MONSEÑOR
JEAN MICHEL-FAURE:
"MENZINGEN YA NO ES FIEL A LA VERDAD"
En un largo artículo aparecido en RIVAROL del jueves 26 de marzo, se
evocaba la consagración del sacerdote francés Jean Michel Faure por Mons. Richard
Williamson. La ceremonia tuvo lugar el 19 de marzo en el monasterio benedictino
Santa Cruz de Nova Friburgo, Brasil, en la región de Rio de Janeiro.
Monseñor Faure, quien por otra parte ha ordenado sacerdote a un monje
benedictino el 28 de marzo, quiso responder, pocos días después de su
consagración episcopal, a las preguntas que se le plantearon, lo que
agradecemos profundamente.
Precisamos, como lo hacemos regularmente para las entrevistas, que las
declaraciones de la persona interrogada que se expresa en nuestras columnas con
toda libertad para dar a conocer mejor su posición, no comprometen a la
redacción del periódico.
RIVAROL: ¿Por qué razones aceptó usted ser consagrado
obispo el 19 de marzo en Brasil por Monseñor Richard Williamson?
Monseñor Jean-Michel Faure: Para servir a la Iglesia,
por la gloria de Dios, por la salvación de las almas. Un obispo tiene el poder
para todo esto, a condición de permanecer fiel. La principal finalidad de esta
transmisión es la de conferir la gracia del orden sacerdotal y la gracia del
sacramento de confirmación. Mons. Williamson no podía viajar por todo el mundo.
R: ¿Está usted seguro que la FSSPX se incorporará al
Vaticano?
Mons. Faure: Cuando estamos frente a
dos misterios, la gracia de Dios y el libre arbitrio de los hombres, nada es
seguro. Pero hablando humanamente, Mons. Fellay da muchas señales de su
voluntad firme de incorporarse a la iglesia conciliar, en particular con la
visita de prelados conciliares a los seminaristas y por las recientes declaraciones
de Mons. Pozzo luego de la última consagración.
R.: ¿Qué responde usted a quienes le reprochan de no haber
esperado por lo menos a un acuerdo público en debida forma de la FSSPX, para
proceder a un acto tan cargado de consecuencias?
Mons. Faure: Menzingen arrastra un
buen número de buenos sacerdotes hacia esta adhesión a Roma, obligando, por
ejemplo, a los seminarios de la FSSPX a recibir -y por lo tanto a aceptar en
principio- las visitas de estos prelados conciliares y ecumenistas.
R.: Menzingen condenó, incluso antes que el Vaticano, su consagración,
además de hacerlo mucho más firmemente. ¿Qué reacción le inspira
esto?
Mons. Faure: Menzingen tiene miedo.
Pierde toda su autoridad porque ya no es fiel a la verdad.
R.: El Instituto Mater Boni Consilli (IMBC) publicó el 20 de marzo
un comunicado en el cual denuncia su consagración como sacrílega, ilícita y
cismática pues fue realizada reconociendo públicamente a Francisco I como
Vicario de Cristo, desobedeciéndole con una consagración sin mandato pontifical
y destinada a combatir su magisterio. ¿Qué responde usted a esta
argumentación?
Mons. Faure: En la verdadera Iglesia
Católica, la Fe prima sobre la autoridad, porque en el fondo, la autoridad
está solamente para servir a la verdad. Ahora bien, el papa Francisco
posee la autoridad papal, nadie más es ni puede ser Papa mientras él viva
o renuncie; pero él no pone su autoridad al servicio de la verdad, de la
verdadera Fe y por lo tanto no estamos obligados ante Dios de obedecerle antes
que a Dios.
R.: ¿Qué responde usted a la acusación de haber recurrido a
un “mandato romano apócrifo”, lo que es juzgado como una falta grave?
Mons. Faure: Un mandato
romano “apócrifo” se impone cuando la Fe está en grave peligro.
