Personas « más o menos
tradicionalistas » le preguntaban a Monseñor Lefebvre: “¿Cómo
no llega usted a entenderse con un papa como este (Juan Pablo II)? Él es
piadoso, celoso, amable… No comprendemos cómo usted no aprovecha este momento
para arreglar las cosas con el papa”. Monseñor Lefebvre respondía:
« Hay que analizar la
situación tal como es y no solamente dejarnos llevar por este exterior del
papa. El papa ¿continúa o no el Vaticano II? ¿Cuál es la
actitud del papa respecto a sus predecesores que han provocado la
auto-demolición de la Iglesia? Esto es lo importante de saber. Está
persuadido que su vocación, como papa, es el continuar el Concilio Vaticano II.”
Y al final de su vida, Monseñor
Lefebvre nos escribió:
« ¿Serán ellos
santos, si admiten la falsa libertad religiosa, el estado
laico, el falso ecumenismo, que conlleva la admisión de varias vías de
salvación, la reforma litúrgica, que es la negación práctica del Sacrificio de
la Misa, los nuevos catecismos con todos sus errores y herejías?, ellos
contribuyeron oficialmente a la revolución en la Iglesia y a su
destrucción”. (Monseñor Lefebvre, Itinerario espiritual)
Es a la luz de estos principios
que se debe juzgar a Benedicto XVI y a Francisco. Y en los dos casos la
respuesta es evidente. Pero para aquellos que encuentran esta conclusión precipitada,
vamos a explicar las cosas.
Monseñor Lefebvre demostró que
la reforma conciliar ha protestantizado la liturgia católica.
Y “esta es una cosa absolutamente abominable, someter lo
que la Iglesia tiene por más precioso, la misa, a las ideas protestantes”. Esta
cosa abominable ha sido codificada por Benedicto XVI haciendo
de la misa bastarda de Paulo VI el “rito ordinario” de la Iglesia conciliar.
El nuevo código de Derecho
Canónico, en el decir de Juan Pablo II, es un “esfuerzo para poner en
lenguaje canónico la nueva eclesiología del Concilio Vaticano II”. Monseñor
Lefebvre se sorprendió: “¡Nos preguntamos si leímos bien!... ¿Es
posible que la Iglesia pueda tener una nueva eclesiología? Y sí, esta
nueva eclesiología es ni más ni menos que la eclesiología adaptada a los
principios protestantes. (Laicización del sacerdocio por la nueva
definición de pueblo de Dios)” Pues bien, es ese Nuevo Derecho Canónico que
dirige la Iglesia conciliar que tiene por jefe a Francisco.
Monseñor Lefebvre pensaba
que « los falsos Derechos naturales del hombre » son “una
de las cosas más graves del Concilio”. “Es una verdadera blasfemia decir
que el derecho a la libertad religiosa como derecho natural, se encuentra en la
Sagrada Escritura. Es increíble. ¡Es blasfemo!” Recordemos nosotros que
para Benedicto XVI, la « libertad religiosa » es «un
derecho natural”.
Monseñor Lefebvre hablaba
también de “Este abominable ecumenismo” que no es más
que “el medio de hacer penetrar las ideas liberales en el interior de
la Iglesia. (…) Cuando se admite la libertad religiosa, principio admitido en
la declaración de los Derechos del Hombre, se admite también todas las otras
libertades que conducen a la anarquía, a la destrucción de la Iglesia y de toda
la ley natural”. Todo esto viene de los “principios masónicos
que quieren destruir todo vestigio de Dios sobre la tierra. Es por eso que este
mundo va hacia su perdición. (…) No hay que creer que porque nosotros asistimos
a algunas medidas y recordatorios que están más conformes con el espíritu tradicional,
significa que el combate terminó”.
Monseñor Lefebvre nos ponía en
guardia:
“El papa es muy hábil…de
tiempo en tiempo hace alguna cosa que parece muy tradicional y al día
siguiente, le dice al sultán de Marruecos: “¡Nosotros adoramos el mismo Dios!”…
¿Qué es esta historia?...Lo verdadero, lo falso; lo tradicional, lo moderno,
etc. y constantemente, constantemente… ¡No hay nada que demuela la Iglesia como
esto! ¿Y quién demuele la fe de los católicos?”.
Para Monseñor Lefebvre, estas
reuniones inter-religiosas al estilo de Asís hechas en nombre de los nuevos
principios del Vaticano II:
« Es diabólico. Es
diabólico (…) Entonces, ¿quién es este papa?… Yo no sé qué
decirles, verdaderamente… no lo sé… Pero en todo caso él está inspirado por el
diablo cuando hace esto… No está inspirado por el Espíritu Santo, no es
posible… Él está inspirado por el diablo, y al servicio de la
masonería, es evidente. La masonería siempre ha soñado esto: la
reunión de todas las religiones”
Pero para Francisco:
“Gracias al Espíritu del
Concilio, la Iglesia se ha abierto al mundo, pero muchos pasos deben ser
cumplidos todavía (…) Algunas voces piden regresar al pasado.
