martes, 1 de marzo de 2016

DE LA HUMILDAD Y LA SOBERBIA





“El verdadero humilde ha de desear con verdad ser tenido en poco, y perseguido, y condenado, aunque no haya hecho porqué”

Santa Teresa de Jesús


“Hay una perversa imitación de arrogantes sacerdotes por la que imitan a los santos en el rigor de la disciplina y desdeñan seguirlos en el afecto de la caridad: quieren parecer rígidos por la severidad y no quieren dar ejemplos de humildad, para ser tenidos más como terribles, que como mansos y afables”

San Isidoro de Sevilla


“Dios mira con mayor agrado acciones perjudiciales acompañadas de humildad, que obras buenas, llenas de soberbia”.

San Agustín


“Un carro lleno de buenas obras, conducido por la soberbia, lleva al infierno; conducido por la humildad, aunque esté lleno de pecados, lleva al paraíso”.

San Gregorio de Nisa


“El pecador que elige la senda de la humildad, para seguir los pasos del Cordero, ha tomado un camino más seguro que el hombre que, siendo virgen sigue los caminos del orgullo. Porque al primero, su humildad lo purificará de sus manchas; mientras que al segundo, su soberbia le manchará la pureza”.

San Bernardo



“Por naturaleza, la soberbia es el peor de todos los pecados; más grave que la infidelidad, la desesperación, el homicidio, la lujuria, etc”.

Santo Tomás de Aquino


"Si nos faltara la humildad, aun cuando practicáramos todas las virtudes, seríamos semejantes al que hubiera edificado una casa sobre arena movediza. Cuando yo digo humildad, no hablo de la que sólo consiste en las palabras y la lengua, sino de la que está en el espíritu, en el corazón, en la conciencia, cuya sinceridad sólo Dios puede conocer”.

San Juan Crisóstomo


“Un hombre afable, no solamente es manso y humilde para sí mismo, sino también agradable y útil para los otros; pero el hombre colérico, es malo para sí y pernicioso para los demás: porque no hay cosa más desagradable, penosa y molesta para todo el mundo, que una persona fácil a la ira; por el contrario, nada agrada tanto como un hombre que jamás se enoja”.

San Juan Crisóstomo


“No dice el Señor: Aprended de mí a fabricar el mundo, o a resucitar los muertos, sino que soy manso y humilde de corazón... ¿Tan grande cosa es, oh Señor, el ser humilde y pequeño, que si vos que sois tan grande no lo hubierais practicado, no se pudiera apren­der?”.

San Agustín


“Sed a vuestros ojos viles y despreciables; contentaos con que os menosprecien: sed para vosotros un objeto fastidioso y despreciado. El que en un principio se abate, es grande en la presencia de Dios, y el que seriamente se tiene por despreciable, ya ha hallado el verdadero secreto de agradar a los ojos del Supremo Monarca: sed pequeños en vuestra consideración para ser grandes a los ojos de aquel Juez inco­rruptible, que es el único que decide del verdadero mérito sin poder engañarse. Cuando los hombres hagan menos caso de vosotros, tanto más os estimará Aquél que da el verdadero precio a las cosas”. 

San Anselmo


“No hay ningún pecado posible en un hombre, con el que yo no pueda mancharme”.

San Agustín


“Todos somos frágiles, pero tú considérate el más frágil de todos”.

Tomás de kempis