Imagen tomada de acá
En alguna lejana oportunidad nos topamos como ahora con la obcecación de
un supuesto impugnador que se muestra abanderado incondicional del acuerdo que
le permitiría a la FSSPX y a él mismo adquirir la tranquilidad de contar de una
buena vez con el auspicio de la Roma modernista para poder al fin, sí, ser un
buen cristiano. Por entonces simplemente optamos por no continuar
indefinidamente refutando a quienes “discursean profiriendo insolencias” pues
“realmente, si nos propusiéramos refutar sus contradicciones tantas veces
cuantas ellos con seso testarudo se proponen no pensar lo que dicen, sólo
atentos a contradecir de algún modo nuestros argumentos, te darás cuenta de lo
interminable, penoso y sin fruto que esto sería”, como decía San Agustín, en el
texto que entonces publicamos. Tampoco nos pondremos a refutar lo que el
impugnador llama sus “estudios exegéticos”, que no son otra cosa que
“fantaciencia”. Que cada cual se entretenga como más guste, pero que no le
llame a eso “teología” sino “literatura
fantástica” (que sin duda haría las delicias de un ignorante como Borges).
Decimos esto con la mejor buena honda, no malinterpreten (¿acaso no
pidió Francisco “buenas hondas”).
Por eso una vez despachado el asunto, nos alargaremos, sí, pero para
seguir desarrollando un tema que creemos debe ser de interés para los fieles de
la Tradición. El objetante en todo caso nos ayuda a ir un poco más allá en este
tema que desnuda cabalmente la claudicación de la Neo-FSSPX.
Respecto de lo que nosotros decíamos acá,
nos sale con una muy flojita diatriba que
en vez de aclarar las cosas, simplemente las confunde más. Eso sí, citando a
Santo Tomás (bueno, lo mismo hace Francisco en su bula de convocatoria al jubileo,
¿y?). Veamos este párrafo destacado (subrayado nuestro) del punto “fuerte” de
su argumentación:
“El festejar un evento (a
través de la "participación") que se supone feliz para la Iglesia
pertenece a la sustancia del Jubileo, ergo, el hecho de que se conmemore el
Concilio Vaticano II o que se quiera poner énfasis en la “misericordia” no
constituyen “circunstancia” a tener en cuenta (en contra lo que se dice en
la respuesta a la objeción”
Y también esto (subrayado nuestro):
“Queda claro que la recepción
de las indulgencias por la FSSPX (“participación”) es en sí misma buena (1) el
fin es aprovechar la gracias anexas a la obtención de las indulgencias (“ganar
las indulgencias”), tolerando que su recepción sea en ocasión del "Año de
la misericordia" que conmemora el Concilio Vaticano II [esto no
cuenta, porque no es “circunstancia”]
Increíblemente, el bloguero fellecista no sólo
se aviene a “refutar” a los Dominicos de Avrillé, sino ¡a la misma circular de
Menzingen!, que afirma en su punto 7 lo siguiente (subrayado nuestro):
“La ocasión de la apertura de la Puerta santa es el quincuagésimo
aniversario de la clausura del concilio Vaticano II, el 8 de diciembre
de 1965. Es la elección de esta fecha para iniciar el Año jubilar lo que
constituye una dificultad. Pero esta circunstancia no afecta la esencia del
jubileo cuyo acto, ordenado a su objeto, sigue siendo la indulgencia
plenaria y la santificación del pueblo fiel.
Pero esto no es todo, porque el bloguero resulta ser ¡más fellecista que
Mons. Fellay! ya que este último afirma en su nueva “Carta a los amigos y
benefactores N° 85”:
“Se podrían comparar estos dos elementos, lo esencial
y las circunstancias, con el contenido y el envoltorio en el que viene.