R.: La sumisión al papa es un dogma de fe para los católicos. Bonifacio
VIII en su bula infalible Unam sanctam afirma: “Nosotros declaramos y
definimos que es necesario para toda criatura humana estar sometida al
Pontífice romano para salvarse”. En estas condiciones, ¿cómo puede usted
combatir fuertemente al ocupante de la sede de Pedro y reconocerlo al mismo
tiempo como la autoridad legítima, el vicario de Cristo que tiene el poder de
las llaves y la infalibilidad doctrinal?
Mons. Faure: La sumisión y la
obediencia al papa no son incondicionales, sino condicionales: a condición que
ellas sirvan a Dios sirviendo a la Fe. Separar la obediencia de la Fe, es
hacerla servir a los hombres más que a Dios.
R.: Cómo podemos decir que un concilio ecuménico (como pretende serlo el
Vaticano II) es falible y puede enseñar el error y la herejía cuando usted dice
que fue promulgado por un verdadero Papa sabiendo que un concilio ecuménico
promulgado por el papa es necesariamente infalible (magisterio extraordinario)?
Mons. Faure: Los mismos papas
conciliares han proclamado que con los decretos del concilio Vaticano II ellos
no querían comprometer su Magisterio infalible. Por lo tanto, falta una de las
cuatro condiciones para que éste haya sido comprometido (la voluntad del
papa de atar -obligar- a toda la Iglesia).
R.: ¿Cómo podemos decir que la nueva misa y los nuevos sacramentos
son un veneno para la fe y afirmar paralelamente que ellos fueron promulgados
legalmente por la Santa Iglesia y el Vicario de Jesucristo?
Mons. Faure: Monseñor Lefebvre
afirmó simplemente que la nueva misa no cumplía una de las condiciones
esenciales de una ley válida: ella está contra el bien común. El mismo
argumento radical de buen sentido se aplica a todas estas
aparentes “leyes” que destruyen la Iglesia.
R.: ¿No teme usted que esta enésima división entre los
tradicionalistas desaliente a muchos bautizados y los aleje totalmente de la fe
y de la práctica religiosa?
Mons. Faure: En absoluto. Como un
amigo me ha dicho: “esta consagración ha roto el torniquete de Menzingen y
permite a los buenos católicos en todo el mundo respirar”. ¿Por que?
Porque se restaura una autoridad católica que está unida a la verdad
católica.
R.: ¿Puede decirnos más sobre sus proyectos en Francia, acerca de la
apertura de un seminario cerca del convento de Avrillé?
Mons. Faure: El proyecto
está avanzando.
R.: ¿Qué le responde a aquellos que dicen que usted
está demasiado viejo (74 años en agosto de 2015) para convertirse en
obispo, cuando los obispos se retiran hoy a la edad de 75 años?
Mons. Faure: Obligar a los obispos a
renunciar a los 75 años es una tontería revolucionaria para impedir a los
viejos hacer valer su experiencia. Ciertamente la verdad católica tiene
necesidad de nuevos campeones jóvenes, pero esperándolos, contentémonos con los
veteranos de Mons. Lefebvre que lo han comprendido mejor que un gran número de
jóvenes.
R.: Surgió una polémica respecto al entierro de su padre en
Argentina. Los sitios de internet hispanos lo acusan de ser marrano, los
eclesiásticos que en esa época eran sacerdotes -como Mons. Morello,
director del seminario de La Reja al momento de los hechos- afirman que a la
muerte de su padre en Argentina, su familia procedió a rituales judaicos y
que este escándalo sería una de las principales razones (pero no la única)
de la salida ulterior de 25 seminaristas y de 8 sacerdotes del seminario de La
Reja.
Mons. Faure: El 3 de marzo de 1986, el
cuerpo de mi padre fue llevado a mi casa para ser velado. Fue puesto sobre mi
cama y no sobre el suelo, como lo pretenden falsamente las calumnias de los
sedevacantistas. ¡Que den el nombre de sus testigos! Personalmente puedo
nombrar al Padre Canale (FSSPX) que celebró la misa de requiem, al P.
