martes, 17 de septiembre de 2013

CASTIGO DEL ORGULLO


NUEVA FSSPX




“…y quien ama el peligro perecerá en él”, dice la Sabiduría divina en el Eclesiastés. Cuando la FSSPX se puso a jugar el juego insensato del diálogo con los liberales de la iglesia conciliar (“discusiones doctrinales”), se arrimó insensatamente al peligro, con ínfulas de inmunidad garantizada, y, en algunos, de salvadores y restauradores de la tradición. Otros seguramente pensando en quemar una etapa más para un acuerdo suicida con Roma.

El orgullo farisaico –“a nosotros no nos va a pasar nada, nosotros no somos como las otras congregaciones, no somos como los de Campos, nosotros somos superiores”- los hizo caer en la trampa. Y no recordaron las palabras de Sabiduría:

“La reunión de los soberbios es incorregible;
porque la planta del pecado
se arraigará en ellos,
sin que lo adviertan.
El corazón del sabio
se deja conocer en la sabiduría,
y el oído bien dispuesto
escuchará a ésta con sumo anhelo.
El corazón sabio y prudente
se guardará de pecar;
y en las obras de justicia prosperará”
(Ecle. 3, 31-32).

La sabiduría nos aconseja huir del mal:

“¡Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los malvados,
ni pone el pie en el camino de los pecadores,
ni entre los burladores toma asiento,
mas tiene su deleite en la Ley del Señor,
y en ella medita de día y de noche!
(S. 1, 1-2).

Los resultados de la insensatez de quienes aparecían como los sabios está a la vista. Damos apenas una muestra de esa inconsecuencia con los buenos principios recibidos, y la posterior caída:



UNA BRAVATA ORGULLOSA

“De todos modos, hemos guardado la más completa libertad de expresión, pues no nos hemos comprometido a otra cosa más que a hablar. En el peor de los casos, que nos vuelvan a excomulgar. Sacudiremos el polvo de nuestras sandalias y volveremos a esperar las providenciales indicaciones de Nuestro Señor”.
(Cuarenta años de fidelidad. Carta a nuestros fieles de la primera hora, por los Padres del Seminario de La Reja. Enero/Febrero 2009).


Y LA REALIDAD

“Así pues, la Declaración doctrinal [del 15 de abril de 2012] no es un texto que Monseñor Fellay haya redactado espontáneamente, sino más bien un documento destinado por él para evitar a la Fraternidad la excomunión con que la amenazaba el Cardenal”.

(Carta de Monseñor Tissier de 29 de marzo de 2013).




“Hijo, ten cuenta del tiempo,
y huye del mal.
No te avergüences de decir la verdad,
pues se trata de tu alma”.
(Ecl. 4,23)