Transcripción
de la parte más importante de esta larga conferencia que Monseñor Williamson
dictó en Brémien (Francia) el 17 de julio de 1994
Fue precisamente en julio de 1994 que Monseñor Fellay fue elegido como Superior general de la Fraternidad.
Fue precisamente en julio de 1994 que Monseñor Fellay fue elegido como Superior general de la Fraternidad.
“¿Saben ustedes que los obispos no siempre son inteligentes?
Ustedes
quieren sin duda palabras de aliento. Pues bien, yo puedo decirles lo que dijo
San Pío X al cardenal Merry del Val: “Eminencia, esto va mal”. Personalmente, cuando
las cosas van mal, prefiero que me lo digan. Para mí es una bocanada de oxígeno
cuando alguien me dice las cosas como son. Y cuando tratan de ahogarme con los
he, he, he, hehhh, me pongo mal. Porque hoy las cosas están muy mal. En mi
opinión, lo siento (no sé si vale la pena grabar estas palabras) ¡porque esto
va a destrozar mi carrera, puede destrozar mi carrera! Bien, destrocen
mi carrera si quieren, estoy listo, en todo caso las cosas están mal, mal en el
mundo y en la Iglesia.
¿Y en la Fraternidad? Mmmmmm, allí, ved como yo destrozaré mi carrera…
Sería muy agradable decir: ¡Ah! abrimos casas en todas partes, construimos, vamos a otros países, tenemos vocaciones, todo el mundo es bello, todo el mundo es dulce, todo el mundo es joven, todo el mundo es gentil, todo el mundo está entusiasmado, tenemos obispos nnnnnn… ellos son amables, jejeje… ¡Hum! (Silencio).
¿Por qué la Fraternidad gozaría de protecciones especiales contra estas fuerzas del día tras día desencadenadas y que han arrastrado a miles de sacerdotes y de obispos excelentes a la Iglesia oficial?
Yo podría contarles, ¡sería muy edificante! ¡Es la realidad! Y la Fraternidad, ¿que tiene para oponerse a esta oleada, a este desencadenamiento de demonios? ¿Y del mundo, de la carne y de los demonios? ¿Qué tiene la Fraternidad para protegerse? ¿Cuáles son sus cualidades, cuáles sus garantías? ¿La juventud? ¡Ay!
¿Y en la Fraternidad? Mmmmmm, allí, ved como yo destrozaré mi carrera…
Sería muy agradable decir: ¡Ah! abrimos casas en todas partes, construimos, vamos a otros países, tenemos vocaciones, todo el mundo es bello, todo el mundo es dulce, todo el mundo es joven, todo el mundo es gentil, todo el mundo está entusiasmado, tenemos obispos nnnnnn… ellos son amables, jejeje… ¡Hum! (Silencio).
¿Por qué la Fraternidad gozaría de protecciones especiales contra estas fuerzas del día tras día desencadenadas y que han arrastrado a miles de sacerdotes y de obispos excelentes a la Iglesia oficial?
Yo podría contarles, ¡sería muy edificante! ¡Es la realidad! Y la Fraternidad, ¿que tiene para oponerse a esta oleada, a este desencadenamiento de demonios? ¿Y del mundo, de la carne y de los demonios? ¿Qué tiene la Fraternidad para protegerse? ¿Cuáles son sus cualidades, cuáles sus garantías? ¿La juventud? ¡Ay!
Es tan
amable la juventud, es bella, tiene la fuerza de la juventud, las fuerzas
físicas, pero la experiencia, la edad, la sabiduría de los años… Muy queridos
amigos, todos hemos sido beneficiados por la Fraternidad, ella ha hecho grandes
y bellas cosas para todos nosotros, ¡ciertamente las ha hecho por vuestro
servidor! Ciertamente, y espero que mañana o pasado mañana, mientras ella sea servidora
de la fe y de la Iglesia, ¡yo daría mi vida por la Fraternidad! ¡Pero a
condición de que ella permanezca fiel! ¿Y eso? La juventud, es amable, pero no
es sabia. ¿Cómo querían que fuera? ¡Lo señalo con circunflejo para los
gramáticos franceses! Para eso tengo una maquinita, para hacerme entender,
lamento si no me hago entender, ¡porque yo no digo cosas que hagan avanzar mi
carrera!
Pero pensemos en los años, yo evocaba los años cincuenta y sesenta, la Iglesia católica, la Iglesia que entonces estaba sana en apariencia en ese momento, que parecía portarse bien, que parecía muy fuerte, en los años cincuenta, esta Iglesia, bajo Pío XII se oponía heroicamente al oleaje del mundo moderno. Después de la Guerra Mundial, los intelectuales, en Inglaterra en todo caso estaban dispuestos a reconocer que el comunismo era una falsedad, que no había más que el catolicismo, hubo muchas conversiones, 100.000 conversiones al año, ¡y para los ingleses eso es algo! ¡100.000 por año! Y Estados Unidos, muchas conversiones también, el mundo parecía bajar las armas y rendirse a la verdad. ¿Qué pasó en los años 60? ¡Pasó exactamente lo contrario!
