AVEC L'IMMACULÉE
NON POSSUMUS
Por un sacerdote de la FSSPX.
Se me pidió mi primera impresión sobre el
texto publicado hoy en La Sapinière y
otros buenos sitios de la Resistencia al acuerdo. Espero que alguien más
calificado que yo tendrá el tiempo de estudiar todas las sutilezas de este
preámbulo, pero ciertos puntos problemáticos son desde ahora fácilmente
identificables. He aquí, como se me pidió, algunas reflexiones a quemarropa.
Como Monseñor Fellay lo dijo en mayo o junio
de 2012, la reacción respecto a este texto dependerá de la disposición de
espíritu del lector (anteojos rosas o negros…). En efecto, luego de algunos
párrafos que reafirman la adhesión al Papa y a la doctrina tradicional,
encontramos afirmaciones escandalosas. Esta mezcla de verdadero y falso
recuerda el proceder de los modernistas tal como lo denunció en Pascendi el
Papa San Pio X. Esto significa entonces qe se trata de un texto ambiguo, lo que
de por sí es una falta grave, porque no podemos desear reconstruir la Iglesia
fundándonos en un malentendido. Esto no es honesto, ni en relación a Roma, ni
en relación a la Tradición. El Consejo General, en la práctica, nos muestra que
cree que el fin justifica los medios. Ellos tienen por lo menos un poco de
vergüenza porque tuvo que ser la Resistencia quien publicara este texto. En
breve, estos son los puntos problemáticos, por decir lo menos.
1.- Encontramos en este texto, sin sorpresa,
lo que sabíamos ya desde hace largo tiempo porque fue revelado por el Padre
Pfluger el 5 de junio de 2012 en San Joseph des Carmes, y que es en sí mismo
una abominación (cf. párrafo III.4 del Preámbulo). Al decir que el Vaticano II
explica “ciertos elementos” contenidos implícitamente en la completa Tradición
de la Iglesia, coloca a este concilio “pastoral” (que además fue corrompido y
pirateado por los masones y los modernistas) en el mismo nivel que los
concilios legítimos y doctrinales. Cuando se piensa en ello, el Vaticano II se
parece más a un conciliábulo que a un verdadero concilio, incluso si fue
realizado bajo la presidencia y la aprobación de dos Papas, ya que estos Papas
se sirvieron de eso de manera ilegítima, es decir, para hacer una revolución en
la Iglesia. Es por eso que yo hablo de conciliábulo. La primera cosa que un
Papa Católico hará, será declarar este concilio como ilegítimo y sin efectos,
como fue el caso de algunos concilios orientales en los comienzos de la
Iglesia.
2.- La segunda falta grave de esta parte del
texto es el no mencionar cuáles elementos de la Tradición hubieran sido
supuestamente explicados o aclarados por el Vaticano II. ¿Se trata de la
libertad religiosa? ¿de la colegialidad? ¿del « subsistit in » ? ¿del
ecumenismo ? ¿Del permiso de tener lecturas en la Misa en lengua vernácula?
¿Del permiso de portar el alzacuello en lugar de la sotana?
3.- La tercera cosa que observo, es que en
lugar de decir que hay textos erróneos que de ninguna manera pueden ser bien
interpretados, se dice que se pondrían los medios para discutirlos para llegar
a una buena interpretación (cf párrafo III.5). Ya no se dice que el concilio
Vaticano II enseña doctrinas condenadas anteriormente por los Papas
tradicionales. Y esto va en contra de nuestra posición de siempre, que dice que
hay tres tipos de documentos en el Vaticano II: Los “buenos”, los que se deben
interpretar en el sentido Tradicional, y los que se deben descartar
absolutamente (Ver el Catecismo del padre Gaudron, número 29).
4.- En su conjunto, este Preámbulo dice que
queremos permanecer fieles a la Tradición, pero estamos listos a dejar de lado
la cuestión doctrinal. Estamos listos para firmar un acuerdo, y una comisión de
estudio se encargará, en el futuro, de dilucidar los puntos del Vaticano II que
parecen ir contra la Tradición (cf. párrafo III.6). Se trata entonces de la
formulación del principio por el cual estamos listos a firmar un acuerdo
puramente práctico sin la corrección previa de los errores del Vaticano II.
5.- En lugar de una declaración en contra de
la nueva misa, que atenta gravemente
contra la majestad de Dios y que por lo tanto es un pecado grave contra el
primer mandamiento, se contentan con reconocer su validez bajo ciertas
condiciones (cf. párrafo III.7). Se coloca bajo el celemín el hecho de que el
Novus Ordo Missae ataca directamente el más grande tesoro de la Iglesia, la
fuente de vida sobrenatural que es el Sacrificio del Jefe de la Iglesia,
Nuestro Señor Jesucristo.
6.- También está el reconocimiento del Derecho
Canónico de 1983, bajo el cual aceptan colocarse. Monseñor Lefebvre dijo que él
detestaba ese código emponzoñado con las teorías del Vaticano II. Recordemos el
canon 844 que permite la “communicatio in sacris”, compartir los sacramentos
entre Católicos y no-Católicos (Cf. párrafo II.8)
En conclusión, este Preámbulo doctrinal nos
muestra hasta qué profundidad el Consejo General se ha hundido en el
abismo. Nos confirma la advertencia del
Catecismo del Padre Gaudron, que nos previno del grave peligro de la
contaminación que implica la frecuentación de las autoridades romanas. (Ver
páginas 291 y 294 de la edición de mayo de 2008). ¡Utinam! Que el cielo hubiera
querido que el Consejo General hubiera tenido al Catecismo del Ppadre Gaudron
como su lectura de cabecera. ¡No estaríamos aquí!