Número
CCCXVII (317)
10
de Agosto de 2013
¿CANONIZACIONES REALES?
Mons.
Williamson
“¿Qué
piensa usted de la intención del Papa Francisco de “canonizar” a Juan Pablo II
y a Juan XXIII la primavera próxima? ¿No es éste un medio de “canonizar” al
Vaticano II? Y, ¿no plantea eso la cuestión de la autoridad, dado que todos los
manuales de teología previos al Vaticano II enseñan que el Papa es infalible
cuando pronuncia una canonización?” Tal fue la pregunta grave (ligeramente
modificada) que me planteó recientemente un periodista del semanario francés,
Rivarol. Contesté en este sentido:
La
determinación mostrada por las cabezas de la Iglesia Conciliar de canonizar los
Papas Conciliares demuestra la firme voluntad de los enemigos (al menos
objetivos) de Dios de terminar con la religión católica y reemplazarla con la
nueva religión del Nuevo Orden Mundial. Así, a la Neo-iglesia le corresponden
Neo-santos a ser fabricados por un proceso de canonización que ha sido
desmantelado y “hecho de nuevo”. Como siempre es el caso con el modernismo, las
palabras permanecen las mismas pero el contenido de las palabras es bien
diferente. Por consiguiente, los católicos que tienen la Fe verdadera no tienen
que preocuparse en lo más mínimo sobre si estas Neo-canonizaciones son
infalibles o no. Ellas están procediendo de la Neo-iglesia, la cual es un
maniquí de la Iglesia católica.
Pero
entonces, ¿qué es este maniquí? He aquí una pregunta delicada porque uno se
hace fácilmente acusar de ser “sedevacantista”, palabra que hoy en día asusta a
los católicos de la Tradición casi tanto como la palabra “anti-semita”. En
cambio, lo que precisamos, es concentrarnos en la realidad según dice Nuestro
Señor, “No juzguéis según las apariencias, sino que vuestro juicio sea justo”
(Juan VII, 24). No debemos dejarnos despistar por las apariencias, por las
emociones o por las palabras. A menudo hoy, por ejemplo, ¿no es que las
escuelas están deviniendo centros de desaprendizaje en lugar de aprendizaje,
los hospitales lugares de matanza en lugar de curación, los policiales
instrumentos de opresión en lugar de protección, y así sucesivamente?
Así
es que por lo que Sor Lucía llamó un proceso de “desorientación diabólica”, los
hombres de iglesia han devenido agentes de la mentira en lugar de la Verdad.
Permitieron que sus mentes y sus corazones fueran infiltrados y dominados por
las ideas y los ideales de la Revolución, esa sublevación radical y universal
del hombre moderno contra su Dios y Creador. Sin embargo, estos traidores
objetivos (ellos aún pueden creer en sus corazones que le están sirviendo a
Dios – Juan XVI, 2) son todavía hombres de iglesia en el sentido que nadie más
otro que ellos está “sentado en la silla de Moisés”, según dice Nuestro Señor
(Mat. XXIII, 2). Hay un Papa sentado en la silla de Pedro, ¡aún dos!
En
otras palabras, la Iglesia maniquí en cuestión es la Iglesia ocupada no por
hombres que no son hombres de iglesia sino por hombres de iglesia cuyos
corazones y mentes están ocupados más o menos por una religión que no es en
absoluto católica. Pero, noten el “más o menos”. Así como la podredumbre no
corrompe la manzana entera de repente, así la iglesia maniquí, o sea la
Neo-iglesia, puede estar en proceso de corromper la Iglesia católica, pero
dentro de ella hay todavía algunos obispos, muchos sacerdotes y una cantidad de
laicos que pueden haber mantenido la Fe católica hasta el presente. Están en
una pendiente resbaladiza, altamente peligrosa para su Fe, pero uno no puede
decir que están fuera de la Iglesia verdadera. Será como Dios sabe.
Entonces,
en lo que concierne a las autoridades de la Neo-iglesia, yo trataría su
autoridad como se trata a la de un padre de familia que se ha vuelto
temporariamente loco. No se presta a su locura más atención que estar alerta al
momento en que acabe, pero, mientras tanto, no se deja de amarlo ni de respetar
la autoridad intrínseca a su paternidad. Por eso, ayúdeme Dios.
Kyrie
eleison.