A esto se la llama “ser terco”, a esto se le llama querer “domesticar” al
Espíritu Santo, a esto se le llama volverse un “necio y tardo de corazón”.
En un sermón público (30 de
marzo de 1986), Monseñor Lefebvre, quince días antes de la visita de Juan Pablo
II a la sinagoga de Roma (13 de abril de 1986), declaró:
« Es posible que
estemos en la obligación de creer que este papa no sea papa. Yo
todavía no quiero decirlo de una manera solemne y formal, pero a primera
vista parece que sea imposible que un papa sea pública y formalmente hereje.
Nuestro Señor le prometió estar con él, de mantenerlo en la Fe, sin que él
pueda errar en la Fe, pero ¿puede ser al mismo tiempo públicamente hereje y
casi apostatar? Este es un problema que no me concierne solamente a mí, sino
que les concierne a todos”.
Este « problema que nos
concierne a todos » todavía es de actualidad. Benedicto XVI ha visitado
tres veces las sinagogas (Colonia 2005, Nueva York 2008 y Roma 2010) sin jamás
confesar la divinidad del Mesías y teniendo cuidado de omitir el nombre bendito
de Jesucristo. El cardenal Bergoglio participó el 14 de diciembre en la fiesta
judía del Hannuka, fiesta que simboliza la resistencia espiritual del judaísmo
a la asimilación griega, y encendió, vestido de la Kipáh, los siete cirios de
la menora. Según santo Tomas, “observar bajo el
régimen de la gracia las prescripciones de la ley mosaica” es “un
pecado grave casi igual a la idolatría, porque los dos son especies de la
superstición, que es un pecado mortal”. (2a 2ae q.
94 a. 3 ad 5).
Para Monseñor Lefebvre, Paulo
VI plantea “un serio problema a la conciencia de los católicos. ¿Cómo
un sucesor de Pedro pudo en tan poco tiempo causar tantos daños a la Iglesia
como la Revolución del 89?” La iglesia conciliar trata de hacer
venerar a Paulo VI así como a los monstruosos Juan XXIII y Juan Pablo II
quienes, para Monseñor Lefebvre, arruinaron “la fe católica,
públicamente, en particular en Asís (…) ¿Qué haría la Santa inquisición si
existiera todavía?”.
Francisco, el 20 de marzo de
2013, en un discurso a los representantes de las diferentes religiones,
agradeció calurosamente a su cismático “hermano André” (patriarca Bartolomeo
1ero), alabando a su venerado predecesor (Benedicto XVI) recordando ciertas
palabras del “Bienaventurado Juan XXIII”, dirigiéndose a los “distinguidos
representantes del pueblo judío” su confianza “que con la ayuda
del Altísimo” “el diálogo fraternal deseado por el concilio” continúe
llevando “buenos frutos”; agradeció “cordialmente” a
los musulmanes “que adoran al Dios único”, asegurando
que “la Iglesia católica” estaba consciente de “la
importancia de la promoción de la amistad y del respeto entre los hombres y
mujeres de diversas tradiciones religiosas”.
¿Representa Francisco la forma
de pensar de la Iglesia católica? ¿No es este el discurso de un impostor? En la
iglesia conciliar, que reconoce al Vaticano II, “todo es nuevo: nuevo código
de Derecho canónico, nuevo misal, nueva eclesiología…”.
“O bien somos los herederos
de la Iglesia católica, es decir, por el reino de Nuestro Señor, o bien somos
herederos de aquellos que se esfuerzan por admitir los principios de los
derechos del hombre, basados sobre una verdadera apostasía, en vista de obtener
una presencia de servidores en el gobierno mundial revolucionario. Porque en el
fondo es esto: a fuerza de decir que ellos están a favor de los derechos del
hombre, de la libertad religiosa, la democracia y la igualdad de los hombres,
ellos tendrán un lugar en el gobierno mundial, pero será un lugar de
servidores”.
El Commonitorium de
San Vincente de Lérins enseña:
« Le pertenece a los
católicos conservar el depósito de los santos Padres, condenar las
novedades impías y, como lo ha dicho una y otra vez el Apóstol, de lanzar
anatema al que anuncie una doctrina diferente a la recibida (Gál. 1,9). De aquí sigue que
todo católico deseoso de probar que es hijo legítimo de nuestra Madre la
Iglesia, debe adherirse a la santa Fe de nuestros Padres, apegarse a ella y
morir por ella. Él debe también detestar las novedades impías, odiarlas,
combatirlas y perseguirlas”.
Es por eso que Roma
quiere “destruirnos, porque nosotros representamos” la “Tradición
que los condena”.
