Monseñor Lefebvre nos decía lo
contrario: ¿cómo quieren que tengamos confianza en gente como esa, que
justifican la negación de Quanta Cura, de Pascendi, de Syllabus, etc.? Pero
Monseñor Fellay nos dice que la situación ya no es la misma que en los años 80,
que ha cambiado. ¿Quién podría creerle?
Últimamente, los Franciscanos de
la Inmaculada tuvieron confianza en la garantía del motu proprio del
papa Benedicto XVI supuestamente autorizando la Misa verdadera. El sucesor de
Benedicto XVI rompe alegremente el motu proprio de su
predecesor prohibiendo la misa a estos franciscanos a menos que tengan una
problemática autorización, lo cual es una alteración de éste. He aquí lo
que desgraciadamente vale actualmente la garantía del sucesor de Pedro. Y si
Benedicto XVI hubiera aceptado la declaración final de Monseñor Fellay del 15
de abril de 2012, ¿cuánto valdrían ahora las garantías de Benedicto XVI? ¿Cómo
podríamos permanecer tal como somos? Monseñor Lefebvre nos decía lo contrario:
¿cómo quieren que tengamos confianza en gente como esa, que justifican la
negación de Quanta Cura, de Pascendi, de Syllabus, etc.? Pero Monseñor Fellay
nos dice que la situación ya no es la misma que en los años 80, que ha
cambiado. ¿Quién podría creerle? Como dijo el guardia suizo del Vaticano a
Monseñor Lefebvre, “pero Monseñor, ¿usted todavía espera algo de esa gente?
Esto está en la biografía de Monseñor Lefebvre por Monseñor Tissier en la
página 506. Por lo tanto, hay suizos que todavía tienen el sentido de la
realidad.
Continúo mi pequeña historia. En
1962 me voy a Méjico. Allí descubriré la historia oculta de otra gran traición.
El gobierno mejicano masón ataca la Iglesia en 1926 y provoca una guerra de vendetta,
una insurrección católica que se terminará por la muerte del Presidente de la
República, Obregón. Y también, por un acuerdo con Roma, que contiene la
cláusula siguiente: Bajo pena de excomunión, los cristeros deben rendir las
armas a la república masónica. A pesar de las garantías y las promesas,
sus jefes son asesinados, uno tras otro.
Esta es también una prueba que el
sucesor de Pedro, Pío XI en esa época, puede cometer gravísimos errores. 1926
es también el año de esta gran tragedia católica que vio la condenación de la
Acción francesa, el triunfo de la izquierda sobre el episcopado, gracias al
capellán de la acción católica (después obispo) y comenzaron a preparar sus
consignas como lo dijo el cardenal Marty de París, año que marca también la
vuelta a la izquierda de Jacques Maritain, uno de los padres del concilio
Vaticano II.
(sigue)
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