El
27 de junio de 1806, tropas inglesas
a cargo del general William Beresford atacaron Buenos Aires, que no estaba
preparada para enfrentar la invasión. Como lo recuerda una placa con
transcripciones del archivo de la orden, ese domingo 1 de julio se impidió
realizar en el templo el culto al Santísimo Sacramento.
1º de Julio de
1806. En una celda del convento de Santo
Domingo, Santiago de Liniers mantiene una secreta conversación con el prior,
Fray Gregorio Torres. Liniers acaba de llegar a Buenos Aires, después de
solicitar y obtener de Beresford permiso para entrar en la ciudad, En las
últimas jornadas, ha permanecido al frente de la batería de la Ensenada,
distanciado de los combates que culminaron con la derrota de las fuerzas del
Virreinato. Por lo mismo, está libre del compromiso, impuesto a los soldados
españoles capturados, de no tomar nuevamente las armas contra los británicos.
Liniers,
en consecuencia, está decidido a lanzarse nuevamente a la lucha para liberar a
Buenos Aires. Y así lo comunica, con emocionada determinación, al prior de
Santo Domingo:
- Estoy resuelto
a hacerlo, reverendo padre. Hoy mismo, en el transcurso de la Misa, he hecho
ante la imagen sagrada de la Virgen un voto solemne. Le ofreceré las banderas
que tome a los británicos si la victoria nos acompaña. Y no dudo que la
obtendré si marcho a la lucha con la protección de Nuestra Señora.
Recordemos que Santiago de
Liniers hizo ante esta imagen, el 1° de julio de 1806, el voto solemne de
ofrecerle las banderas tomadas a los británicos si la reconquista tenía éxito. Y cumplió su voto, naturalmente, por
lo que las banderas tomadas a los ingleses, aun hoy, permanecen en el camarín
de la Virgen del Rosario. (Fuente)
ACTA CONSAGRANDO
A LA VIRGEN DEL ROSARIO LOS TROFEOS DE LA RECONQUISTA:
"Con motivo de haber sido rendida, esta plaza el día veinte y siete de Junio de mil ochocientos seis a las Armas de Su Majestad Británica del mando del General Mr. William Carr Beresford, se experimentó decadencia y cierta frialdad en el Culto por la prohibición de que se expusiese el Santísimo Sacramento en las funciones de la Cofradía que tuvo a bien mandar el Ilustrísimo Sr. Obispo de esta Diócesis. El Domingo primero de Julio, no hubo más que una Misa cantada sin manifiesto, y habiendo concurrido a ella el Capitán de la Real Armada y Caballero del Hábito de San Juan Sr. D. Santiago de Liniers y Bremont, que ha manifestado siempre su devoción al Santísimo Rosario, se acongojó al ver que la función de aquel día no se hiciera con la solemnidad que se acostumbraba. Entonces conmovido de su celo, pasó de la Iglesia a la Celda prioral y encontrándose en ella con el Reverendo Padre Maestro y Prior Fray Gregorio Torres, y el Mayordomo primero, les aseguró que había hecho voto solemne a Nuestra Señora del Rosario (ofreciéndole las banderas que tomase a los enemigos) de ir a Montevideo a tratar con aquél Sr. Gobernador sobre reconquistar esta Ciudad firmemente persuadido de que lo lograría bajo tan alta protección. Después de muchos trabajos llegó a Montevideo y allanando las dificultades con que se encontró, vino a la Colina del Sacramento, y de allí bajo un temporal a la punta de San Fernando de Buena Vista donde hizo desembarco el día cuatro de Agosto; el doce del mismo rindió a discreción a los enemigos, después de resistir el más furioso ataque; y reconocido a los favores que le dispensó María Santísima del rosario en todas las acciones y en cumplimiento de su promesa, el día veinte y cuatro de dicho mes de Agosto, obló con una solemnísima función -salva triple de artillería- concurso de la Real Audiencia, Cabildo secular e Ilustrísimo Obispo, las cuatro banderas, dos del regimiento número setenta y uno y dos de Marina que tomó a los Ingleses, confesando deberse toda la felicidad de las armas de nuestro amado soberano, al singular y visible patrocinio de Nuestra Señora del Rosario o de las Victorias. El Reverendo Padre Maestro y Prior pasó al Sr. Liniers, recibo de cuatro banderas, y al momento nos las entregó para que como Mayordomos las colocásemos: lo que se ha ejecutado en las cuatro ochavas de la media naranja sobre la cornisa de la Iglesia. Cuya noticia ponemos aquí para que conste. Buenos Ayres, 25 de agosto de 1806 (firmados los Mayordomos) Francisco Antonio de Letamendi y Miguel de Escuti."