“La Tradición condena la
libertad religiosa. La Tradición condena este ecumenismo que no es católico, la
Tradición condena las reformas pos-conciliares que se hicieron (…) No
seamos de esa gente que acarician esperanzas ilusorias y que dicen: “Todo se
arreglará, todo se arreglará…” (…) es desde hace siglos que ellos
están preparando esto, desde hace siglos preparan esta alineación de la Iglesia
con el protestantismo y las ideas modernas, con los derechos del hombre, con
todas esas formas de pensar que son contrarias a la Tradición de la Iglesia”
(Mons. Lefebvre, conferencia espiritual en Ecône, 13-01-1983).
Por lo tanto, para ser
verdaderamente católico, hay que anatemizar las novedades impías y a sus
responsables, si no, es pecar de liberalismo:
“El liberal es un hombre que
venera al Buen Dios pero que respeta al diablo. Él aspira al orden y acaricia
la anarquía (…) Él es un hombre de concesiones a perpetuidad. Ustedes
distinguirán de inmediato al liberal por el temor de ser acusado de
reaccionario. En clínica, la ausencia de reacción, es la muerte”.
Así, Francisco en 2013, como
Juan Pablo II en 1991, “difunde sin descontinuar los principios de una
falsa religión que tiene como resultado una apostasía general”.
« Yo creo que
verdaderamente, vivimos en tiempos de la preparación para la llegada del
Anticristo. Es la apostasía, es destronar a Nuestro Señor Jesucristo, el poner
al mismo nivel a la Iglesia con las falsas religiones (…) No podemos decir que
el Papa es apóstata, que ha renegado oficialmente de Nuestro Señor Jesucristo,
pero en la práctica, es la apostasía” (Monseñor Lefebvre, Fideliter n°
59, sep. oct. de 1987, páginas 77-80).
El Buen Dios no nos pide
explicar si este misterio de iniquidad puede ir hasta “la apostasía de la fe
católica en la Iglesia romana” como lo piensa santo Tomás de Aquino
comentando a San Pablo, o si consiste en “eclipsar la Iglesia católica” por
una contra-iglesia como daría a entender el Apocalipsis de San Juan. El Buen
Dios no nos pide ni perder la fe ni negar los hechos para salvar una posible
explicación de su Palabra divina respecto a “las puertas del infierno” que no
prevalecerán en contra de su cuerpo místico.
Pero el Buen Dios sí nos pide
conservar la fe que hemos recibido, por gracia y sin ningún mérito de nuestra
parte, de difundirla y protegerla. Y por eso, lanzar el anatema sobre los
herejes, sabiendo que es costumbre en la Iglesia el calificar de herejes y
anatemizar a los herejes formales o materiales, a los fautores de herejías y a
los que cooperan con la difusión de la herejía por su silencio o su
negligencia…
Ya que “es en Roma que la herejía está instalada. Si
los obispos son herejes (incluso sin tomar este término en el sentido y con
consecuencias canónicas), no es sin la influencia de Roma” (Monseñor
Lefebvre, retiro sacerdotal, Ecône, 9 de septiembre de 1988).
El 10 de mayo de 2013,
Francisco pidió al patriarca ortodoxo Tawadros II “papa de Alejandría y de
la sede de San Marcos” de darle su bendición. Mas “es sospechoso de
herejía quien espontáneamente y a sabiendas, ayuda de alguna manera a la
propagación de la herejía o a la comunicación “in divinis” con los herejes,
contra lo que está prescrito en el Canon 1258” (Canon 2316).
En consecuencia, por deber de
conciencia y por amor de Dios, pero no por espíritu de querella o por
temperamento bilioso, yo declaro:
Yo, Padre Olivier Rioult,
sacerdote de la Iglesia Católica por la gracia de Dios, aunque indigno,
porque “yo me adhiero a la santa Fe de nuestros Padres” y quiero “morir” en
esta verdad, yo clamo anatema a las novedades impías, a
Benedicto XVI y a Francisco: ambos apóstoles de la libertad religiosa masónica.
El amor del prójimo me obliga a declarar sin ambigüedad la fe católica y sus
consecuencias. Es por eso que declaro rechazar la comunión con esos fautores de
errores, esos corruptores de la fe, esos destructores de la Iglesia y esos
traidores a Nuestro Señor Jesucristo.
“En tanto que el
Secretariado para la Unidad de los Cristianos mantenga el falso ecumenismo como
orientación, y las autoridades romanas y eclesiásticas lo aprueben, se puede
afirmar que ellas permanecen en ruptura abierta y oficial con todo
el pasado de la Iglesia y con su Magisterio oficial. Por lo tanto, es un deber
estricto para todo sacerdote que quiera permanecer católico, de separarse
de esta Iglesia conciliar, en tanto que ella no regrese a la Tradición del
Magisterio de la Iglesia y de la fe católica”. (Monseñor Lefebvre,
Itinerario Espiritual)
Esperando, oremos como el Padre
Kolbe:
« Oh María, concebida sin
pecado, rodad por nosotros que recurrimos a Vos y por todos aquellos que no
recurren a Vos, especialmente por los masones ».
Fin.
Padre Olivier Rioult, fsspx.
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