caos en la Iglesia. Su verborrea es un
conjunto de zangoloteos caracterizados por su falta de ilación: es
simplemente una acumulación de frases, más o menos hechas,
que no sigue ningún orden lógico, al más puro tuntún. Y a
estas alturas cabe preguntarse si no constituyen parte de un plan deliberado
para desarbolar la nave de Pedro, para facilitar aún más el abordaje de Kasper,
Rodríguez Maradiaga y Cía.
Y vamos al grano nomás. Hace pocos
días les dijo a los obispos italianos reunidos en Florencia-una parlería de dos horas largas(¡¡)-que existen al
menos dos tentaciones que se le presentan a la Iglesia:
Ser pelagiana: “Empuja a la Iglesia a no ser
humilde, desinteresada y alegre. Y lo hace con la apariencia de un bien. El
pelagianismo nos lleva a tener confianza en las
estructuras, en las organizaciones, en las planificaciones perfectas porque
son abstractas. A menudo nos lleva también a asumir un estilo de control, de dureza, de normativas. La
norma da al pelagianismo la seguridad de sentirse superior, de tener una
orientación precisa”.
Y aquí “encuentra su fuerza, no en
la ligereza del soplo del Espíritu”. “Ante los males o los problemas de la
Iglesia es inútil buscar soluciones en
conservadurismos y fundamentalismos, en la restauración de conductas y formas
superadas que ni siquiera culturalmente tienen capacidad de ser significativas”.
El Papa afirmó entonces que “la doctrina cristiana no es un sistema cerrado incapaz
de generar preguntas, dudas, interrogativos, sino que está viva, sabe
inquietar, animar”.
“No tiene un rostro rígido,
tiene un cuerpo que se mueve y se desarrolla, tiene carne
tierna: se llama Jesucristo”. Por eso, “todo será posible con ingenio
y creatividad” y dejándose conducir por el Espíritu.
Gnosticismo: Esta segunda
tentación “lleva a confiar en el razonamiento lógico y
claro, el cual pierde la ternura de la carne del hermano”.
Sobre la chorrada
comenta agudamente el amigo Enrico de Messa in latino:
“Agradeceré a quien quiera explicarme qué tiene que hacer el pelagianismo en todo esto…dado que Pelagio negaba el pecado original y la necesidad de la Gracia para la salvación, pero nunca sostuvo que una fe firme fuese suficiente. Idem para el gnosticismo, del cual se puede decir todo lo que sea, salvo que fuese un razonamiento lógico y claro” http://blog.messainlatino.it/2015/11/il-pensiero-debole-di-papa-francesco.html
“Agradeceré a quien quiera explicarme qué tiene que hacer el pelagianismo en todo esto…dado que Pelagio negaba el pecado original y la necesidad de la Gracia para la salvación, pero nunca sostuvo que una fe firme fuese suficiente. Idem para el gnosticismo, del cual se puede decir todo lo que sea, salvo que fuese un razonamiento lógico y claro” http://blog.messainlatino.it/2015/11/il-pensiero-debole-di-papa-francesco.html
Por mi parte, agrego
que la conocida inquina de Bergoglio contra “los conservadurismos y los
fundamentalismos” se explica porque él no está dispuesto a
conservar nada, sino a destruirlo todo, a partir de los fundamentos. Pero
esa tarea no la hará de frente, sino oblicuamente, sesgadamente con su lenguaje
demagógico, confuso y ambiguo, hasta que la conveniencia le indique hablar más
claro.
De este hombre
desestructurado, libera nos Domine.
Nota catapúltica
La duración del discurso de
Florencia indica, a mi juicio, cierto desequilibrio psicológico, quizás debido al placer
de escucharse a sí mismo. Me hace acordar a la señora Cristina…
NOTA
SYLLABUS: Lástima que el autor del artículo se muestra
incapaz de ver el mismo desequilibrio en un Mons. Fellay que puede llegar hasta
las 7 horas (¡!) de duración en sus discursos, a la manera de un Fidel Castro,
quizás debido al placer de escucharse a sí mismo… un Mons. Fellay que parece
dispuesto a destruir todo lo que Mons. Lefebvre construyera.