¿UNA IGLESIA POBRE O UNA POBRE IGLESIA?
¿Es casualidad o guarda una estrecha relación
el progresivo derrumbe en Iberoamérica de los regímenes neo-marxistas
populistas, con los cambios que simultáneamente se están llevando a cabo en la
Iglesia, para empezar con la renuncia de Benedicto? ¿En qué marco se inserta la
elección de un celebrado “Papa latinoamericano”? Lo que parece estar ocurriendo
es un cambio o evolución en el paradigma a través de un nuevo liderazgo
internacional que genere consensos a partir de la difusión por los mass-media
de una imagen “humilde” que hable de pobreza, paz, amor y fraternidad, como es
la del Papa Bergoglio bajo el nombre de Francisco, alguien capaz de propiciar
el diálogo y evitar las confrontaciones, llevando el ecumenismo, como ya lo
hizo en la Argentina, hasta sus últimas
consecuencias. El Santo de Asís cuyo nombre lo identifica ahora evoca en su
imagen estereotipada y falsa el ideal de la sencillez, la no violencia, la
ecología y la bobería políticamente correcta de aceptar todas las religiones y
todas las opiniones sin discriminar porque todos somos hijos de Dios iguales en
dignidad. Hay allí una aplicación del igualitarismo revolucionario que ya no
recurre a la religiosidad de los líderes que uno a uno han ido desapareciendo,
sino a la religiosidad de un nuevo líder capaz de aplicar de otro modo ese ideal
igualitario (sinónimo de la “libertad religiosa” del Vaticano II). No se olvide
que el pobrecito de Asís coesxiste en el santoral rojo con el Che Guevara y
Marx sin ningún problema. Y el despojamiento voluntario se toma ahora como un
despojamiento que incluye quitar a la Iglesia los últimos vestigios que la
identificaban como tal: la obra iniciada oficialmente en el Vaticano II viene
ahora a encontrar su culminación. Todo resto de “medievalismo” será extirpado y
pisoteado en nombre del amor a la pobreza y la humildad.
El casi derrumbe total de Cuba con sus
languidecientes jerarcas, la salida del gobierno de un alicaído Lula en Brasil,
luego la muerte extraña de Kirchner, ahora la muerte (inducida o no) de Chávez
en Venezuela y muy próximamente el final del gobierno de Cristina en Argentina
–ya agotado socialmente y enemistado con la comunidad judía, muy fácilmente
desplazable mediante maniobras financieras o alguna enfermedad de la primera
mandataria-, todo este derrumbe de las falsas esperanzas en el continente –esperanzas
sustitutas de la verdadera religiosidad católica, falsificada- vendría a ser
suplantado no mediante una nueva oleada política imposible de sostener, sino a
través de un movimiento religioso ecuménico que ha de capturar las voluntades a
fin de preparar el terreno para el advenimiento del Gobierno Mundial del
Anticristo. Del mismo modo en la cansada y derrotada Europa, el mensaje de la
pobreza, la austeridad y la humildad viene a dar pie a un reflorecimiento del
ideal democrático capaz de unir lo que la Unión Europea no pudo, que
encabezaría la Iglesia pero cuyo perfil sería la unificación de las ideas
religiosas por la empatía de las creencias que desde el Vaticano (Segundo o
Tercero) bajaría como mensaje. Y luego un gobierno mundial largamente reclamado
por los últimos Papas y por toda la comunidad internacional, tomaría este
mensaje para hacerlo presente e imponerlo como ídolo a las masas ya del todo
engañadas por la falsa prédica ecuménica cristiana.
