Por Antonio Caponnetto
Revista
Cabildo Nº 100, Diciembre 2012
Nota de SYLLABUS:
Hasta la fecha, no hemos podido recabar ninguna manifestación pública de
repudio o disgusto, por parte de las autoridades de la FSSPX en la Argentina,
de la escandalosa afrenta que describe y condena el autor de esta crónica. Un
hecho que “no puede pasar sin registro y sin protesta”, como bien dice el
autor, pero que sin embargo ha tenido como respuesta el silencio más ominoso y
coincidente tanto por parte de las autoridades de la Iglesia modernista
argentina como de la Tradición católica.
No puede sorprender cuando desde hace años se ha archivado la crítica
puntual y necesaria de las herejías y sacrilegios, que en su momento quedaban
consignadas en las páginas de “Ecclesia Dei afflicta” de “Iesus Christus”, la
revista oficial del Distrito América del Sur de la FSSPX.
No sorprende después de la condena hacia Mons. Williamson cuando osó
tocar un tema tabú que excede el archivo histórico para ser presentado por la
herejía judeo-cristiana como un nuevo dogma de Fe.
No sorprende después de que Monseñor Fellay afirmara que los judíos “son
nuestros hermanos mayores” o que su asesor Maximilian Krah dijera que “al
final, hemos sido capaces de comunicar con éxito que la Fraternidad San Pío X
en ningún modo comparte estas ideas del obispo Williamson” o “no tengo
absolutamente ningún problema para decir que tengo una actitud positiva hacia
el estado de Israel”.
No sorprende, pero duele que se haya abandonado el lenguaje católico a
cambio de la “astuta” diplomacia; duele que no se quiera hablar como hablaba
San Pablo, con la libertad de espíritu de los verdaderos cristianos, prudentes
pero sin ambigüedades. Duele porque el silencio se suma a la traición hacia la
Iglesia que llevan a cabo los modernistas y liberales judaizantes. Y porque el miedo
a ser “estigmatizado”, a ser tildado de “ultracatólico”, “lefebvrista”,
“antisemita”, “nazi”, etcétera, lo único que hace es agregarle un estigma más,
una marca más al cuerpo llagado de Nuestro Señor Jesucristo en su Pasión, tras
ser acusado de todas las cosas posibles para poder ser condenado en el inicuo
tribunal de las conveniencias humanas que el diablo suscitó en las autoridades
religiosas y políticas de aquel tiempo.
***
Finalmente, y como estaba previsto, el pasado 11 de octubre, en el
auditorio Juan Pablo II de la UCA, las máximas autoridades de la misma, le han
entregado el Doctorado Honoris Causa al Rabino Abraham Skorka. Se
hallaban presentes en la ceremonia el Predicador Pontificio y el Nuncio
Apostólico, testigos inequívocos ambos del aval que a tal acto se le daba
directamente desde Roma.
Evitemos los circunloquios, porque los registros fílmicos y auditivos de
lo sucedido, que hemos analizado, nos obligan a ser directos en nuestros
juicios (1). Humanamente hablando, lo que se ejecutó ese día fue un hecho inicuo,
consumado bajo el sello de la obsecuencia servil al judaísmo, de la adulación
rastrera a la Sinagoga, del vasallaje envilecedor al Sanedrín, de la
horribilísima abdicación ante el poder de Israel.
Si el prolongado y sensual abrazo entre el homenajeado y Bergoglio sirven
de símbolo a la fiera felonía, no resulta menos simbólico el comportamiento del
rebaño que presidía o secundaba la fiesta, abyectamente presto a lisonjear con
aplausos al circunciso, cada vez que de su boca salían las más insolentes o
insólitas afirmaciones.
Religiosamente hablando, en cambio, lo que se ejecutó ese día fue un
hecho aún más trágico, que no puede pasar sin registro y sin protesta. Quedó
fundada oficial, pública e institucionalmente en nuestra patria, la
herejía judeo-católica, cuya impune existencia tiene ya larga data. De mentar a
sus servidores y capitostes se ocupó el mismo hebreo, al dar gracias por tal
coyunda a Mejía, Braun, Karlic, Rivas, Poli y el precitado Bergoglio, amén del
rector Víctor Manuel Fernández, quien insiste en hacerse llamar Tucho,
para que su ridículo apodo coincida con su condición intelectual y moral.
La nueva herejía, como cualquiera de pasados tiempos, se exhibió
impúdicamente con gestos y palabras difícilmente exentos del calificativo de
blasfemos. Cristo fue el Gran Ausente y a la par el Gran Traicionado. Y para
que el sacrilegio fuera completo, la herética pravedad sentó sus reales en una
casa de estudios que fuera alguna vez, en sus honrosos inicios, baluarte de la
ortodoxia. Sin embargo y por lo que sabemos, hasta ahora no hubo voces
eclesiales en disidencia manifiesta.
