COMPENDIO
DE VERDADES OPORTUNAS QUE SE
OPONEN
A LOS ERRORES CONTEMPORÁNEOS
Mons.
Antonio de Castro Mayer
Sobre
la estructura de la Iglesia
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FALSO
En
el ambiente de majestad y distinción aristocrática que rodea a la Jerarquía
hay una imitación de los Príncipes temporales. El Obispo es Pastor, y no
Príncipe, por lo cual le conviene, no las apariencias de Príncipe, sino la
simplicidad y pobreza del Pastor.
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VERDADERO
Ya
que el hombre tiene sensibilidad es preciso que las exterioridades
manifiesten la naturaleza de las instituciones. Por esto, cuanto más alto sea
un cargo, tanto más solemne debe ser el ambiente que le rodea. El Obispo
tiene el Principado en la Iglesia de Dios. Y el Principado eclesiástico es de
una dignidad más eminente que el principado civil. Así tiene obligación de
rodearse del esplendor conveniente a su cargo. Como hombre privado, sin
embargo, debe ser riguroso en la práctica del desapego a todas las cosas
terrenas.
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Explanación
La sentencia impugnada
impresiona por el juego de palabras. Hace del Pastor la imagen del Obispo, pero
insinúa una identidad entre las dos condiciones, aunque entre ellas haya apenas
analogía. El pastoreo de los hombres tiene una dignidad claramente mayor que el
gobierno de las ovejas. Por lo que sería contrario al orden de las cosas que un
príncipe o un Obispo se presentase siempre como un pastor de rebaño.
Indirectamente nivelaría a los hombres con los animales. Es bien claro que el
esplendor episcopal de ninguna manera es incompatible con la mansedumbre, la
humildad, el desprendimiento y el trato paternal que deben distinguir al
Obispo. Así, puede y debe el verdadero Obispo, conservando la dignidad de su
cargo, ser el Padre de todos y de cada uno de sus diocesanos.