Es la verdad quien bajó las armas y es la Iglesia Católica quien se rindió al mundo moderno con el Vaticano II.
Entonces yo les doy un escenario, no digo que así sucederá, solamente digo que podría ser así. En los años 90 la hermosa pequeña Fraternidad resiste heroicamente con todos sus pequeños sacerdotes, resiste heroicamente a las debilidades y a las traiciones de la iglesia oficial y… se esbozan las conversiones y los intelectuales comienzan a darse cuenta que el Novus Ordo no funciona, que la iglesia oficial es falsa, y en el momento mismo que toda la iglesia oficial esté en el punto de bajar las armas, de rendirse a la verdad, yo digo que podríamos ver esto, no que lo veremos.
Pero pensemos en los años, yo evocaba los años cincuenta y sesenta, la Iglesia católica, la Iglesia que entonces estaba sana en apariencia en ese momento, que parecía portarse bien, que parecía muy fuerte, en los años cincuenta, esta Iglesia, bajo Pío XII se oponía heroicamente al oleaje del mundo moderno. Después de la Guerra Mundial, los intelectuales, en Inglaterra en todo caso estaban dispuestos a reconocer que el comunismo era una falsedad, que no había más que el catolicismo, hubo muchas conversiones, 100.000 conversiones al año, ¡y para los ingleses eso es algo! ¡100.000 por año! Y Estados Unidos, muchas conversiones también, el mundo parecía bajar las armas y rendirse a la verdad. ¿Qué pasó en los años 60? ¡Pasó exactamente lo contrario!
Es la verdad quien bajó las armas y es la Iglesia Católica quien se rindió al mundo moderno con el Vaticano II.
Entonces yo les doy un escenario, no digo que así sucederá, solamente digo que podría ser así. En los años 90 la hermosa pequeña Fraternidad resiste heroicamente con todos sus pequeños sacerdotes, resiste heroicamente a las debilidades y a las traiciones de la iglesia oficial y… se esbozan las conversiones y los intelectuales comienzan a darse cuenta que el Novus Ordo no funciona, que la iglesia oficial es falsa, y en el momento mismo que toda la iglesia oficial esté en el punto de bajar las armas, de rendirse a la verdad, yo digo que podríamos ver esto, no que lo veremos.
¿Qué es lo que podríamos ver? La Fraternidad que baja las armas y se rinde a la iglesia oficial.
Yo no digo que será así, solamente digo que podría ser así. Ya lo hemos visto, no solamente con una pequeña Fraternidad sino en toda la iglesia oficial que se desmoronó. Con mayor razón, con mucha mayor razón una pequeña fraternidad ¿no podría rendirse? ¿Qué es lo que nos protege? ¿Qué es lo que nos garantiza? Esta es una consideración negra, queridos amigos pero ¿qué quieren? Yo prefiero el oxígeno al gas nocivo del optimismo, de la fantasía. La gente está inundada de fantasía en todas partes. Se han separado de lo real y todo el mundo está inundado de lo irreal, se sumerge en la irrealidad, en la fantasía y esta corriente de la fantasía que se aleja de la realidad es cada vez más fuerte.
Entonces, ¿cómo quieren que valientes sacerdotes le hagan frente a todo esto? ¡Con la ayuda de Dios, sí! Si Dios no ayuda, entonces piensen en esto:
Toda
congregación y sociedad católica, en la Iglesia, antes tenía sobre ella a la
Congregación del Clero, la Congregación de los religiosos, yo no sé. Y si había
alguna cosa que estuviera mal en una sociedad, comprendiendo a estas, una
debilidad por parte de sus jefes, lo que humanamente jamás se excluye, en ese
tiempo cabía la posibilidad de apelar a Roma, y Roma podía intervenir
y recientemente Roma intervino en la Fraternidad San Pedro, yo no sé si ustedes
lo saben, pero en el interior de la pequeña Fraternidad San Pedro, no sé si lo
recuerden, este pequeña Fraternidad vino a la existencia en el ‘88, compuesta
de sacerdotes que dejaron la Fraternidad porque no estuvieron de acuerdo con
esta resistencia a Roma por parte de la Fraternidad, y estos sacerdotes
constituyeron otra pequeña sociedad, Fraternidad San Pedro que estaría sometida
a Roma, ¡bien! Pero se continuaría con la misa buena, tenían el mejor de los
mundos posibles, ¡se tenía el aval de Roma y tendrían la misa buena! Muy bien.
Entonces esta pequeña Fraternidad que surgió en ese momento, que estaba
sometida a Roma, eligieron un superior general que no le agradó a Roma y Roma
intervino y evacuó al elegido y lo reemplazó por el antiguo superior general
que sigue siéndolo hasta este día. Este es simplemente un ejemplo de cómo Roma
puede intervenir.
En ese caso, para bien o para mal. En otros tiempos, era generalmente por bien, ahora es generalmente para mal, por eso es mejor no someterse a Roma.
Pero atención, hay un precio a pagar y el precio a pagar es que no hay nadie encima de nosotros, no hay nadie, ¡nuestro consejo general, nuestro pequeño superior general es el techo! No hay nadie arriba, ¡es peligroso!