Sería erróneo rechazar las gracias propuestas en un Año Santo porque es
presentado en un envoltorio defectuoso, salvo que se considere que este
envoltorio altera el contenido, que las circunstancias absorben
lo esencial, y que en el caso presente, la Iglesia ya no dispone de las gracias
propias del Año Santo debido a los daños ocasionados por el Concilio Vaticano
II”.
Pero entonces, si como afirma “david” (perdonen
la minúscula en el nombre, no es intencionadamente ofensivo de nuestra parte,
está así en el original de su blog) el hecho de celebrar el Vaticano II
(“evento feliz para la Iglesia” ¡!) no pertenece a las circunstancias del
Jubileo (como afirman los Dominicos, Menzingen y Mons. Fellay), sino que
pertenece a su esencia, entonces con mucha más razón es inmoral participar de
él.
Quizás “david” debería escribirle a Mons. Fellay
para corregirlo de su yerro respecto de las “circunstancias”…Corregir al que
yerra es una obra de misericordia, ¿y qué mejor forma que iniciar su
participación en el “Jubileo de la misericordia” que haciendo misericordia con
Mons. Fellay? Aunque en verdad el errado en este caso no es Mons. Fellay, sino
su defensor…
En fin. Para que quede más claro lo que implica la participación de la Neo-FSSPX
en el Jubileo de Francisco, veamos lo que dice la bula de convocatoria del
Jubileo, Misericordiae Vultus (subrayado nuestro):
“El
Jubileo, por tanto, será celebrado en Roma así como en las Iglesias
particulares como signo visible de la comunión de toda la Iglesia”.
La celebración de los adherentes (no dice la bula si aceptando solamente
las indulgencias o plegándose de todo corazón al concilio) tiene un signo visible inequívoco: la comunión de
toda la Iglesia, pero, ¿de cuál? El mismo documento pontificio lo responde a
continuación:
“He
escogido la fecha del 8 de diciembre por su gran significado en la historia
reciente de la Iglesia. En efecto, abriré la Puerta Santa en el quincuagésimo
aniversario de la conclusión del Concilio Ecuménico Vaticano II. La Iglesia
siente la necesidad de mantener vivo este evento. Para ella iniciaba un nuevo
periodo de su historia”.
No se puede decir que es un signo visible de comunión de la Iglesia
católica en tanto el Jubileo queda atado a celebrar un concilio que es una
ruptura con la doctrina católica de todos los papas anteriores al mismo. La
comunión se realizará con la nueva iglesia (iglesia conciliar) surgida del
concilio Vaticano II y el Jubileo lo que hará es “mantener vivo este evento”,
es decir, el cáncer que destruye desde hace 50 años a la Iglesia. Es más, sigue
diciendo la bula:
“Con
estos sentimientos de agradecimiento por cuanto la Iglesia ha recibido y de
responsabilidad por la tarea que nos espera, atravesaremos la Puerta Santa”
Es decir que se vincula la participación del Jubileo “atravesando la
Puerta Santa” (que significa inaugurarlo) con sentimientos de agradecimiento
por lo que la Iglesia ha recibido del nefasto concilio. Al atravesar Francisco
la Puerta Santa lo hace representando a todos los que habrán de participar del
Jubileo.
Pero el obcecado puede decir: “Eso a mí no me importa. Yo tomo lo bueno
que me da Roma, y lo malo lo descarto”.
Sin embargo, la sola participación significa objetivamente un signo visible de unidad con esa nueva
iglesia del Vaticano II, no con la Roma eterna custodia de la verdad.
Pero el obcecado insistirá: “Eso lo interpretarán algunos, nosotros
sabemos que no pensamos así. Además no nos importa lo que digan los demás”.
Esta es una forma tramposa y deshonesta de conducirse. Además, a la FSSPX sí le
importó y mucho que le quitaran las falsas excomuniones justificándose en la
imagen que tenían los fieles no instruidos. ¿Ahora parece que no le importa? ¿A
qué juego está jugando? Monseñor Fellay sabe perfectamente que la adhesión al
Jubileo es un “gesto” muy apreciado en Roma. No por nada dijo recientemente en
una entrevista en Brasil que las relaciones con Roma eran cada vez
mejores. Por eso les guste o no a los
miembros de la FSSPX, la participación en el Jubileo queda “pegada” a la
celebración del Vaticano II propuesta por Roma con el mismo. Objetivamente es
un signo de comunión con la iglesia conciliar que desea imponer con esto su
falsa misericordia.
