Este es un pasaje del sermón de Mons. Fellay en la
reciente ordenación del Padre Lundi:
“Vivimos en una época en que esta fe es maltratada, atacada, despedazada
en todas partes, tanto fuera como dentro de la Iglesia. Esta será una de sus
funciones, después de la Misa, dar esta fe, comunicarla a las almas a fin de
elevarlas sobre las realidades humanas, para conducirlas hacia la realidad
de Dios. Y esta fe, hay que defenderla.
Esa es nuestra historia, la de la Fraternidad, la de
nuestro fundador. Y esta historia, mis queridos hermanos, continúa. Diría
también que, ante esta realidad sublime, hablar de acuerdos o no con
Roma es una bagatela. Defender la fe, conservar la fe, morir en la fe, eso
es lo esencial. Se tiene la impresión de que las autoridades romanas no
nos comprenden, porque ellas no han comprendido que, para conservar esta fe
católica, estamos dispuestos a perderlo todo. Nosotros no queremos abandonar la
fe. Pero, por desgracia, es un hecho que vemos todos los días, con
el Concilio, por el Concilio, y en el Concilio, se introdujeron venenos que son
perjudiciales para la fe, que conducen las almas al error, que ya no las
defienden, que ya no las protegen en su fe. Nosotros denunciamos eso, y por eso
se nos condena. Todavía hoy, la condición que quieren imponernos para
reconocernos el título de católicos es aceptar esas cosas que justamente
demuelen la fe. Pero nosotros no podemos, es todo, es simple. En ningún caso
estaremos de acuerdo en disminuir lo que es absolutamente esencial
para ir al Cielo, la fe, con todas sus consecuencias. Es por eso que este
combate es necesario, un combate de todos los días”.
Veamos:
“Diría también que, ante esta realidad sublime, hablar
de acuerdos o no con Roma es una bagatela”.
¿O sea que el obispo expulsado y todos los sacerdotes y fieles que se
perdieron, se perdieron por una bagatela?
¿El trastorno de la Fraternidad, la discusión entre los obispos, la división de
los fieles, fue por una nadería? ¿O sea que decidir el colocarse o no bajo el
mando de un jefe modernista (el Papa), es una bagatela, es decir, una cosa
baladí o de poca sustancia? ¿Es un temita menor? ¡Con que liviandad se dicen
algunas cosas para evadir todo el peso de la realidad!
Esto nos recuerda a la fábula de Esopo de la “La zorra y las uvas” (Hrs.
15, Ch. 32), que dice:
“Una zorra hambrienta, como
viera unos racimos colgar de una parra, quiso apoderarse de ellos y no pudo.
Marchándose, dijo para sí: “Están verdes”.
Así, también algunos hombres inhábiles por su
incapacidad para lograr lo que quieren echan la culpa a las circunstancias.”
(Esopo, “Fábulas”, Biblioteca
Básica Gredos. Madrid, año 200. Pág. 21.)
Ahora bien, como no se pudo llegar a un acuerdo con la Roma modernista
porque las circunstancias y las autoridades siguen sosteniendo con firmeza el
modernismo conciliar ¿todo pasó a ser una bagatela o unas “uvas verdes”?
“Defender la fe, conservar la fe, morir en la fe, eso es
lo esencial”.
Bien, ¿pero se trata de la fe católica o de la fe del Vaticano II? Los
masones también tienen una fe, pero es una falsa fe. Por otra parte, ¿cómo se
podrá defender la fe, conservar la fe, la verdadera fe católica, cuando los
superiores de Roma han abdicado de ella, han renunciado a defenderla, y hacen
todo por destruirla, como se ve constantemente en el Papa y los cardenales y
obispos? ¿Cómo se pretende acudir a ellos para mejor defender la fe?
“Se tiene la impresión de que las autoridades
romanas no nos comprenden”.
¿Es sólo una impresión, o es la absoluta realidad? ¿No quedó en claro, tras
las extensas “discusiones doctrinales”, que no había ningún acuerdo con Roma,
ni siquiera interés de aquellos por la doctrina, como aseguró el mismo Mons.
Fellay?
“con el Concilio, por el Concilio, y en el Concilio, se
introdujeron venenos que son perjudiciales para la fe”.
Mons. Fellay ya no descarta el Concilio completamente, no dice que el
Concilio sea un veneno, “una sopa que debe ser descartada” por completo, como
dijera hace unos años atrás. ¿Será que esos venenos son sólo el 5% del Concilio
y sólo eso es lo que quiere “eliminar”? Recordemos: “Da la impresión de que rechazamos todo el
Vaticano II. Sin embargo, conservamos el 95%. Es más a un espíritu que nos
oponemos, a una actitud ante el cambio presentado como premisa.” (Mons. Fellay en
el periódico Suizo “La Liberté”, 11 de Mayo de 2001).
Cerremos con estas palabras de Monseñor Lefebvre,
verdaderamente dignas de un General que no habla de batallas sin asumir
completamente las consecuencias de sus palabras y actos, indicando a los
soldados de Cristo el camino hacia la victoria:
“Debemos ser conscientes de este combate dramático,
apocalíptico en que vivimos y no minimizarlo. En la medida que lo minimizamos,
nuestro ardor en el combate disminuye: nos debilitamos y no osamos más
proclamar la verdad”.
Mons. Lefebvre, 29 de junio de 1987.
Tomado de Non Possumus