EL REGRESO DEL “CINCUENTISMO”
Por Monseñor Williamson
Pregunta candente: ¿Cómo es que los líderes de la
Fraternidad San Pío X que fue fundada por Monseñor Lefebvre para resistir a la
Neo-Iglesia, están ahora buscando sus favores para unirse con ella? Una
respuesta es que ellos nunca entendieron al Arzobispo. Después del desastre del
Vaticano II en los años ‘60, ellos vieron en él la mejor continuación de la
Iglesia pre-desastre de 1950. En realidad él era mucho más que eso, pero una
vez que murió, todo lo que quisieron era regresar al Catolicismo cómodo de los
años 50. Y no estaban solos prefiriendo a Cristo sin su Cruz. Es una fórmula
muy popular.
¿Pero, no era el Catolicismo de los años 50 como
un hombre parado en el borde de un alto y peligroso precipicio? Por un lado
todavía estaba parado sobre un gran peso, de otro modo el Vaticano II no podía
haber tenido tal caída. Por el otro lado estaba peligrosamente en el borde del
precipicio, de otro modo no hubiera podido caer tan precipitadamente en los
años ‘60. No todo era malo en la Iglesia en los años ‘50, pero estaba
demasiado cerca del desastre ¿Por qué?
Debido a que la generalidad de los Católicos
mantenían exteriormente las apariencias de la verdadera religión, pero
interiormente muchos coqueteaban con los errores ateos del mundo moderno:
liberalismo (lo que más importa en la vida es la libertad), indiferentismo (no
importa cuál religión profese el hombre), etc. Entonces los Católicos con fe,
sin querer perderla, gradualmente se adaptaron a estos errores. Podrían asistir
a Misa los domingos, podrían todavía confesarse, pero ellos alimentaban sus
mentes con los viles medios de comunicación y sus corazones sentían fastidio
por ciertas leyes de la Iglesia, las del matrimonio para los laicos, las del
celibato para el clero. Entonces podrían estar manteniendo la fe, pero querían
cada vez menos nadar en contra de la poderosa corriente del glamoroso e
irreligioso mundo a su alrededor. Se acercaban cada vez más al borde del
precipicio.
Ahora bien, el Arzobispo tuvo sus fallas, las
cuales uno podría pensar que están reflejadas en las presentes dificultades de
la Fraternidad. No hay que idolatrarlo. Sin embargo, él fue en los años ‘50 un
obispo que tenía tanto la apariencia de Catolicismo, como la substancia en su
interior, como se prueba por los ricos frutos de su ministerio apostólico en
África. Así, cuando el Vaticano II tuvo éxito en incapacitar o en paralizar a
casi todos sus compañeros obispos, se las arregló para recrear, casi solo, un
seminario y una congregación pre-Vaticano II. La apariencia de su oasis
Católico en medio del desierto Conciliar deslumbró a muchos buenos jóvenes
católicos. Las vocaciones eran atraídas también por el carisma personal del Arzobispo.
Pero entre 10 y 20 años después de su muerte en 1991, la substancia de su
legado llegó a parecer cada vez más pesada de llevar en contra de la corriente
cada vez más fuerte del mundo moderno.
Sin embargo, poco dispuestos a cargar con la Cruz
de ser despreciados por la Iglesia oficial y el mundo, los líderes de la FSSPX
empezaron a soñar una vez más en ser reconocidos oficialmente. Y el sueño se
arraigó, porque después de todo, los sueños son mucho más agradables que la
realidad. Debemos orar por estos líderes de la FSSPX. Los años ‘50 se han ido,
se han ido para siempre, y es solamente un sueño desear su regreso.
Kyrie eleison.