De allí que salvo unos pocos izquierdistas resentidos
y retrógradas, que todavía no entienden la globalización, todas las fuerzas
progresistas, los teólogos de la liberación, los socialdemócratas, los
liberales, los conservadores, los judíos, los islamistas moderados, se
encolumnan tras la “esperanza” del nuevo y santo Papa. Porque es muy
gratificante para todos la mascarada de la “pobreza”: para los ricos porque
suena bien un lenguaje comprometido socialmente, aunque sus bolsillos estén
cargados con la sangre de los pobres; para los pobres porque se identifican con
alguien que parece entender sus penurias y padecimientos y no desean a nadie
que pueda mostrarse superior a ellos. La prédica igualitarista impregna todos
los ambientes: si el hombre es en realidad un dios –aunque no se lo diga-
entonces no puede haber superiores e inferiores. Las jerarquías son resabios de
un pasado retardatario. Ahora el Papa es un hombre como los otros. Es un hombre
que se inclina ante el pueblo antes de bendecirlo. Un hombre que, como se
afirma en una solicitada en un periódico, encarna “La Hora de los pueblos”. Que
es un santo porque viaja en subterráneo (¡!). ¿No se trata todo esto acaso de
un fariseísmo invertido? Mientras los fariseos que rechazaron a Nuestro Señor
se valían de pomposas exterioridades e infinitos preceptos para mostrar que
ellos eran santos (pues ayunaban y eran irreprochables moralmente), mientras
hacían todo con el fin de ser vistos, ahora se valen del despojamiento de toda
exterioridad y distinción y de todo precepto (pero también de una austeridad
personal) para mostrar al mundo la santidad de este Papa. Si el fariseo era,
como enseña Castellani, el Gran Casuista y el Gran Observante, hoy eso se
manifiesta siendo el Papa un gran “transgresor” (en la misma línea, podríamos
decir, de Néstor Kirchner, quien cuando arribó a la presidencia en Argentina,
para diferenciarse de sus predecesores, en especial de Carlos Menem, adoptó vestimentas
informales y actitudes espontáneas y populacheras, como ir hacia la gente o
salirse del protocolo, con resultados ridículos como golpearse la cabeza en
diferentes oportunidades; ¿pero no le pasó algo parecido recientemente al nuevo
Papa, cuando tropezó por ir a saludar a alguien?). Pero en el fondo ambos, los
que son pura exterioridad o pura “interioridad” desprecian la verdadera
religión, las enseñanzas de Nuestro Señor y su Santo sacrificio.
Alguien, entonces, debe llenar ese vacío de
liderazgo que en parte artificialmente se había generado con estos
“líderes” latinoamericanos para uso de las masas “católicas” o “cristianas”
latinoamericanas y europeas desilusionadas. Para eso la prensa mundial judaica
llena sus páginas y pantallas con propaganda a favor del nuevo Papa, instalando
la imagen de un humilde obispo que llega para limpiar la Iglesia no sólo de sus
lacras morales, sino también de sus restos de medievalismo litúrgico o
doctrinal. ¿Pero no estamos acaso hablando del cardenal Bergoglio? Sí, pero el
lavado que se le viene haciendo al catolicismo desde hace tantos años, y el
mensaje pluralista y antidiscriminador optimista que se ha venido vertiendo
sobre la subjetividad impresionable de las masas, no tiene posibilidad de ser
resistido sin la verdadera fe.
¿Y qué pasa en Europa? Europa languideciente
ya no soportaba un liderazgo abúlico del Papa “teólogo” alemán, acusado de
conservador e impotente ante los escándalos que se denunciaban. Creemos que
sólo ocupó ese lugar por ser entonces demasiado pronto para aplicar esta
táctica. Y porque le era posible, con su supuesto “conservadorismo”, acabar con
toda la resistencia tradicionalista católica, cosa que casi ha logrado del
todo, viendo lo que ocurrió con la Fraternidad San Pío X.
En Argentina, en tanto, se aprovecha la
euforia patriotera que inflan los medios para decir que hay un “Papa
peronista”, de modo tal que ese liderazgo se acreciente y convoque a quienes ya
no tienen a nadie detrás de quien correr o se aparten de un decaído gobierno kirchnerista
que se alejó del peronismo al que inicialmente dijo representar. Esto lo ha
entendido perfectamente la presidente Cristina Kirchner al demostrar su
malhumor con la ascención de Bergoglio al Papado.
