OPERACIÓN
SUPERVIVENCIA – OPERACIÓN SUICIDIO
El 30 de junio de 1988, Monseñor Lefebvre consagró
cuatro Obispos para la FSSPX. Hoy se cumplen veinticinco años de ese gran
acontecimiento.
Decía Monseñor Lefebvre, en su sermón, que las
ordenaciones episcopales eran la operación
“supervivencia” de la Tradición. Esta jornada de hoy -cito a Monseñor- es la operación “supervivencia”. Y si
hubiera hecho esa otra operación con Roma, siguiendo los acuerdos que habíamos
firmado y poniendo en práctica a continuación estos acuerdos, haría la
operación “suicidio”. Así pues, no hay elección: ¡debemos sobrevivir! Y por eso
hoy, al consagrar a estos obispos, estoy persuadido de hacer continuar, de
hacer vivir la Tradición, es decir, la Iglesia Católica.
LA
HORA DE LA TRAICIÓN: DE DAVID A SALOMÉ
Lo que Monseñor Lefebvre entonces no podía imaginar
era que uno de los Obispos consagrados, siendo su sucesor, 24 años más tarde,
iba a lanzar de nuevo la “operación suicidio”, al pretender someter la Fraternidad
a las autoridades romanas. Es imposible
someternos a la autoridad (…). Sería ponernos en sus manos y por consiguiente
en las manos de los que quieren llevarnos al espíritu del Concilio, al espíritu
de Asís. No es posible. (…), decía Mons. Lefebvre en ese sermón.
¿La
Fraternidad ha depuesto la intención de buscar un reconocimiento canónico por
parte de Roma? No. La prueba está en que las condiciones puestas por el capítulo
general de julio del año pasado no han sido revocadas. Esas condiciones son una
verdadera “oferta de venta” de la congregación.
Eso de que las seis condiciones protegen a la Tradición es una mentira, como en
otro sermón hemos demostrado. Esas
condiciones son un ofrecimiento o
solicitación permanente a los romanos. En la declaración de este jueves 27
de junio, los tres Obispos de la FSSPX ratifican las seis condiciones y se
declaran a favor del acuerdo práctico. Estamos en plena “operación suicidio”. Esa
es la verdad.
La
congregación está dejando de ser un David que combate varonilmente contra el Goliat
liberal y modernista, y está siendo transformada en una Salomé -la hija de
Herodías e hijastra de Herodes Antipas-, esa miserable mujerzuela que bailaba y
se exhibía para agradar a los hombres.
QUIERO
LA CABEZA DE JUAN EL BAUTISTA
A propósito de ese episodio: Monseñor Williamson es
hoy como san Juan Bautista entonces. Así como San Juan Bautista era el
obstáculo que había que remover en orden a la unión adúltera de Herodes y
Herodías, Monseñor Williamson era el
obstáculo que había que quitar con miras a la unión adúltera entre la FSSPX y
Roma. Y no sólo en eso se parece Monseñor Williamson al Bautista, sino en la
fortaleza y otras muchas nobles virtudes y, sobre todo, en esa santa e inquebrantable intransigencia en
cuanto a la fe, intransigencia heredada de Mons. Lefebvre y traicionada
flagrantemente en la declaración doctrinal presentada por la Fraternidad al Vaticano
en abril del 2012.
Quiero
la cabeza de Juan el Bautista, dijo la
mujerzuela Salomé. Han transcurrido 25 años desde esas consagraciones y no estuvo
presente Monseñor Williamson en las celebraciones oficiales, sino que estuvo rodeado
de un puñado de Sacerdotes de la Resistencia, nuestros compañeros de trinchera.
Quiero la cabeza de Juan el Bautista.
Mons. Williamson ha sido expulsado por
los traidores. Es la Cruz de Cristo. Es el destino de los elegidos de Dios.
Porque dice el Evangelio: Bienaventurados
seréis cuando os odien los hombres, y os expulsen, y os ultrajen, y proscriban
vuestro nombre como malo por el Hijo del hombre. Gozaos en aquel día, y
regocijaos; porque vuestro premio será grande en el cielo. (Lc 6, 22-23).
¡TODOS
CONTRA WILLIAMSON!
¿Cómo no recordar en este momento, también, los sucesos
del año 2009? En esa ocasión Monseñor Williamson fue objeto del odio
mancomunado de judíos, masones, políticos izquierdistas y derechistas, creyentes
y ateos, católicos progresistas y católicos conservadores, medios de prensa, y,
en fin, de todo el mundo. Todos contra Williamson. Pilatos y Herodes eran
enemigos, pero se hicieron amigos cuando se unieron en causa común contra
Cristo. El mismo Superior General, en lugar de haber defendido lealmente a
Mons. Williamson en esos días, o en lugar de haber guardado un cauto silencio;
se unió a la jauría que vociferaba “¡quítenlo,
quítenlo!, ¡crucifíquenlo, crucifíquenlo!”. Monseñor Williamson ha sido entregado por los traidores. Si hay un
Obispo odiado por todo el mundo, ese es Monseñor Williamson. Pero si el mundo os odia, -dice Cristo- sabed que me odió a mí antes que a
vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo que es suyo: mas porque no
sois del mundo, antes yo os escogí del mundo, por eso el mundo os odia.
Acordaos de mi palabra, que yo os lo he dicho: El siervo no es mayor que su
Señor. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros (Jn 15,
18 - 20).
ESTOTE
FORTES IN BELLO
Estote
fortes in bello et pugnate cum antiquo serpente, et accipietis regnum æternum
(Sed valientes en la guerra y combatid
contra la serpiente antigua, y recibiréis el reino eterno). Esta es una antífona
del oficio de los Apóstoles, y Monseñor Williamson, como digno sucesor de éstos,
la ha clavado, cual bandera, en su ancho corazón de hombre y la ha puesto por
obra contra todo y contra todos a fin de ser hallado fiel, como reza su lema
episcopal: Ut Fidelis Inveniatur. A
fin de ser hallado fiel por Nuestro Señor Jesucristo, bajo cuyo estandarte -la
Cruz gloriosa- militamos en la Iglesia, en la Tradición y en la Resistencia
Católica. A eso vinimos al mundo: a combatir por Cristo. La guerra de Dios es
la vocación de todos los católicos.
DESDE
EL BENDITO SUELO GUADALUPANO
Su Excelencia: desde el bendito suelo guadalupano,
desde esta tierra regada con la sangre de los que tuvieron la hombría de morir
y de matar por Cristo, desde las últimas
trincheras cristeras rendimos hoy nuestro homenaje al único Obispo católico del
mundo que se mantiene totalmente fiel a Jesucristo, y le rogamos que cuente
con nosotros como sus esforzados soldados y servidores en esta lucha que no
admite treguas cobardes ni acuerdos traidores, en la guerra santa en contra del
maldito demonio liberal y modernista que ocupa y destruye la Iglesia de Cristo.
Y porque no olvidamos que no estamos hechos de acero
sino de barro, suplicamos a Nuestra señora de Guadalupe, Generala de la
Resistencia Católica, nos alcance de Dios la gracia para combatir y resistir
hasta el fin.