SAN LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT Y LA GUERRA ENTRE LOS HIJOS DE
DIOS Y LOS HIJOS DEL DIABLO
(O
La Tradición Católica contra el Modernismo)
"De estas últimas y crueles persecuciones del diablo, que irán
aumentando de día en día hasta que venga el reinado del Anticristo, es de las
que principalmente se ha de entender aquella primera y célebre predicción y
maldición de Dios, fulminada en el paraíso terrenal contra la serpiente.
Aprovecharemos la oportunidad de explicarla aquí, para gloria de María,
salvación de sus hijos y confusión de los demonios".
«Pondré
enemistades entre ti y la mujer y entre tu descendencia y la suya; ella misma
te aplastará la cabeza, y tú pondrás asechanzas contra su talón» (Gen. 3.
15).
"Dios no ha hecho ni formado nunca más que una sola enemistad -y
enemistad irreconciliable-, que durará y aumentará incluso hasta el fin,
y es entre María, su digna Madre, y el diablo; entre los hijos y servidores
de la Santísima Virgen y los hijos y secuaces de Lucifer, de suerte
que el más terrible de los enemigos que Dios ha creado contra el demonio es
María, a quien dio desde el Paraíso Terrestre, a pesar de que Ella sólo existía
entonces en la mente divina, tal odio contra el maldito enemigo de Dios, tanta
industria para descubrir la malicia de aquella antigua serpiente, tanta fuerza
para vencer, aterrar y aplastar a ese orgulloso impío, que él la teme, no sólo
más que a todos los ángeles y hombres, sino hasta en cierto sentido más que al
mismo Dios: y esto no porque la ira, el odio y el poder de Dios no sean
infinitamente mayores que los de la Santísima Virgen, cuyas perfecciones
son limitadas, sino, primero, porque Satanás, a causa de su orgullo, padece
infinitamente más al ser vencido y castigado de una pequeña y humilde esclava
de Dios, y la humildad de Ésta lo humilla más que el poder divino; segundo,
porque Dios ha otorgado a María un poder tan grande contra los diablos, que más
temen ellos, según muchas veces han declarado a su pesar por la boca de los
posesos, uno solo de los suspiros de María en favor de algún alma, que las
oraciones de todos los santos, y una sola amenaza suya contra ellos, más que
todos los otros tormentos".
"Lo que Lucifer perdió por orgullo, ganólo María por humildad; lo
que Eva condenó y perdió por desobediencia, salvólo María por su obediencia.
Eva, obedeciendo la voz de la serpiente, perdió consigo a todos sus hijos y los
entregó al poder de Satanás. María, conservándose perfectamente fiel a Dios, ha
salvado con Ella a todos sus hijos y servidores y los ha consagrado a la
Majestad divina".
"Dios no sólo ha creado una enemistad, sino enemistades y
no sólo entre María y el demonio, sino entre la descendencia de la
Santísima Virgen y la del diablo; es decir, que Dios ha levantado
enemistades, antipatías y odios secretos entre los verdaderos hijos y
servidores de su Madre y los hijos y esclavos del demonio; por eso no se aman
mutuamente ni tienen correspondencia interior unos con otros. Los hijos de
Belial, los esclavos de Satanás, los amigos del mundo (pues estos distintos
nombres significan una misma cosa), han perseguido incesantemente hasta aquí y
perseguirán todavía más que nunca a aquellos y aquellas que pertenezcan
a la Santísima Virgen, así como en otro tiempo Caín persiguió a su hermano
Abel, y Esaú a su hermano Jacob, que son figuras de los réprobos y de los predestinados".
"Pero la humildad de María triunfará siempre del orgulloso demonio; y la victoria será tan grande, que llegará hasta aplastarle la cabeza, en donde reside su orgullo. Ella descubrirá siempre su malicia de serpiente, hará manifiestas sus tramas infernales, disipará sus consejos diabólicos y a sus fieles servidores los librará hasta el fin de los tiempos de sus crueles garras".
(San Luis María Grignion de Montfort, “Tratado
de la Verdadera Devoción”, “Obras Completas”, Págs. 468 – 471, BAC, Madrid,
1954).
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