Decíamos en otro momento que la renuncia de
Benedicto fue tan importante en la agenda ocultista del poder mundial como lo
fueron la “caída” del Muro de Berlín y el derrumbe de las Torres gemelas en
Nueva York (los tres acontecimientos, recuérdese, ocurridos en coincidentes
días 11, número simbólico masónico). El acto revolucionario de Benedicto fue el
comienzo del derrumbe del papado y con él de la Iglesia. La desacralización que
va a acrecentarse con Bergoglio convertido en Papa –todo en nombre de la
pobreza y la caridad- sólo va a hacer que la Iglesia vea más desfigurado su
rostro, para terminar siendo una Iglesia sincrética, apta para que en su trono
se siente el adorador de sí mismo, el Anticristo.
Las usinas de propaganda mediática ya
funcionan a pleno para instalar este nuevo modelo de papado democrático, no
jerárquico ni monárquico, un papado “del pueblo, por el pueblo y para el
pueblo”, como diría Lincoln. Así vemos en diferentes videos muy bien producidos
cómo se pondera al nuevo Papa, que viene a realizar una revolución para la
nueva iglesia que se necesita: la Iglesia de los pobres, es decir, una pobre
Iglesia sin fe, sin dogmas, sin doctrina, sin verdadero amor por los pobres a
quienes ya no educa, que se aggiorna
más a lo que el mundo le demanda: ya no ser la Iglesia de los católicos, sino
la Iglesia de todos, tengan la religión que tuvieren. Una Iglesia del mundo y
para el mundo. Una Iglesia terrena para el mundo y no para la gloria de Dios y
la salvación de las almas. Por eso los judíos han sido capaces de decir muy
contentos que Bergoglio es el Papa que la cristiandad necesita, con lo que
quieren decir: es el Papa que nosotros necesitamos. El Papa de todos…menos de Cristo. Y por eso
el Papa Bergoglio el mismo día de su elección escribió una carta al Gran Rabino
de Roma para decirle que desea contribuir a profundizar las relaciones
interreligiosas propiciadas por el Vaticano II.
Con más claridad que nadie lo dijo el rabino
Sergio Bergman, amigo personal del nuevo Papa: “La designación del cardenal Jorge Bergoglio como Papa lo hace nuestro
en todas sus dimensiones (…) En la
dimensión espiritual: la posibilidad de que en la sucesión de Pedro hacer
Iglesia no sólo sea Católica, Apostólica y Romana sino que se extienda a las
tradiciones del tronco judeocristiano y al islam, para que, unidos en la
diversidad de religiones y culturas, volvamos a celebrar la diferencia que nos
hace familia como humanidad” (La Nación,
14 de marzo de 2013).
Todo esto puede sintetizarse en estas palabras
del Padre Castellani (“Los papeles de Benjamín Benavides”) de absoluta actualidad y cumplimiento:
“La
Iglesia está enferma, la Iglesia ha sido atacada por dentro.
La
Iglesia está enferma de la misma enfermedad de que enfermó la Sinagoga.
El
mundo va pareciéndose cada día más al mundo al cual bajó el Hijo de Dios
doloroso: tanto en la Iglesia como fuera de ella. Paganismo y fariseísmo”.
Contra ese espíritu se nos manda luchar,
contra el Fariseísmo luchó Nuestro Señor y contra esa falsificación de Cristo y
de su Iglesia debemos pelear con la esperanza de ver pronto, con su Segunda Venida,
y tras el triunfo del Corazón Inmaculado de María, todas las cosas restauradas
en Él.
ANEXOS:
Este es un video muy llamativo, pues se trata
de mostrar la humildad y piedad del Papa Francisco. Desde 9 ángulos de cámara
distintos –desde luego que con la venia del que es filmado- se crea un videoclip
para exhibir la humildad del Papa. ¿Pero la humildad es acaso exhibicionista? Sin embargo, cada paso que dé el Papa habrá de aparecer filmado o fotografiado y exhibido para todo el mundo.
La multitud papólatra pasó de cantar "Juan Pablo Segundo / te quiere todo el mundo" a gritar: "Francisco Primero / te quiere el mundo entero".
La euforia en la Plaza San Pedro.
La emoción de las masas tras la elección del Papa Francisco.
Curiosa fotografía y curiosa tapa de un diario de ultraizquierda: el papa se toma su tiempo para pagar sus cuentas, convenientemente fotografiado.
Campaña mediática a full en todo el mundo.
El Papa: uno más en la Iglesia democrática.
La industria del souvenir trabaja a pleno.