EL ESPEJISMO DE ROMA...
Y EL DESASTRE DE CAMPOS
A
pesar de todo, algunos grupos han cedido en lo que los dos obispos han
resistido hasta el último día de vida. De hecho, Roma aparentaba
condescendiente con la antigua religión, haciendo a los tradicionalistas
ofertas atrayentes. Por ejemplo: A Dom Gérard le hicieron decir: “Si Roma nos concede todo lo que pedimos y no
nos pide nada a cambio, no podemos dejar de aceptar”. Sin embargo, Mons.
Lefebvre veía en esto la trampa cuando, hablando de Dom Gérard, decía: “Él no ve claramente los problemas teológicos
del concilio, de la libertad religiosa. No ve la malicia de estos errores.
Nunca se preocupó demasiado de esto. Lo que a él le afectaba era la reforma
litúrgica... Mientras le concedan lo que buscaba... eso es lo que quiere y lo
demás le es indiferente. Pero cae en una trampa porque la otra parte no ha
cedido nada de sus falsos principios...Es desastroso». La trampa consistía
y sigue consistiendo en el hecho de que unirse a los conciliares en la práctica,
se terminará necesariamente por aceptar en los principios, los errores del
Concilio. Así no se podrá seguir llevando el combate de la Fe.
Un
ejemplo más reciente es el de los sacerdotes de la Unión San Juan María Vianney
de Campos. En agosto de 2001, posiblemente cansados del combate llevado a cabo
por su santo obispo, se lanzaron por el camino de las tratativas con las
autoridades romanas. Buena presa para estas autoridades conciliares. Previa firma
de reconocimiento del Concilio y de la validez del nuevo misal (el meollo del
«problema de Ecóne»), afirman: «Roma no nos pide nada». Pues bien, olvidando
cuán peligrosos son para la Fe el Concilio y la Nueva Misa, en 2007 su Superior
y Administrador de la Unión redacta una Orientación
Pastoral titulada «El Magisterio Vivo de la Iglesia» en la que defiende a capa
y espada la ortodoxia del Concilio y sus reformas; y en estos recientes meses
acaba de redactar sus «18 razones» por las cuales la Fraternidad San Pío X no
es católica, concluyendo de este modo: “La
Fraternidad San Pío X es una secta cismática”.
Es
un ejemplo del espejismo de la Roma
conciliar que, desde hace veinte años, sigue provocando muchos abandonos del combate
de la Fe, y eso que no se les pedía «nada» a cambio. Y con todo, todavía
hay algunos que se dejan tentar...«¿Qué
nos pide a cambio de nuestro reconocimiento legal?: ¡¡¡NADA!!!». Pero no hay que dejarse engañar. Si Roma no pide
aparentemente nada, es porque sabe que la inercia del Concilio hace lo demás.
Después
de transcurridos esos años nos podemos, pues, preguntar qué hubiera sido de
toda la obra de la Fraternidad si Mons. Lefebvre no hubiera tomado la medida
que se imponía para su continuidad como obra providencial de la Iglesia. Era su
obligación y la llevó heroicamente a cabo.
Para Monseñor Lefebvre
no se trataba sólo de un reconocimiento legal de su obra. No. La jerarquía de
la Iglesia tiene por misión divina la transmisión y conservación de la Fe y,
mientras Roma no cambie, es inútil toda
tratativa: «Suponiendo que de aquí a
cierto tiempo Roma nos llame, quiera vernos otra vez y restablecer
conversación, en ese momento soy yo el que pondré las condiciones. Ya no
aceptaré quedarme en la situación en la que estábamos durante los coloquios.
Plantearé la cuestión en el plano doctrinal: “¿Estáis de acuerdo con las
grandes encíclicas de todos los Papas que os han precedido? ¿Estáis de acuerdo
con Quanta Cura de Pío IX, Immortale Dei, Libertas de León XIII, Pascendi de
Pío X, Quas Primas de Pío XI y Humani generis de Pío XII? ¿Estáis en comunión
con estos Papas y con sus afirmaciones? ¿Aceptáis todavía el juramento
antimodernista? ¿Estáis a favor del reinado social de Nuestro Señor Jesucristo?
Si no aceptáis la doctrina de nuestros predecesores, es inútil hablar. Mientras
no aceptéis reformar el Concilio, considerando la doctrina de estos Papas que
nos han precedido, no hay diálogo posible. Es inútil. De este modo, las
posturas serán más claras”. No es
poca cosa lo que nos opone. No basta
decir: “Podéis decir la misa antigua pero hay que aceptar el Concilio”. No. No
es la misa lo que nos opone, sino la doctrina».
Gracias
Monseñor Lefebvre, gracias Monseñor de Castro Mayer: pedimos a Dios la gracia
de ser fieles a la luz que ustedes nos han transmitido, y la fuerza para
perseverar en medio de la adversidad y de la persecución.
Credidimus
Caritati Nº 76, Invierno 2008