Estando iguales todas las cosas, es peligroso en sí. No es normal. Es necesario que sea así porque someterse a Roma hoy en día es abrazar la traición, por lo que no podemos hacerlo, completamente de acuerdo, ponernos bajo esos oficiales de la Roma actual. Pero hay que pagar el precio que estamos abandonados a nosotros mismos. Con el tiempo se adquiere la sabiduría: por sus frutos, creo que podemos decir que Monseñor Lefebvre poseía una sabiduría excepcional –sin culto de personalidad- pero teníamos a nuestra disposición esa experiencia. Él tenía 65 años cuando fundó la FSSPX, tenía 89 años cuando murió, me parece, por lo tanto fueron los últimos 20 años de su vida. Tenía una gran experiencia ¿no es así? ¿Cuántos viejos tenemos entre nosotros ahora? no muchos, y como dice el proverbio: si la vejez pudiera, si la juventud supiera… ¡cómo es útil tener cabezas ancianas, y no es suficiente tener cabezas ancianas, hay que saber consultarlos! Si los tenemos y no los consultamos, ¿de qué sirve?
En ese caso, para bien o para mal. En otros tiempos, era generalmente por bien, ahora es generalmente para mal, por eso es mejor no someterse a Roma.
Pero atención, hay un precio a pagar y el precio a pagar es que no hay nadie encima de nosotros, no hay nadie, ¡nuestro consejo general, nuestro pequeño superior general es el techo! No hay nadie arriba, ¡es peligroso!
Estando iguales todas las cosas, es peligroso en sí. No es normal. Es necesario que sea así porque someterse a Roma hoy en día es abrazar la traición, por lo que no podemos hacerlo, completamente de acuerdo, ponernos bajo esos oficiales de la Roma actual. Pero hay que pagar el precio que estamos abandonados a nosotros mismos. Con el tiempo se adquiere la sabiduría: por sus frutos, creo que podemos decir que Monseñor Lefebvre poseía una sabiduría excepcional –sin culto de personalidad- pero teníamos a nuestra disposición esa experiencia. Él tenía 65 años cuando fundó la FSSPX, tenía 89 años cuando murió, me parece, por lo tanto fueron los últimos 20 años de su vida. Tenía una gran experiencia ¿no es así? ¿Cuántos viejos tenemos entre nosotros ahora? no muchos, y como dice el proverbio: si la vejez pudiera, si la juventud supiera… ¡cómo es útil tener cabezas ancianas, y no es suficiente tener cabezas ancianas, hay que saber consultarlos! Si los tenemos y no los consultamos, ¿de qué sirve?
Algunas
felices consideraciones, amigos míos, para alegrarlos en este sofocante mes de
julio de 1994.
Pero a fin de cuentas, ¿por qué nos salvaríamos?
Bien, nosotros hemos querido tratar de ser fieles ¡sí, de acuerdo! Hemos hecho lo mejor, sí, y el Buen Dios estará agradecido, ciertamente, pero no hay que hacerse ilusiones, yo no quiero que esto se destruya, y con la ayuda de Dios, no haré nada para eso, pero digamos que si se destruye, no me sorprendería. A cada día su propia pena, dice Nuestro Señor, entonces, las penas de mañana no hay que afrontarlas hoy, pero cuando menos veamos claro, y para ver claro, es inútil decir que uno es valiente, o joven, o enérgico, o que ha tenido éxitos.
Pero a fin de cuentas, ¿por qué nos salvaríamos?
Bien, nosotros hemos querido tratar de ser fieles ¡sí, de acuerdo! Hemos hecho lo mejor, sí, y el Buen Dios estará agradecido, ciertamente, pero no hay que hacerse ilusiones, yo no quiero que esto se destruya, y con la ayuda de Dios, no haré nada para eso, pero digamos que si se destruye, no me sorprendería. A cada día su propia pena, dice Nuestro Señor, entonces, las penas de mañana no hay que afrontarlas hoy, pero cuando menos veamos claro, y para ver claro, es inútil decir que uno es valiente, o joven, o enérgico, o que ha tenido éxitos.
Pero esto
continuará, probablemente esto continuará, y no es solamente porque uno
es joven, valiente y enérgico, eso no es suficiente. Es necesaria la sabiduría
y una ayuda divina particular, una ayuda de Dios o de la Santísima Virgen,
es muy posible que el Buen Dios mantenga en existencia a la Fraternidad hasta
el principio del desenlace de esta crisis, es posible que se piense que Dios no
abandonará jamás a su rebaño y que sus pequeños sean abandonados a la
desesperanza y si se piensa que la Fraternidad es necesaria para [ininteligible]….
la desesperanza, entonces es posible que Dios mantenga a la Fraternidad, nada
le impide hacerlo ¡nada se lo impide ! Pero no es imposible por el contrario que la Fraternidad siga el
movimiento general y se deje engullir para que nos demos cuenta de nuestra
fragilidad y de lo poco que podemos hacer por nosotros mismos. Y no digo que
este sea el caso, pero decir que jamás será el caso, es peligroso, el orgullo,
la vanidad, la presunción, es peligroso".