NON POSSUMUS
Todo
lo precedente muestra la evidencia de que el combate por la fe y la verdad de
Monseñor Lefebvre ha sido desviado y traicionado.Y
la Fraternidad ya estaría en vías de desaparición si el acuerdo tan esperado y
objeto de tantos esfuerzos y pertinacia se hubiera logrado en junio de 2012,
según las esperanzas de Monseñor Fellay. Pero no olvidemos que Monseñor Pozzo
está de regreso en Roma. No fue llamado para nada. El debe trabajar en fabricar
condiciones susceptibles de interesar a Monseñor Fellay.
Se
nos dice que finalmente el acuerdo no fue firmado. El Titanic ya había pasado
al lado de un iceberg, no muy lejos, pero el Capitán del Titanic no quiso
cambiar de rumbo, de hoja de ruta, de línea de cresta, y entonces el próximo
iceberg será el bueno y nos va a golpear. El golpe no estuvo muy lejos en el
fatídico año 2012, por lo tanto el capítulo que le siguió debía ratificar el
acuerdo y fijar los puntos y los últimos detalles de la normalización canónica,
es decir de la Prelatura Personal San Pío X, e incluso bautizarla. Se evitó la
mano de la justicia, pero el capitán todavía está allí y su programa también,
como lo prueba la última declaración de Monseñor Fellay y los otros dos obispos
del 27 de junio de 2013; y la transferencia del Padre Beauvais -como decíamos-
que debe abandonar San Nicolás de Chardonnet, sin hablar de las últimas
nominaciones de director de seminario en Alemania y en Argentina.
Ahora,
sobre el capítulo al que asistimos el año pasado. Por supuesto está la cuestión
del secreto. Los conjurados que conspiran juran guardar el secreto, pero
evidentemente el secreto tiene sus límites.
Cuando
nos damos cuenta cómo fue manipulado, o cómo el superior logró endosarse
responsabilidades, decisiones, posiciones que nosotros nunca aceptamos,
que nunca votamos, por ejemplo, la de darle carta blanca para una eventual
expulsión de Monseñor Williamson; entonces tenemos el derecho de decir la
verdad.
Además,
leemos en el boletín oficial del Distrito de Francia, que el Superior
General autorizó en abril de 2013 al Secretario General, a reproducir una carta
de Monseñor Tissier del 29 de marzo de 2013, dirigida al Secretario general que
declara (el Secretario): “Esta carta ha sido redactada para defender el honor
de nuestro Superior General y de los capitulares”, pero en realidad esta
carta daña el honor de Monseñor Williamson, como lo señala explícitamente
Monseñor Tissier en su carta, en la conclusión. Se dice en esta carta que
Monseñor Williamson esperó un año -lo que no corresponde a la realidad- para
criticar el resumen de la Declaración doctrinal de Monseñor Fellay. En realidad
se trata de los apartados 4 y 5 de la Declaración doctrinal de Monseñor Fellay
del 15 de abril de 2012, hecha pública por el Padre Pfluger en mayo de 2012, en
el sur de Francia. Dice en la carta: El capítulo general de julio de 2012
estudió este texto (de la Declaración); los capitulares tuvieron toda la libertad
de denunciar sus debilidades, lo que no dejé yo de hacer por mi parte. Y se
concluyó tácitamente que no había necesidad de insistir en este asunto, ya que
evidentemente el Superior General se arrepintió de su paso en falso. En cuanto
al término “tácitamente”, podemos agregar que de los capitulares, el Padre
Paglariani, director del Seminario de La Reja, tomó la palabra para decir que
el capítulo no iba a dar una bofetada al Superior general al pedirle que
reconozca su error; sino que esto resultaría implícito en la declaración final
del Capítulo.
Regresando
a Monseñor Williamson: la verdad es que cada capitular ha encontrado en su
lugar, en el desayuno, justo antes de la apertura del Capítulo, una carta
de Monseñor Williamson la cual les estaba dirigida personalmente y en la cual
se encontraba una fuerte crítica de los apartados 4 y 5 de la Declaración del
15 de abril de 2012, hecha pública un mes antes por el padre Pfluger. Monseñor
Tissier no la habrá recibido o no la habrá abierto, pero la verdad es que
Monseñor Williamson no esperó un año para criticar la Declaración doctrinal de
Monseñor Fellay.
De
manera general, puedo decir que en el Capítulo comprendí en qué situación debió
encontrarse Monseñor Lefebvre y sus amigos tradicionalistas. La mayoría de los
obispos del concilio fueron manipulados por la minoría liberal con el fuerte
apoyo de la autoridad, el Papa Juan XXIII y Paulo VI. Igualmente, en el
capítulo, el único que tenía la autoridad moral suficiente para dar una buena
orientación de base era por supuesto Monseñor Williamson, y esa fue la razón
por la cual el Superior lo excluyó. Ahora, por lo menos es libre de decir lo
que piensa y no se priva de ello.
(sigue)