"Dentro de cada cristiano hay
un judío"
Imagen de archivo. El Cardenal Bergoglio escandalosamente "rabinizado". |
HENRIQUE
CYMERMAN
Jerusalén
Corresponsal
El
Papa habla de ecumenismo con su amigo el rabino Skorka y 'La Vanguardia' en su
residencia de Santa Marta | "El papa Francisco es un revolucionario",
afirma el rabino Skorka | "Por favor rezad por mí. Lo necesito", nos
pide, también a nosotros, su Santidad | Skorka: "Es probablemente el mejor
amigo del pueblo judío en la historia del Vaticano" | Y con los
palestinos: "Pero que nadie piense que no tendrá una postura ecuánime ante
el conflicto"
Internacional
| 23/06/2013
El
Papa junto a Skorka (izquierda) y Cymerman (derecha) LVE
"La
amistad entre el rabino Abraham Skorka y yo es un ejemplo de que el diálogo en
el mundo es posible y que la amistad es posible. Ese es mi principal
mensaje", declaró a La Vanguardia el papa Francisco, tres meses después de
su elección como jefe de la Iglesia católica. El rabino argentino, con el que
le une una larga y estrecha amistad, contestó al Pontífice: "Ese es el
mejor de los mensajes que podemos dar. Y que algún día se pueda juntar a Roma y
a Jerusalén en una nueva realidad de paz".
El pasado abril, este
corresponsal dio una serie de conferencias en Buenos Aires sobre Oriente Medio.
Al final del acto principal me hicieron una pregunta que me dejó estupefacto:
"¿Te gustaría encontrarte con el papa Francisco en el Vaticano? Ambos
queremos hacer la revolución". Era Skorka, jefe del
seminario rabínico conservador judío de Buenos Aires y líder de la comunidad
Bnei Tikva. Pocos entienden tan bien
la forma de pensar del Francisco como este judío argentino.
Su
relación empezó en 1990, en un acto en el que se conmemoraba la independencia
de Argentina. El rabino y el actual Papa, que en esos años se convertiría en
arzobispo de Buenos Aires, se dieron la mano. "El momento clave en nuestra
relación fue cuando todo empezó con un chiste de Jorge Mario Bergoglio. Yo
quería saludarle y comentarle una cuestión teológica de su discurso, pero él,
que es un acérrimo seguidor del equipo de fútbol San Lorenzo y que sabía que yo
soy del River, me miró con cara muy seria y me dijo: 'Según parece, este año
ustedes van a comer cazuela de gallina'. Y es que los fans del River son
llamados gallinas, ya que durante un cuarto de siglo no tuvieron mucho éxito...
En este chiste había un mensaje y era que al arzobispo no le gustaban los
protocolos y que su puerta estaba abierta", cuenta Skorka.
El
día en que Bergoglio fue elegido Papa, el rabino y su esposa lo seguían por
televisión: "Todo el tiempo yo le decía a mi mujer: 'Mi amigo Jorge Mario
va a ser Papa'. Y ella decía: '¡No, no, no puede ser!', como diciendo: '¡Pobre,
ya tiene muchos años! ¡Ya hizo mucho!'. Pero yo insistía: 'No, él va a ser', un
poco en broma y mucho en serio. No me extrañó, pero me sacudió el corazón, la
mente y el corazón".
Al
día siguiente, el móvil del rabino sonó en la calle, en Buenos Aires, y al otro
lado escuchó la voz de su amigo. "Hola, rabino Abraham. Estoy en el
Vaticano y no me dejan volver", le dijo con humor el Papa. Bergoglio que
pensaba que pronto se iría a una casa de retiros, pero el destino quiso algo
distinto. Aunque el rabino insiste: "Cada broma en él tiene un doble
sentido. Es una persona realmente humilde. Hay mucha gente que me dice: ¿Él se
hace o es?. Él es. No hay una cuestión hipócrita en él".
Días
después de la conferencia, el rabino llamó a este corresponsal para comunicar
que el Papa nos esperaba el 13 de junio, fecha en la que se cumplían tres meses
de la fumata blanca. Incrédulo aún, nos encontramos en Castel Gandolfo, en la
residencia de verano del Pontífice. Allí, Skorka y diez rabinos más
participaban en un congreso judeocristiano con 20 sacerdotes de todo el mundo
bajo el patrocinio de Francisco. De allí partimos en coche hacia el Vaticano y,
por el camino, bromeé con Skorka acerca de la confluencia de varios argentinos
en puestos de éxito, como el nuevo Pontífice, la reina Máxima de Holanda o Leo
Messi. "Es una cuestión paradójica -respondió-. En Argentina hay mucha
gente brillante. Lo puedo decir por mi querido amigo, el papa Francisco;
brillante también en deporte, como Messi... Lo que no logramos hacer son
equipos brillantes. O sea, una sociedad donde el brillo de cada uno pueda
asociarse con el brillo del otro y crear una sociedad maravillosa, plena de brillo.
