NON POSSUMUS
PUBLICAMOS LAS
“PALABRAS DEL SUPERIOR GENERAL” DEL “COR UNUM” 105, DE JUNIO DE 2013.
LOS TÍTULOS EN
AZUL SON NUESTROS. PONEMOS EN COLOR ROJO ALGUNOS PASAJES ESPECIALMENTE
RELEVANTES.
Queridos miembros
de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X.
En algunos días,
celebraremos el Jubileo de plata de las consagraciones episcopales del 30 de
junio de 1988.
Es el
acontecimiento capital sin el cual no podríamos imaginar nuestra Fraternidad
tal como la vemos hoy en día. Y nosotros entendemos mucho mejor las palabras de
Monseñor Lefebvre evocando una “operación supervivencia”, no solamente para
nosotros, sino también para las comunidades amigas que se nos unirán el próximo
27 de junio en Ecône, para agradecerle por su acto heroico. Sin ordenaciones
nuestras comunidades hubieran cesado de desarrollarse y la defensa de la fe
hubiera sido aún más reducida.
Las consagraciones
han levantado la presión que Roma podía ejercer sobre la Fraternidad y sobre
las comunidades amigas. La necesidad de un obispo para continuar la obra
fundada hace 40 años, hubiera conducido a la búsqueda de soluciones imposibles
para la ordenación de nuestros candidatos y para la administración del
sacramento de confirmación.
LA SENTENCIA DE EXCOMUNIÓN NOS
PROTEGÍA PERO DESPUÉS PEDÍ EL LEVANTAMIENTO DE ESA PROTECCIÓN.
La misma sentencia
que acompañó las consagraciones nos protegió providencialmente contra toda
injerencia, así como de las presiones por parte de Roma y de los obispos.
Es justamente por
eso que damos gracias en este día, por esa gran misericordia que nos otorgó la
divina Providencia.
LA CONSIDERACIÓN DE LOS HEREJES
MODERNISTAS HACIA NOSOTROS: SIGNO DE LA MISERICORDIA DE DIOS. NO EXPULSÉ A
MONS. WILLIAMSON: “TUVIMOS EL DEBER DE SEPARARNOS DE ÉL”.
Vemos como un signo de esta misericordia,
la importancia y la consideración que Roma da a la Fraternidad y a sus obispos, mientras que no lo hace con
las consagraciones, numerosas, realizadas en los movimientos sedevacantistas a
lo largo de estos 25 años. ¡Esto debería hacer reflexionar a más de uno!
El peso de las consagraciones de 1988 es
por lo tanto primordial en la manera en que Roma considera a la Fraternidad y a otros grupos de tendencia
tradicional, comprendidos, y eso puede sorprendernos, los grupos Ecclesia
Dei. Nosotros
comprendemos mejor en este contexto lo que nos ha costado el deber de
separarnos de uno de nuestros obispos y cómo esta pérdida lanzará una sombra en nuestro
jubileo.
MÁS OBEDIENCIA CIEGA Y COBARDE
Monseñor Lefebvre, al consagrar, insistió
mucho en la sumisión que los obispos debían tener hacia el Superior general, sumisión que demanda de su
parte una gran humildad y una gran docilidad, ambas necesarias, para conservar
la unidad y permitir el ejercicio de gobierno en la Fraternidad, tal y como
previó nuestro Fundador en su sabiduría.
En efecto, los
obispos en cuanto tales, no tienen autoridad en nuestra sociedad, lo que está
casi en contra de la naturaleza del episcopado. Que uno de ellos haya sido
elegido Superior general no cambia nada. Nosotros tendremos cuidado de rezar
por todos, de manera particular ¡el 27… y el 30 de junio próximos!
Quisiéramos
también aprovechar este editorial para abordar otro punto que es muy importante
para nosotros: la reorganización de la Casa General. Esto con el fin de
adaptarnos mejor al crecimiento y al desarrollo de todas las actividades de la
obra apostólica de la Fraternidad.