Aceptar la participación –todo lo “crítica”
que se quiera- en el Jubileo de la misericordia conciliar, afirmando que no
perjudica a la FSSPX, significa poder afirmar que tener parte en la iglesia
conciliar del Vaticano II tampoco traería daño a la FSSPX. Es posible, creemos,
que este sea el mensaje que está dando Menzingen con esta adhesión al Jubileo.
De este modo, Mons. Lefebvre habría
estado equivocado al decir cosas como estas, siendo acusado como lo son sus
discípulos de hoy en la Resistencia, de cismático:
“Yo le dije (al Cardenal Ratzinger) incluso si usted nos concede un
obispo, incluso si usted nos da cierta autonomía respecto de los obispos,
incluso si usted nos concede toda la liturgia de 1962, si usted nos concede
seguir con los seminarios y la Fraternidad como lo hacemos ahora, no
podemos colaborar, es imposible; porque trabajamos en direcciones
diametralmente opuestas: ustedes, ustedes trabajan para la
descristianización de la sociedad, de la persona humana, de la Iglesia; y
nosotros estamos trabajando para la cristianización. ¡No podemos llevarnos bien
estando juntos!”
(Biografía de Mons. Lefebvre por Mons. Tissier
de Mallerais, p. 548)
“Muchos de los que nos han abandonado para
unirse a Roma (conciliar) no comprendieron justamente lo que es el liberalismo
y cómo las autoridades romanas, desde el concilio Vaticano II, están
infestadas de estos errores. Si lo hubieran comprendido, hubieran huido, la
hubieran evitado, se hubieran quedado con nosotros. Pero ellos no quieren creer
en estos errores ¡Es grave! Porque al acercarse a estas autoridades,
uno se contamina forzosamente.
Estas autoridades están imbuidas (…) de los
principios del liberalismo: necesariamente, ellas actúan de conformidad con su
manera de pensar. Por consiguiente, cuando ellas comienzan a tener relaciones
con nosotros, ellas imponen estas ideas, puesto que son las autoridades. Son
las autoridades, nosotros somos los inferiores, entonces ellas nos impondrán
sus ideas. Mientras ellas no se deshagan de estos errores, del liberalismo y
del modernismo, no habrá medio de entenderse con ellas.”
(Conferencia a seminaristas, Septiembre de
1988)
Los tradiliberales suelen hablar mucho de
“tolerar esto” o “tolerar lo otro”, usando mal de ese concepto. En este caso,
dicen que sería tolerar un “mal menor” la participación del Jubileo. Pero ¿se
puede tolerar que se difundan enseñanzas que pueden llevar a la condenación de
millones de almas en todo el mundo, sólo porque “nosotros neofraternitarios” queremos
ganar indulgencias que, por variados medios ajenos al Jubileo, podemos ganar de
todos modos? ¿Es eso un mal menor? ¿Creen que, ganando las indulgencias
jubilares, irán directamente al cielo desentendiéndose o tolerando tales males
en la Iglesia, sólo por una cuestión “legalista”? Vemos aquí el espíritu liberal, que tolera la
mezcla nauseabunda de verdades y errores, en aras de su propio personal
interés. “Me importa salvarme yo, no importa si con estas medidas millones de
personas en todo el mundo son confundidas y arrastradas hacia una falsa
religión y hacia el infierno”. Usando además de sofismas puesto que se pueden
obtener indulgencias de muchas maneras sin tener que participar de algo sucio
como es la celebración del concilio al que Mons. Lefebvre llamó el peor
desastre de la historia de la Iglesia.
