viernes, 20 de septiembre de 2013

MONS. FELLAY Y LA NUEVA FSSPX EN CONTRADICCIÓN CON MONS. LEFEBVRE




Damos otro ejemplo más de los tantos donde la conducción de la Nueva FSSPX contradice y muestra que ha traicionado a Mons. Lefebvre y los fundamentos católicos antiliberales que éste sostenía:

“Pues en efecto en cuanto se conceda a la Misa tridentina simplemente el derecho de existir, ¡nunca jamás fue suprimida!, poco a poco se impondrá a la nueva Misa, incapaz ésta de competir con aquella”.

Mons. Fellay, Carta a los amigos y benefactores Nº 70, 25 de febrero de 2007.


Actualmente les agrada decir que la verdad hace el camino por su sola fuerza intrínseca y que para triunfar, no tiene necesidad de la protección intempestiva y molesta del Estado y sus leyes. El favoritismo del Estado hacia la verdad es inmediatamente tachado de injusticia, como si la justicia consistiese en mantener equilibrada la balanza entre lo verdadero y lo falso, la virtud y el vicio...Es falso: la primera justicia hacia los espíritus es favorecerles el acceso a la verdad y precaverlos del error. Es también la primera caridad: “veritatem facietes in caritate”: En la caridad, hagamos la verdad. El equilibrismo entre todas las opiniones, la tolerancia de todos  los comportamientos, el pluralismo moral o religioso, son la nota característica de una sociedad en plena descomposición, sociedad liberal querida por la masonería. Ahora bien, los papas de los cuales hablamos han reaccionado contra el establecimiento de tal sociedad sin cesar, afirmando al contrario que el Estado –el Estado católico en primer lugar- no tiene derecho a dejar tales libertades, como la libertad religiosa, la libertad de prensa y la libertad de enseñanza”.

Mons. Lefebvre. Le destronaron. Del liberalismo a la apostasía. La tragedia conciliar.


Dice Mons. Fellay en la cita, para apoyar su postura de solicitar a Roma la libertad de la Misa tradicional sin la prohibición de la misa nueva, que  la Misa tradicional, por sí misma, ha de imponerse a la misa nueva, sin necesidad de la protección debida. Es decir, como si se tratase de una competencia deportiva, donde ambos contendientes juegan limpios y, siendo uno muy superior al otro, no puede dudarse de su victoria. Así de fácil y así de iluso. ¿No vemos aquí un espíritu liberal y semi-pelagiano, que es lo que condena Mons. Lefebvre en su cita? ¿Acaso puede pensarse que la Misa nueva no es un obstáculo que tiene la Misa tradicional para su difusión? ¿No fue inventada para oponerla a la Misa tridentina? ¿Acaso los que la sostienen han de ser aceptar el fair play frente a la verdadera misa católica? ¿Y puede tolerarse que un obispo que se dice tradicional acepte el derecho a existir de una misa bastarda –como la calificó Mons. Lefebvre- más bien el invento de un masón para facilitar la agenda ecuménica? ¿Puede luego de aceptarse el motu proprio de la misa, condenarse el ecumenismo?