Número
CCCLXV (365)
12
de julio de 2014
ACUERDO YA
Mons.
Williamson
El
13 de diciembre del año pasado en la Casa Santa Marta en Roma donde el Papa
reside actualmente, el Papa se encontró brevemente con Monseñor Fellay,
Superior General de la Fraternidad San Pío X. Oficialmente la Fraternidad niega
que el encuentro haya tenido cualquier significado, pero un comentarista
italiano que posee cierto conocimiento de la manera en que Roma actúa, un tal
Giacomo Devoto (G.D.) argumenta que esto constituye la prueba que un acuerdo
Roma-FSPX ha sido concluido. Vean http://www.unavox.it/ArtDiversi/DIV812_Devoto_Notizia_intrigante.html.
Brevemente:
En
la mañana del 13, Monseñor Fellay y sus dos Asistentes que están a la cabeza de
la FSPX, se encontraron en el Vaticano con las cabezas de la Comisión Ecclesia
Dei por invitación de Monseñor Guido Pozzo que el Papa Francisco había
vuelto a llamar a esta Comisión para tratar las relaciones problemáticas entre
Roma y la FSPX. Una publicación oficial de la FSPX, DICI, declara
que la reunión fue simplemente “informal”, pero G.D. señala que aun cuando
hubiera sido informal, ella no pudo haber tenido lugar sin haber sido precedida
por una serie de contactos discretos destinados a restablecer las relaciones
después de su interrupción en el mes de junio de 2012. Además, añade G.D., una
tal reunión constituye la fase preliminar indispensable para toda reunión
“formal”.
Sea
lo que fuere, después de la reunión, Monseñor Pozzo, Monseñor Di Noia y las
tres cabezas de la FSPX almorzaron en la Casa Santa Marta donde resultó que
también se encontraba el Papa almorzando como de costumbre. Cuando el Papa se
levantó para salir después del almuerzo, Monseñor Fellay fue a su encuentro
para intercambiar algunas palabras a la vista de todos, y el obispo besó el
anillo del Papa (o puso una rodilla en tierra para recibir su bendición, según
el Vatican Insider de Roma). Una vez más DICI minimizó
el encuentro como no siendo más que un encuentro casual que suscitó un
intercambio espontáneo de fórmulas de cortesía. G.D., al contrario, mantiene –
razonablemente – que aun un tal encuentro “casual” no pudo haber tenido lugar
sin el acuerdo previo del Papa.
Más
aun, añade G.D., en el arte de la diplomacia tales encuentros están organizados
para “romper el hielo” de una manera sutil, permitiendo una interpretación
elástica y cuyo propósito es significar tanto o tan poco como uno lo desea. Por
un lado el contacto cortés sirve para que todos lo puedan ver en un lugar
público, frecuentado por importantes personajes de la Nueva Iglesia, y podía
ser percibido como la aprobación papal de lo que había tenido lugar en el
transcurso de la reunión de la mañana en la Comisión. Por otro lado eso
permitía, de una manera creíble, tanto a Roma como a la FSPX, negar que este
encuentro haya tenido un significado real más allá de un simple intercambio de
cortesía.
Así,
cuando los rumores empezaron a difundirse a principios de este año, la FSPX
negó durante meses que existiese lo que fuere en cuanto a un acuerdo Roma-FSPX.
No es sino hasta el 10 de Mayo que DICI admitió que hubo
ciertos contactos entre el Papa y Monseñor Fellay, pero entonces DICI minimizó
tanto este evento, que G.D. lo interpreta como una señal segura que el acuerdo
había sido concluido en privado. (En la política moderna, como lo dice el
adagio cínico, ninguna cosa puede ser tenida por cierta hasta que haya sido
oficialmente negada).
De
hecho, el problema principal tanto para el Papa Francisco como para Monseñor
Fellay no es cómo llegar a un acuerdo que los dos quieren, sino cómo conseguir
que sus alas izquierda y derecha respectivamente acepten tal acuerdo. Sin
embargo, el problema está en vías de arreglarse día tras día a medida que la
Fraternidad, otrora gloriosa en su combate para la defensa de la Fe, se está
transformando en la Nueva Fraternidad sin gloria. Porque, en realidad, ¿cuántos
obispos de la Nueva Iglesia pueden todavía temer a la Nueva Fraternidad como
representando una amenaza para su Nueva Iglesia? ¿Y cuántos sacerdotes de la
FSPX se encuentran todavía convencidos de que cualquier especie de acuerdo con
Roma sería un desastre, sobre todo si se les promete que ellos “no tendrán que
cambiar nada”? Un tal acuerdo ni siquiera tendría que ser anunciado. En muchos
espíritus y corazones, ya está allí.
Kyrie
eleison.