P.S.:
“Todos los necios son obstinados y todos los
obstinados son necios”, escribió Baltasar Gracián. Así
nos encontramos con quien insiste en su zoncera. Los obstinados, podríamos
agregar, son también atrevidos. El escriba defensor del acuerdo y, en este
caso, de la participación de la Neo-FSSPX en el Jubileo de la Misericordia
francisquista, agrega a su libelo lo siguiente:
“Nuestra refutación consistió en dos partes: una
primera, sin apercibir el sofisma (como le pasó al bueno de Mons. Fellay...
tengamos en cuenta que un sofisma es un argumento capcioso que se pretende
hacer pasar por verdadero...) pero que igualmente destruía el razonamiento,
recurriendo a que se trataba de una acción de "dobe efecto" [sic]
donde el bien era infinitamente mayor que el mal que pudiera causarse que
consistiría en "lo que los demás pudieran pensar" siendo que ésto ni
siquiera podría constituir un "escándalo", ya que los modernistas no
necesitan de la participación de la FSSPX en el Jubileo para estar seguros de
las bondades del Concilio...una segunda parte, habiendo descubierto el sofisma,
que el contradictor NO pudo contradecir”.
Interesante, en su primer libelo se
basaba en el principio de doble efecto:
“En sede de Bioética -por tanto, insospechado
de querer favorecer a los "acuerdistas"- se menciona el principio
de doble efecto, según el cual es posible realizar un acto que produzca o
pueda producir un resultado malo, siempre que se cumplan los siguientes
requisitos”
En el segundo libelo, decía que no:
“y existe causa grave en la medida que refiere al
fin último del hombre [pero no interesa porque no estamos ante una acción de
dobe efecto] (4)”.
¿O quizás está hablando por un lado
del “doble efecto” y por el otro del “dobe efecto”? Pues escribe “dobe”,
y ahora en su añadido, vuelve a escribir “dobe efecto”. ¿O sea que no
lee lo que escribe de tan apurado que está de quedar como el “gran refutador de
los Dominicos y demás cismáticos”? (Quizás haga las correcciones posteriores,
pero esto es lo que nosotros vemos que está escrito ahora). Primero doble
efecto sí, luego doble efecto no, contradicciones y confusiones sobre las
circunstancias, que “no apercibí el sofisma”…y con eso pretende haber refutado
a los Dominicos…Quizás Mons. Fellay no ha descubierto aún a este Tomás de
Aquinomás redivivo, y por eso no lo convoca como refutador oficial de la
congregación, ya que nadie más se enredó ni se puso a “refutar” a los Dominicos…Ningún
teólogo de la FSSPX, excepto este buen muchacho…En fin.
Encima, el “Refutador” no asume su
error y diferencia respecto de las circunstacias de las que claramente habla
Mons. Fellay, el que, según este libelista, habría caído en un sofisma ¿por
bueno? Finalmente trampea diciendo que “los modernistas no necesitan de la
participación de la FSSPX en el Jubileo para estar seguros de las bondades del
Concilio” cuando el tema inicial de discusión que plantearon los Dominicos fue
si la FSSPX debía participar del Jubileo. La respuesta que dieron, entre otras
cosas, deja en claro que la FSSPX no necesita participar del Jubileo de la
falsa misericordia conciliar para obtener las indulgencias que pueden obtenerse
de muchas otras formas. Pero también puede agregarse esto: los modernistas
necesitan y quieren la mayor participación posible en el Jubileo porque caminan
hacia la religión del Nuevo Orden Mundial que debe incluirlos a todos, tanto
neo-fraternitarios como judíos, musulmanes y demás. El que esto no lo ve, está
en graves problemas.
Seguiremos el buen consejo de San Agustín,
señalado por nosotros al comienzo de nuestra entrada, recordando también a Gómez
Dávila, que decía - y con esto cerramos: “Cuidémonos de discrepar del que
conoce mal un tema”.