Si tuviéramos que remitirnos a las palabras dichas por el homenajeado (y
dichas, ya no sin el don de la elocuencia, sino siquiera sin la prolijidad
mínima de quien posee el hábito docente, cfr.
http://www.aica.org/3625-la-uca-otorgo-el-doctorado-honoris-causa-al-rabino-abraham.html
), esa noche se le rindió honores públicos:
1º) a quien exaltó “el ideal profundo del movimiento sionista”,
callando su historial de crímenes horrendos, de terrorismos sistemáticos, de
posiciones racistas, de avasallamientos a las soberanías de otros estados, sin
excluir la del propio Estado Argentino, coto de caza declarado como tal por
Teodoro Herzl desde 1896, cuando escribió El Estado Judío. El historial
homicida del movimiento sionista, y su consiguiente rechazo, es un hecho
reconocido hoy aún por algunos judíos prominentes, como los que integran la International
Jewish Anti-Zionist Network. Pero ni Skorka ni sus genuflexos glorificadores
parecen estar anoticiados.
2º) a quien ofendió gravemente a la Iglesia, acusándola de antisemita, y
sosteniendo expresamente que el antisemitismo nacional-socialista “tuvo
raíces en la teología que se fue desarrollando en la Iglesia Católica”; ocultando
así, burdamente, las diferencias doctrinales entre la Cátedra de Pedro y los
ideólogos del Neo-paganismo, las verdaderas raíces teologales de la enemistad
cristiano-israelita, y las pesadas culpas judaicas en tal acerva enemistad.
3º) a quien osó reivindicar a los peores enemigos de Jesucristo, pidiendo
que se revisara la condena evangélica al fariseísmo, y sosteniendo que “todo
cristiano que no sabe la esencia del judaísmo, no sabe la esencia del
cristianismo”; afirmación esta última que sólo puede ser cierta por
contraste y antagonismo, mas no por convergencia y similitud, como aquí se la
ha presentado.
4º) a quien ultrajó a Jesús, llamándolo “colega”, y sosteniendo
que sus enseñanzas sobre el amor ya estaban contenidas en el Talmud.
Como si no constara a cualquier persona instruída la aborrecible cantidad
de enseñanzas ofensivas, odiosas y agraviantes contra Nuestro Señor, que
contienen las páginas talmúdicas. Y como si las reprobaciones que pesan sobre
ellas, elaboradas por no menos de diez Pontífices o rubricadas oportunamente en
Trento, pudieran ser declaradas letra muerta.
5º) a quien exaltó la memoria del rabino Marshall Meyer (“bendita
memoria”, la había llamado ya en su Identidad Judía y el diálogo
Judeo-Cristiano, cfr.http://www.congresojudio.org.ar/coloquio_nota.php?np=53 ),
personaje cuya condición de pederasta y corruptor de menores, no sólo habría
sido probada en los estrados judiciales (Buenos Aires, año 1971, causa 26.176,
Sala V de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional), sino que, y
por lo mismo, significó la expulsión y el repudio del reo por parte de las
mismas comunidades judías del país. Tal como lo certifican las firmas de Rafael
Kugielsky, Sión Cohen, David Kahana y otros rabinos, en sendos dictámenes y/o
informes emitidos durante 1971 por esas agrupaciones israelitas radicadas en el
país antes mencionadas. Específicamente la AMIA, la DAIA y la OSA.
6º) a quien avivó reiteradamente las brasas de la mitología de la Shoa,
cuyas significativas mendacidades (como hemos probado de manera analítica en
otro trabajo: cfr. nuestro ensayo El juramento antinegacionista,
http://elblogdecabildo.blogspot.com.ar/2009/03/caso-williamson.html), no guarda
antes relación con la historiografía, la demografía o la política, sino con la
teología y la economía de la Salvación. Para los judíos, entiéndase de una vez,
el holocausto no es cuestión de una cifra ficta y arbitraria de muertos, sino
de reemplazar a Cristo como Víctima, para que su lugar lo ocupe Israel. Es el Trono
del Cordero el que disputan, no el funcionamiento de las cámaras de gas.
7º) a quien se permitió coronar su desfachatez discursiva, concluyendo
—con un plural deliberado que a todos los presentes incluía— con un “estamos
esperando al Mesías. Él va a venir cuando Dios lo disponga”. Ni el Nuncio
de Su Santidad, ni el Predicador Pontificio, ni el Cardenal Primado atisbaron
la menor discordancia ante la audacia. Por el contrario, un aplauso sostenido
corroboró el descarado manifiesto del judío, que estaba allí —en esa noche
apostática y ruín de la UCA— para probar que por su boca no hablaban Natanael,
ni Zolli ni Edtih Stein, sino la vieja y remozada perfidia de Caifás. Purim
2012, imperdonablemente renovado, celebraron juntos así, a la vista y regodeo de
la comunidad académica, las testas más visibles y más descaradas de la herejía
judeo-católica.
Nadie silenció ni enmendó al locuaz cuanto falsario e irreverente rabino.
Nadie salió en defensa —no ya del honor de Cristo Rey y de la Santa Madre
Iglesia— sino de la tan pedida hermenéutica de la continuidad, toda vez
que el homenajeado la quebraba a sabiendas, con su división dialéctica entre
una Iglesia antes y después de Nostra Aetate. Y no es que faltara a la
verdad Skorka con tal aseveración aciaga. Faltaban a la congruencia los que la
daban también por cierta y por laudable, mientras se llenan las bocas
predicando la continuidad, allí donde ha sido intencionalmente conculcada.