En eso no somos buenos, todavía".
Al
llegar al Vaticano, pregunté al rabino si había entregado a alguien los nombres
y datos de los que le acompañábamos. "No, el Papa me dijo cómo llegar y
eso es todo. Él sabe que vengo contigo". Al entrar en el Vaticano, la
Guardia Suiza nos paró. "Tenemos una cita personal con el Papa",
dijimos. "¿Usted también?", me preguntaron. "No, yo soy
periodista, pero acompaño al rabino". Normalmente, los periodistas no
entran en la casa de Santa Marta, donde vive el Santo Padre, pero tras hacer
una llamada se abrieron las puertas de par en par y nos invitaron a entrar. Así
ocurrió en dos puestos de control más, hasta llegar al hogar del papa
Francisco.
Nos
hicieron esperar en una sala y, de repente, surgió una figura amable y humilde,
con una simple cruz de plata al pecho y despojada de los clásicos ornamentos
dorados y zapatos rojos. Tras abrazarse largamente con el rabino y saludarnos
uno a uno, dijo: "Queridos amigos, bienvenidos. ¡Qué alegría! Bendito sea
Dios y ojalá traiga la paz". Y
añadió: "Nuestra amistad que dura ya tantos años y es tan profunda es la
prueba de que el diálogo entre religiones y seres humanos es posible".
A lo lejos nos seguía un cardenal que observaba con curiosidad y sorpresa.
El
Papa y Skorka se retiraron a comer y yo esperé el final de su encuentro. A los
pocos minutos apareció el Pontífice exclamando: "¡Me acabo de enterar de
que ustedes esperan al rabino! Por favor, acompáñenme para que les den algo de
comer en mi comedor". Y guiñando el ojo añadió: "¡Aunque sea un
sándwich!".
"¿Y
usted nos lleva?", pregunté mientras caminábamos por los pasillos de la
residencia entre las caras sorprendidas de los residentes de Santa Marta.
"Les invito a comer. Son vicios de párroco", comentó el Papa.
Tras felicitarle por la
clasificación de su equipo de toda la vida, el San Lorenzo, para la copa de
Sudamérica, él, que aún no conocía la noticia, se entusiasmó por momentos y
contestó: "Llevo siempre su foto en la camisa, sobre el corazón".
Y añadió: "El otro día vi a un adepto de mi equipo en la plaza de San
Pedro y le hice la señal de tres a cero, que fue el resultado de la victoria de
nuestro club".
Entramos
en el comedor, en el que Francisco comparte mesa con sacerdotes de todos los
rangos y países, y pidió a las monjas que se ocuparan de nosotros y nos dieran
de comer. Las miradas sorprendidas de los comensales demostraban, una vez más,
que para algunos no es fácil acostumbrarse al cambio de estilo en la era de
Francisco, a este fin del papado medieval (sobre todo si se compara con su
predecesor, Benedicto XVI, que no se movía de un sitio a otro sin estar
acompañado por su séquito).
Desde
el momento en que se conocieron en Buenos Aires, el entonces arzobispo
Bergoglio y el rabino Skorka se fueron acercando gradualmente y empezaron a
encontrarse varias veces al mes. Debatían cuestiones teológicas, sobre las
relaciones entre judaísmo y cristianismo, la forma de luchar contra el
fanatismo y el antisemitismo y temas de actualidad mundial. "A menudo el
arzobispo venía a verme a mi comunidad en metro. Él siempre quiere estar junto
a la gente y, cuidado, eso a veces le exponía e incluso recibía insultos. Y sin
embargo siempre viajaba en metro", destaca el rabino. A lo largo de los
años, ambos decidieron plasmar sus diálogos y opiniones en un libro conjunto,
Sobre el cielo y la tierra, en el que debaten cuestiones como Dios, el diablo,
el fundamentalismo, la muerte, el divorcio, conflictos como el árabe-israelí y
el holocausto.
Sobre el holocausto, el
Papa plantea algo que puede generar polémica en ciertos sectores de la Iglesia
y que el rabino Skorka subraya: "Él dice que hay que abrir los archivos
para tratar de entender, realmente, cuál fue la actitud de la Iglesia. Por un
lado analizamos la shoah, y él toma una postura que la podría tomar un judío:
fue un crimen único en la historia de la humanidad, un evento especialmente
dramático. Ni siquiera todos los judíos tienen este punto tan claro como lo
tiene él. Y
por otro lado analizamos la actitud de Pío XII con total claridad, porque
nosotros hablamos sin barreras. No entiendo bien qué es lo que ocurrió, cómo
pudo callar. El Papa dice que hay que abrir los archivos, hay que investigar,
hay que saber la verdad y, en el caso de que haya culpa, asumir la culpa. Ambos
creemos que el antisemitismo y otras formas de racismo son un pecado".
