Notoria es la remera que lleva puesta (a veces se cubren) la actriz: todo masónico: el triángulo invertido, el fondo blanco y negro y el ojo que todo lo ve. Encima, una cruz (¡!) |
Cierta
vez la señora que ostenta el cargo de presidente de la maltrecha Argentina,
Cristina “viuda negra” de Kirchner, asoció
la palabra “mesura” con “censura”, vaya uno a saber por qué. Menos desubicado
es recordar que la palabra actriz rima con meretriz, para decirlo un poco en
general y advirtiendo los espectáculos que se producen en estos tiempos de
debacle artística y moral sin precedentes. Y hoy día abundan las actorzuelas
que luego de vender sus carnes multimediáticamente se arropan de ideologías de
prensa comprada para salir a hablar cual si fueran intelectuales de fuste cuyas
reflexiones merecen la mayor de las consideraciones. Una de esas féminas
desvergonzadas y promotoras de cuanta causa criminal y anticristiana encuentran
a su paso, siempre adornadas de billetera tan gruesa como sus traseros, es esta
Florencia Peña, que destaca, en el diario de capital judío “Tiempo Argentino”,
algo bueno que encuentra en el Papa (http://tiempo.infonews.com/2013/03/31/espectaculos-99204-el-humor-es-esencial-para-el-ser-humano.php).
–En lo personal, ¿vos
cómo lo tomaste? (el fervor por el Papa)
–No
salí a festejarlo, lo miré con cautela. No creo en la institución de la
Iglesia, pero sí creo en la libertad de creer en la religión que cada uno
quiera. En mi caso soy una descreída de la institución desde hace muchos años,
creo que se ha quedado muy lejos de las necesidades de la gente y el último
ejemplo es lo que pasó con el matrimonio igualitario. Entonces, como descreo en
la institución me cuesta creer en el Papa. Más allá de mis pensamientos
particulares respecto a Bergoglio, creo que hay algo bueno que está sucediendo
y es que él decidió ponerse en un lugar más de cura tercermundista que de cura
ortodoxo. Y eso me gusta, me parece interesante.