En efecto, desde
el principio de nuestra existencia, en virtud de la situación de la Iglesia,
nos encontramos en el contexto de una cuasi-diócesis; al contrario de las
sociedades clericales o religiosas que tienen su organización propia,
dependiendo del obispo del lugar para su apostolado -lo que es verdad también
en las congregaciones de derecho pontifical- nosotros debemos ocuparnos, además
de la organización interna de nuestra Fraternidad, de todas las cuestiones ligadas
al apostolado. Es por eso que nuestros estatutos, que prevén según el derecho
de la Iglesia una cierta estructura para responder a las necesidades internas
de una sociedad clerical, bien que ellas incluyen una perspectiva apostólica,
muestran una deficiencia, una insuficiencia de estructuras administrativas para
ocuparse de cuestiones apostólicas, que en tiempos normales deberían ser
asumidas por la curia episcopal. Mal que bien, nosotros paliamos como podemos
estas deficiencias que resultan no del derecho, sino de la situación de crisis
de la Iglesia. Ciertos distritos, progresivamente, se dotan de estructuras
adaptadas. Es el turno de Menzingen de reforzarse y de dotarse de tales
estructuras que le permitirán tratar eficazmente la totalidad de los problemas
que no disminuirán en el futuro. De hecho, necesitaríamos una verdadera curia
diocesana… pero todavía no estamos allí por el momento. Sin embargo,
quisiéramos repartir en subdivisiones las diversas actividades de la Casa
general y confiar más de ellas a los dos asistentes. Esto liberará al Superior
general de una cierta parte de las tareas que pueden ser delegadas. Cuando el
nuevo sistema esté listo, se los haremos saber.
NO TENGO NADA QUE VER CON LA “PÉRDIDA
DE ALGUNOS COFRADES”.
Las ordenaciones de
este año llegarán a una cifra bastante elevada, que se acerca a los récords.
Esto, gracias sobre todo a las ordenaciones de América del Sur el próximo
diciembre. Si Dios quiere, tendremos 28 en total. Sin embargo, la veintena de
nuevos sacerdotes ordenados a finales de junio, no serán suficientes para
responder a todas nuestras necesidades. En efecto, la
pérdida de algunos de nuestros cofrades en medio de las recientes pruebas que
hemos atravesado, hace
difícil las nominaciones e incrementa la carga ya pesada en ciertos prioratos.
Los invito entonces a emplear bien sus fuerzas y energía. Los sacerdotes deben
durar pues las almas tienen gran necesidad de ellos. Ya que, por la fuerza de
las cosas, vemos incrementarse el número de los enfermos y de los fallecimientos.
Pedimos a los Superiores de distrito tener esto en cuenta en sus proyectos de
expansión futura. En lo que nos concierne, no podemos dar más de lo que la
Providencia nos da cada año por las ordenaciones.
FRANCISCO: NO SABEMOS SUS INTENCIONES
¿SERÁ MODERNISTA?
Para terminar, en
este mes del Sagrado Corazón, los invito a continuar haciendo el esfuerzo de
estrechar los lazos entre ustedes y los superiores. Con la llegada del papa
Francisco, de quien todavía es
difícil adivinar las intenciones, los proyectos que pueda tener para la Iglesia y
para la Fraternidad, debemos saber que nuestro combate para mantener la
Tradición continuará todavía mucho tiempo. Evitemos
perdernos en disputas vanas, en murmuraciones, en ataques en contra de la
autoridad.
CONTROL FÉRREO SOBRE LAS
PUBLICACIONES
Los boletines de los prioratos no deben
transformarse en plataforma de difusión de ideas personales, sobre todo en lo
que concierne a los asuntos generales de la Fraternidad, cuyo cuidado le
concierne a los superiores. Los boletines en ningún caso son propiedad del
prior, sino de la Fraternidad. El
buen orden pide también que las reglas de difusión sean respetadas
escrupulosamente. El Derecho canónico prevé penas a las que se exponen los
contraventores. Les recordamos también que el responsable del apostolado y por
lo tanto de la publicación de los boletines, revistas y libros, es el Superior
de distrito. Toda obra escrita debe ser publicada con su permiso expreso. A él
le pertenece también el nombramiento de censores que deben verificar el
contenido y la ortodoxia de las publicaciones. Es el derecho de la Iglesia que
nosotros debemos observar.
AMENZAS A LOS QUE LUCHAN POR SALVAR
LA FSSPX DESDE DENTRO.
En cuanto a aquéllos que se empeñan en
pelear en el “maquis” del anonimato, que sepan que se exponen a penas que
pueden llegar hasta la expulsión. Monseñor Lefebvre jamás toleró estas acciones
subversivas utilizando medidas radicales en contra de los transgresores. Y esto es muy normal, porque “toda casa dividida
contra ella misma, perecerá” (Mateo 12, 25). Nadie entre nosotros puede
desearlo.
Que el Sagrado
Corazón, dulce y humilde, nos enseñe estas virtudes tan importantes para el
sacerdote y su apostolado, que Él reine en todos nuestros corazones y que Él
los bendiga.
+Bernard Fellay
En la fiesta del
Sagrado Corazón, 7 de junio de 2013.