lunes, 21 de julio de 2014

DE LA KIPA A LA CRUZ: "PARA LOS JUDÍOS RELIGIOSOS, JESÚS ES EL "DIABLO"


Judío bautizado expresa sus dudas sobre el diálogo judeo-cristiano



De la kipa a la cruz



Jean-Marie Elie Setbon, nacido en 1964, fue rabino ultraortodoxo Jabab. Siempre se sintió atraído por el Cristo crucificado, hasta el punto de pedir el bautismo. Relata su conversión en su libro De la kipa a la cruz. Escribe:
“Para los judíos religiosos, Jesús es el “diablo”. Por esta razón miro con bastante escepticismo la sinceridad del diálogo judeo-cristiano que se practica (aunque en el fondo, que pueda ser muy enriquecedora). En cualquier caso, en lo que a mí respecta, puedo decir que cuando era un judío ortodoxo, perdón por la expresión, no quería saber nada de los cristianos. Seguramente es mejor hablar que darse trompazos. Pero si se dialoga sin tratar de lo que nos enfrenta, es inútil. … si los cristianos tienen miedo de hablar de Jesús, eso no es un diálogo […]”.





“Me gustaría encontrar católicos fuera de las iglesias. Sin embargo, no hay manera. De hecho, la Iglesia Católica nunca se ha dirigido a mí. Lo han hecho los Testigos de Jehová, bien que me acuerdo, pero ningún católico se dirigió a mí nunca en la calle. Tampoco recibí nunca ninguna carta de ningún sacerdote en mi buzón. [...] En este punto, me pregunto: ¿dónde están los católicos? Cuando uno los busca, no sabe dónde encontrarlos”.

“El cardenal Lustiger, al referirse a los judíos convertidos al cristianismo, les consideraba judíos realizados. No quiero ofender a nadie, pero no estoy de acuerdo con él. Yo no me considero como un judío realizado, sino un judío convertido a Cristo: no se habla de judíos realizados en los Hechos de los Apóstoles, ni en las Epístolas de San Pablo ni en toda la Santa Biblia. […] Una conversión es un cambio total. De repente vemos, pensamos, y comemos de otra forma. Pasamos a tener una relación diferente con los demás y con Dios”.


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Comentario de Tradición Digital: En el plano teológico, uno se pregunta cómo es posible que tras tantos años, decenios, de diálogo, no haya sido posible llegar a ninguna conclusión sobre el tema que nos separa: Si Cristo es el Hijo de Dios vivo, como declaró, o si blasfemó al hacerlo. No hay conclusión porque el tema ni siquiera está en la agenda. Nuestros pastores no se atreven a ponerlo. Y a eso llaman diálogo.
En el plano práctico, el estado Israel, por ejemplo, sigue posponiendo la concesión de personalidad jurídica a la Iglesia católica.
Desgraciadamente, la Iglesia católica desoye las advertencias de los judíos que se bautizan y exponen la doblez de la Sinagoga. Por bien del “diálogo”, o per metum judeorum.