Francisco llegó a comentar a este diario
que "dentro de cada cristiano hay un judío", a lo que el rabino añadió: "Este es
probablemente el mejor amigo del pueblo judío en la historia del Vaticano".
En
los últimos años, Bergoglio y Skorka grabaron, además, 30 programas de
televisión para el arzobispado de la capital argentina, en los que debatieron
sobre distintas cuestiones religiosas y de actualidad. Lo que más sorprendió al
rabino fue cuando el periodista argentino Sergio Rubín, que escribió una
biografía autorizada del Papa, El jesuita, le llamara para pedirle que
escribiese el prólogo del libro. Skorka replicó sorprendido: "¿Yo? ¿Un
judío?". Y el escritor comentó: "Eso fue lo que decidió Su
Santidad". El rabino añade: "Cuando más tarde le pregunté al papa
Francisco por qué me eligió a mí, dijo simplemente: 'Porque me salió del
corazón'".
En
sus encuentros con líderes europeos, el Papa comenta que la crisis en Europa no
es sólo económica sino, ante todo, humana, y les pide que resuelvan rápidamente
el drama de los millones de jóvenes desempleados. El rabino Skorka reconoce que, en el fondo, "el papa Francisco es
un revolucionario" y, en
Argentina, su biógrafo le llegó a llamar "el che Francisco".
Cuando pregunté a Skorka si ante tanto cambio le preocupa la integridad física
del Papa, contestó. "Claro que sí, me preocupa mucho pero los dos somos
hombres de fe y estoy seguro de que Dios lo va a cuidar".
Mientras
comíamos en el comedor del Papa, uno de los jóvenes que trabaja en el lugar se
dirigió a nosotros: "El Santo Padre pide que le avisen cuando terminen de
comer para que se pueda reunir con ustedes". Tras esperar tres minutos en
la sala de visitas de Santa Marta, Francisco y el rabino aparecieron, dando
inicio a una larga conversación informal de casi una hora de duración.
Primero,
el Papa dedicó libros a la Biblioteca Nacional de Jerusalén y al presidente de
Israel y Nobel de la Paz, Shimon Peres. Luego le pregunté si pretende seguir
los pasos de Juan Pablo II y visitar Tierra Santa, Israel y la ciudad palestina
de Belén. El Papa contestó que Peres le ha invitado y que Skorka le propuso
hacerlo conjuntamente, como un acto de entendimiento entre el cristianismo y el
judaísmo. "Juntos pero cada uno en
su creencia -subrayó el rabino-, pero ese sería el sueño de mi vida".
El Papa comentó que lo está estudiando y que la idea sería hacerlo a principios
del 2014.
Lo
más probable es que, de celebrarse esa visita, sea en febrero o, en cualquier
caso, antes del final de la presidencia de Peres, en julio del año que viene.
El presidente israelí está convencido de que Francisco puede contribuir de
forma notable al acercamiento entre israelíes y palestinos y a la lucha contra
el terrorismo. Quizá encabezando una conferencia internacional de líderes
religiosos de las principales creencias para que, con su fuerza moral, rechacen
aquellos que asesinan en nombre de Dios y declaren que el terrorismo se opone a
la fe.
En
uno de los programas del arzobispado, Bergoglio declaró: "El fanatismo es
un problema ideológico, es una construcción mental que se impone en todo el ser
hasta tal punto que yo diría que hasta llega a negar que somos de carne y
espíritu. La carne pasa a un lado, domina lo ideológico. Lo que vemos en los
casos tanto de los kamikazes como de los guerrilleros suicidas es cómo la
propia vida no tiene sentido sino que lo que tiene sentido es la idea que yo me
hice. Es un problema ideológico donde el detalle pasa a ser el eje central".
En
las próximas semanas, el presidente palestino, Mahmud Abbas, tiene previsto
desplazarse a Roma para reunirse con el presidente italiano, Giorgio
Napolitano, y para mantener una audiencia con el Pontífice. Según declararon a
este diario fuentes de la Muqata, la sede palestina de Ramala, la intención es
presentar una invitación oficial a Francisco. "Su política será muy
equilibrada -insiste Skorka- y tomará en cuenta los derechos de los árabes. Él
entiende la importancia del Estado de Israel para el pueblo judío, pero que
nadie piense que no tendrá una postura ecuánime en todo lo que concierne a la
solución del conflicto".
Al
despedirse de nosotros, el papa Francisco tuvo tiempo para otro gesto de
humildad y humor a la vez: "A los invitados hay que acompañarles hasta la
calle por dos motivos: para asegurarse de que se van y para que no se lleven
nada que no les pertenece".
Y
añadió: "Por favor rezad por mí. Lo necesito".