Ricardo Olmedo (FSSPX), a los profesores del seminario que conocieron los
hechos, los seminaristas que hoy son sacerdotes, al P. Schmidberger (FSSPX) que
estuvo en la misa y en el cementerio, y también a los miembros de la familia
Masuda, que fueron grandes benefactores del seminario desde sus comienzos y
quienes estuvieron en el velorio toda la noche. Ellos posteriormente recibieron
en su casa de campo los veinticinco seminaristas que salieron del seminario en
la ocasión de la rebelión sedevacantista de 1989. Mi padre está enterrado
en el pequeño cementerio del seminario y su tumba es muy visible. Los seminaristas
y numerosos sacerdotes y fieles asistieron a la misa. No hubo, en este
episodio, nada anormal y nada hay que ocultar, sino que encontramos en esto un
ejemplo de la lógica sedevacantista para poder decir que Mons. Faure es judío:
yo nací en Argelia; hay muchos judíos en Argelia; luego, yo debo ser
judío. Pero como los musulmanes son todavía más numerosos, ¿no
seré yo un musulmán marrano? Contra las calumnias y las invenciones
ridículas, yo dispongo en Francia de un árbol genealógico bien hecho que
haré público cuando regrese.
Respecto a la crisis del seminario de Buenos Aires,
debo decir que yo llegué a México el 24 de septiembre de 1985, cinco días
después del terrible terremoto, después de haber sido nombrado superior de
distrito de México; pero esa crisis tuvo lugar en 1989 en el marco de la
rebelión sedevacantista contra Monseñor Lefebvre. El director (NDLR el Padre
Morello, hoy Mons. Morello), un profesor (NDLR el Padre Medina) y algunos
sacerdotes de esta tendencia, influyeron sobre la mitad de los seminaristas de
La Reja, los que, en 1989, esperaban la visita del P. Schmidberger para salir
en masa del seminario e irse a un “seminario” construido por un grupo
de laicos mexicanos. Fracaso total: un pequeño grupo de entre ellos se dirigieron
a un monasterio abandonado cerca de Córdoba, en Argentina, y enseguida a las
cercanías de Luján, y finalmente a El Bolson (Sur de Argentina). Por lo tanto,
es evidentemente falso que el seudo escándalo del entierro de mi padre, que
tuvo lugar tres años antes, haya provocado la salida inmediata de estos 25
seminaristas. Mons. Tissier relató estos hechos en la biografía de Mons.
Lefebvre (pág. 546, 2a edición corregida, editorial Clovis, 2002).
R.: ¿No teme usted ser tomado en sandwich, si usted me permite,
Monseñor, esta expresión familiar, entre la FSSPX a la “izquierda” y
los sedevacantistas a la “derecha”, ambos, por razones diferentes,
acusándolo de ser cismático y de entrar en una lógica sectaria y no católica?
Mons. Faure: ¡En el nombre del
Cielo! ¿Existe una Verdad por encima de todos los hombres sí o no? Si
existe, coscorrón para los liberales y coscorrón para los sedevacantistas. Para
esta verdad, gozosamente tendremos el papel de sandwich. El sacerdote es un
hombre comido, dijo el Cura de Ars.
R.: Usted se dice de la Tradición. Pero ¿quién es el intérprete
auténtico y el garante de la Tradición sino el Papa, sino el
Magisterio? ¿Cómo puede usted salir entonces de este callejón sin salida?
Mons. Faure: Lea el Evangelio de San
Juan. Allí encontramos una veintena de citas según las cuales Jesús, en
cuanto hombre, expresa su sumisión absoluta a la voluntad de ese Padre, que
está por encima de Él, y que es absoluta. Esta verdad y esta
voluntad, Él la ha transmitido (tradidit), y he aquí el origen y la
infalibilidad de la Tradición, que está también por encima de los papas, a
fortiori, habiendo estado por encima de Jesús (en cuanto hombre). He
aquí lo que pierden de vista todos los conciliaristas, pero que Mons.
Lefebvre jamás perdió de vista: bien comprendida, la Tradición es la
medida de los Papas, y no los Papas la medida de la Tradición. Ella permanece
como siempre ha estado, independientemente de las eventuales tonterías de ellos.
Toda la razón de ser y la fuerza de esta consagración del 19 de marzo,
es su fidelidad a esta Tradición. Que Dios nos conserve fiel a ella, por la
Santísima Virgen María.