Párrafo aparte merecería la Justificación Oficial que de la entrega del
Doctorado leyó el Rector Tucho. Detengámonos apenas —al borde mismo de la
náusea— en un par de sus afirmaciones ruinosas. La primera es aquella, según la
cual, judíos y cristianos “tenemos en común el tesoro de la Torah”, que
nos permite, a partir de esa “Palabra Revelada, desarrollar diversas
potencialidades” (cfr.
http://www.uca.edu.ar/uca/common/grupo81/files/Discurso_Rector_UCA.pdf ).
De este modo, la negación del carácter mesiánico y divino de Jesucristo y
el protagonismo central en su pasión y muerte, sólo sería ahora, para el
ucálico rector, nada más que una de las diversas potencialidades que
legítimamente pueden seguirse de la lectura del Antiguo Testamento. Para
nosotros las sagradas páginas veterotestamentarias anuncian a Cristo, Segunda Persona
de la Santísima Trinidad, ante el cual se dobla toda rodilla en los cielos y en
la tierra. A los judíos en cambio, les sirvió y les sirve para justificar la
muerte de los profetas y del mismo Dios. Pequeño detalle sin importancia.
Cuestión de potencialidades que se desarrollan a partir de la consideración de
un texto común. Al fin de cuentas, para estos progresistas estultos, la Sagrada
Escritura —como la opera aperta de Umberto Eco— es pasible de subjetivas
consideraciones y conclusiones. Unos descubren, veneran y aman a Dios cuando la
escuchan, otros lo asesinan. Pero el amor o el deicidio no cuentan, sino el
encuentro en el texto común.
Ha dicho Tucho en segundo lugar, que con este doctorado a Skorka, se
quiere premiar también, extensivamente, a la comunidad judía toda, que tiene “en
Buenos Aires […] una población tan numerosa, caracterizada por su nivel
cultural, su creatividad y su espíritu emprendedor”, reconociéndole y
agradeciéndole “los innumerables aportes” hechos a “nuestro país”.
¡Bien por el rector magnífico! Seguramente hay mucho que “reconocer y
agradecer” a la Migdal, a Julius Popper; o a los innúmeros Sofovich, Graiver,
Gvirtz, Szpolski, Elzstain, Alperovich, Filmus, Verbitsky, Schoklender,
Feinmann o Timerman. Seguramente, asimismo, hay mucho que “agradecer y
reconocer” a quienes se opusieron al dictado de la enseñanza católica en
Catamarca, o a la presencia de la Cruz en la bandera de Tucumán. Y a todos
cuanto aparecen en el valiente libro del hebreo Fabián Spollansky, La mafia
judía en la Argentina (San Juan, Rubin, 2008).
Dice el rector también que entre los motivos de admiración que guarda
hacia Skorka, debe contarse el hecho de “los casi tres años” que, bajo
su dirección, se dedicó a estudiar “el capítulo 3 de las Lamentaciones”.
Y dice el rabino que, a partir de Nostra Aetate, “nadie podrá achacarnos más
que somos deicidas”.
No sabemos qué extraña ciencia cabalística encandiló al clérigo
inverecundo y desertor. Pero él y el resto de los miembros de la secta
judeo-católica que han oficializado sin tapujos, bien harían en aplicarse las
palabras del versículo 45 del venerable texto de Jeremías, que tanto dicen
haber estudiado: “nos convertiste en desecho y en basura en medio de las
naciones”.
Tampoco sabemos quienes integran ese “nadie” apodíctico, que según
Skorka, ya no podrá enrostrarles más, ni a él ni a los suyos, el verídico,
doliente e ilevantable nombre de deicidas. Sabemos que la promesa divina, en
virtud de la cual, “mis palabras no pasarán” (San Mateo, 24, 35), no
está aplicada a Nostra Aetate sino a la buena nueva del Nuevo
Testamento.
Pues allí, entre esas palabras de la Palabra que no pasará, seleccionamos
éstas para recordarle su condición al galardonado: “¡Matásteis al Autor de
la Vida!” (Hechos, 3, 13-15), “¡Crucificásteis al Señor de la Gloria!”
(I Corintios, 2, 8).
Y a la par que se las recordamos, con dolor de bautizados fieles,
repetimos con el antiguo ritual del Viernes Santo:
Oremus et pro perfidis Judaeis: ut Deus et Dominus noster auferat velamen
de cordibus eorum; ut et ipsi agnoscant Jesum Christum Dóminum nostrum.
Oremos también por los pérfidos judíos, para que Dios nuestro Señor,
quite el velo de sus corazones, a fin de que también ellos reconozcan a
Jesucristo nuestro Señor.
Antonio Caponnetto
(1) Remitimos al blog amigo Página Católica:
http://www.pagina-catolica.blogspot.com.ar/2012/11/rabino-ofende-la-iglesia-en-la-uca.html