LIBRO DE ACTAS DE LA ILUSTRE COFRADIA DEL ROSARIO DE MAYORES TOMO 275 P. 108 ARCHIVO CONVENTO SANTO DOMINGO.
El
Cardenal Pie, gloria de la Iglesia en Francia, (…) nos ha dejado un interesante
discurso, pronunciado el 16 de septiembre de 1878 con ocasión de las bodas de
oro matrimoniales del Conde y de la Condesa de Liniers, que residían en
Poitiers, sede del Arzobispo. Allí el Cardenal leyó y comentó una carta póstuma
del héroe Santiago de Liniers, antepasado de los homenajeados, por ellos
conservada, dirigida (…) a su padre político don Martín de Sarratea, quien, al
enterarse de la actitud de su yerno respecto a la Junta de Mayo, trató de
disuadirlo (don Martín estaba vinculado con figuras revolucionarias, como la de
su hermano Manuel, luego triunviro).
De
él afirma el Cardenal en su discurso: “Será
estimado para siempre como una de las más brillantes y más puras glorias de su
tierra natal, este Santiago de Liniers, cuyo talento y atractivo por las
experiencias marítimas habían sido puestos al servicio de España... Dos veces
vencedor de los ingleses, proclamado Conde de Buenos Aires y Virrey de la
Plata como premio por la liberación de esa ciudad y de esa colonia... Tal
página no debe quedar sepultada en el cantero doméstico...”
He
aquí el texto inédito de dicha carta (fragmento), fechada el 14 de julio de
1810. El fusilamiento de Liniers tuvo lugar el 20 de agosto siguiente (En
Oeuvres du Card. Pie, Tomo VII, pp. 624-625):
“Mi querido y
venerado padre, ¿acaso querrías que un general, un militar que durante
veinticinco años dio pruebas reiteradas de su amor y de su fidelidad al
Soberano, lo abandonase en la última época de su vida? ¿No legaría en ese caso
a mis hijos un nombre sellado con la marca de la traición? Cuando los Ingleses
invadieron Buenos Aires, ¿quién me obligaba a emprender la liberación de esta
ciudad? No vacilé en comprometerme en una empresa tan peligrosa: abandoné mis
hijos a la divina Providencia en medio de los enemigos. Más tarde, cuando fue
preciso defender Buenos Aires a la cabeza de soldados bisoños contra un
ejército formidable y ya en posesión de Montevideo, ¿acaso no triunfó la buena
causa? Y bien, padre mío, si era buena entonces, es excelente hoy. Ella reclama
no solamente los servicios de un soldado honrado con las más altas distinciones
que le era posible adquirir, sino de todos los que han prestado juramento de
fidelidad. Piensa en David y en los Macabeos: la victoria fue el premio de su
fe.
“No te
inquietes, mi querido padre; pon como yo tu confianza en Dios. Aquel que me ha
protegido en el pasado me salvará también en el futuro. Pero si, según sus
altos decretos, debo encontrar en esta ocasión el fin de mis días, espero que
su misericordia, en cambio de mis innumerables faltas, me tendrá en cuenta
este sacrificio al que estoy obligado por mi profesión.
“Padre mío, el
que alimenta a los pájaros del cielo y tiene cuidado de los más pequeños seres
de la creación salida de sus manos, velará contigo por la subsistencia y la
educación de mis hijos. Ellos se presentarán en todas partes sin avergonzarse
de deberme la vida; y si bien no les dejo riquezas, les doy un buen nombre y
buenos ejemplos que imitar”.
SANTIAGO
DE LINIERS
Fuentes:
Revista
Mikael n° 29 y 30, segundo Cuatrimestre de 1982 y tercer Cuatrimestre de 1982.
http://www.curiosamonserrat.com.ar/historia/lasinva/lapromesadeliniers.html
Banderas tomadas a
los impíos herejes británicos por la milicia comandada Don Santiago de Liniers.
Vista actual de la Basílica Ntra. Sra. del Rosario y Convento de Santo Domingo, en Buenos Aires.
Camarín de la Virgen,
en la nave lateral de la Iglesia.
ART. DE INTERÉS: LOS INGLESES FUSILAN AL RECONQUISTADOR