Número
CCCXIX (319)
24
de Agosto de 2013
VISION DE LA RESISTENCIA
Mons. Williamson
Hoy
en día, un número de almas católicas que mantienen la Fe católica están
asustadas por la dirección que aún en el presente sigue tomando el liderazgo de
la Fraternidad San Pío X y, debido a que ellas aprecian justamente cuanto han
recibido de la Fraternidad durante las últimas décadas, desesperadamente desean
una Fraternidad que la reemplace. Están asustadas por la diferente visión de
que su futuro consista en una red de focos de resistencia independientes, tipo
maquis. Estas almas pueden quedarse menos inquietas al saber que ésta fue la
visión de un sobresaliente profeta y pionero del movimiento Tradicional, el
Padre Dominico francés Roger-Thomas Calmel (1914-1975). He aquí unas páginas,
traducidas y adaptadas libremente del francés, de su Breve Apología de la
Iglesia de siempre (páginas 48-51):
“No
obstante cuán locamente la jerarquía Católica pueda comportarse, los Sacerdotes
no pueden tomar el lugar de los Obispos así como tampoco los laicos pueden
tomar el lugar de los Sacerdotes. Entonces, ¿pensamos nosotros en instaurar una
gigantesca liga o asociación mundial de Sacerdotes y laicos Cristianos para que
entren en diálogo con la jerarquía y los fuercen a restablecer el orden
católico? Es una gran y conmovedora idea, pero es irreal. Eso es así porque
cualquier tal grupo, queriendo ser un grupo de la Iglesia pero no siendo ni una
diócesis, ni una arquidiócesis, ni una parroquia, ni un orden religioso, no
encajará en ninguna de las categorías bajo las cuales y por las cuales la
autoridad es ejercida en la Iglesia. Será una agrupación artificial, un
artefacto desconocido para cualquiera de los grupos reales de la Iglesia que
son establecidos y rec onocidos como tales.
“Así,
como con toda agrupación de hombres reunidos, el problema de liderazgo y
autoridad emergerá y, cuanto más grande sea el grupo, más nítido será el
problema. Sin falta se reducirá a lo siguiente: siendo una asociación, el grupo
debe resolver el problema de autoridad; siendo artificial (ningún tipo
de grupo natural o sobrenatural que se le parezca), no puede resolver el
problema de autoridad. Sub-grupos rivales emergerán rápidamente, la guerra
devendrá inevitable y no habrá camino canónico para terminar o librar tal
guerra.
“Entonces,
¿estamos condenados a no poder hacer algo en medio del caos, a menudo un caos
sacrílego? No lo creo. Primero, la indefectibilidad de la Iglesia garantiza que
todo el tiempo hasta el fin del mundo, habrá suficiente de una jerarquía
personal genuina como para mantener los sacramentos, especialmente la
Eucaristía y los Ordenes Sagrados, y para predicar la una y única inmutable
Doctrina de Salvación. Y, segundo, cualesquiera sean los defectos de la
jerarquía real, nosotros todos, Sacerdotes y laicos, tenemos nuestra pequeña
parte de autoridad.
“Por
consiguiente, que el Sacerdote capaz de predicar vaya hasta el límite de su
poder de predicar, de absolver pecados y de celebrar la Misa Verdadera. Que la
Hermana maestra vaya hasta el límite de su gracia y poder para formar niñas en
la Fe, buena moral, pureza y literatura. Que cada Sacerdote y laico, cada
pequeño grupo de laicos y Sacerdotes que tengan autoridad y poder sobre un
pequeño fortín de la Iglesia y de la Cristiandad, vayan hasta el límite de sus
posibilidades y poderes. Que los líderes y pupilos de tales fortines se
conozcan entre sí y estén en contacto entre ellos. Que cada fortín protegido,
defendido, entrenado y dirigido en sus oraciones y cánticos por una autoridad
real, devenga tanto como sea posible una fortaleza de santidad. Eso es lo que
garantizará la continuación de la Verdadera Iglesia y preparará eficazmente Su
renovación cuand o sea el buen tiempo de Dios.
“Así,
no tenemos que tener miedo, sino rezar con toda confianza y ejercer sin temor,
de acuerdo a la Tradición y en la esfera que nos corresponde, el poder que
tenemos, preparándonos así para el feliz tiempo cuando Roma volverá a ser Roma
y los Obispos a ser Obispos”.
Kyrie eleison.