Madrid, 1º de abril de 1950.
“Rindo mi sentido homenaje a los doce Obispos,
4.000 sacerdotes, 2.000 religiosos, doscientas religiosas y millares de
personas piadosas que murieron perseguidos por razón de su fe confesando al
Señor.
“Frente al rencor satánico de sus
verdugos, ofrecieron su mansedumbre y su perdón. El odio sectario de los
enemigos de Cristo alfombró el camino de su gloria. Aportación cuantiosa al martirologio
de la Iglesia no igualada por ningún otro pueblo de nuestra era.
“Si el ofrecimiento de la vida
constituye el más grande y hermoso de los holocaustos, la sangre de los
mártires es la que sin duda mueve más el corazón amantísimo de Jesús.
“Legión angélica de 7.000 mártires,
valiosos intercesores de la Patria que tanto amaron. Ellos fueron parte
principalísima de nuestra victoria y hoy fieles celadores de nuestra grandeza.
“¡Dichosa la tierra que cuenta con tales
hijos, pues no puede ser abandonada por la mano de Dios!
“Ante su recuerdo besamos la tierra bendita
de nuestra Patria que regó su sangre y acogió sus restos.”
FRANCISCO FRANCO
(Fotocopia del autógrafo del Caudillo –íntegramente
redactado por su puño y letra-, en “Boletín informativo de la Fundación
Francisco Franco”, nº 40, enero-marzo 1987.)