miércoles, 5 de junio de 2013

EL JUICIO DEL PADRE PINAUD, ¿SERÁ TAMBIÉN EL JUICIO DE MENZINGEN?




Esta carta del Padre Pinaud nos llegó tarde. Recordamos a nuestros lectores que no hay que dudar ni tardar en darnos lo más rápidamente posible las novedades en el frente.- La Sapinière.





Padre Nicolás Pinaud
IIII IIII IIII IIII IIII IIII IIII IIII IIII II día de mi detención en la fortaleza de Jaidhof.
Priestbruderschaft St Pius X
Jaidhof 1 A
3542 GFÖHL, NÖ
Austria
El 26 abril 2013,
Nuestra Señora del Buen Consejo

Estimados amigos,
¡Ya son 47 días en el exilio austríaco! Ninguna novedad del proceso eclesiástico. Ningún contacto por parte de mis acusadores, por lo que con el tiempo esta situación se hace cada vez más incomprensible.
Las investigaciones de los técnicos en informática, las comprobaciones de los Oficiales de Justicia, permiten aportar un poco de luz. Ahora dispongo de un cierto número de mensajes firmados con mis iniciales, enviados a partir de una dirección electrónica a mi nombre, a ciertas personas, algunas conocidas y otras desconocidas. Ciertos destinatarios que desconfiaron no respondieron los mensajes, otros han sido abusados…
Le he pedido a la Justicia identificar a estos malhechores y a sus cómplices, si es que los hay, y de perseguirlos porque yo jamás envié estos mensajes, y sobre todo yo no creé la dirección nicolas_pinaud@yahoo.fr. Si usted recibió mensajes desde esta dirección, sepa que yo no soy el autor. (…) Nosotros estamos verdaderamente en presencia de la falsificación, la usurpación de identidad, violación de correspondencia, violación de la intimidad de la vida privada, lo que pudo implicar difamación… y otras dulzuras de la misma especie. ¿Quiénes pudieron ser los autores de tales actos? Cuando se establezca la luz definitivamente, con certitud, no dejaré de tenerlos informados. Desgraciadamente yo no soy el único en haber sido tratado de este modo, ¡pero mi caso no parece ser el peor!
Les transmito esta información sombría porque usted tuvo la bondad de enviarme un correo simpático de apoyo interesándose en mi situación. Me disculpo de responder hasta ahora, pero todos estos trámites judiciales civiles toman tiempo. Jamás me imaginé que mi vida sacerdotal me reservara tales sorpresas. Pero me esperan todavía más cosas. Para poder contar historias ¡hay que vivir aventuras!
Pueden estar tranquilos, con tiempo, las cosas se ponen en su lugar (para durar) y mis días están muy ocupados en trabajos intelectuales que esperaban la oportunidad inesperada de tener mucho tiempo libre. No estoy maltratado, y siendo posible, vigilo mi comida, ¡pues la historia de la Iglesia es muy instructiva!
Acabo de leer esta semana « Le non de Monsieur Rudel de la Varende” que trata un episodio de los Inventarios (La Disputa de los inventarios es un conjunto de disturbios sobrevenidos en regiones múltiples de Francia, consecutivos a la ley de separación de la Iglesia y del Estado de 1905 ndlr). Les aconsejo leer la historia exaltante de este hombre de Fe que se encerró en su iglesia parroquial con dos fusibles y 50 cartuchos para impedir los inventarios… He aquí una conversación entre este hombre y Noël, uno de sus cinco hijos:

« -Pero esto puede durar mucho tiempo…
-Todo el que haga falta, pequeño mío.
-Incluso un mes, dos, seis…
-Hasta el fin de mis días, si es necesario.
-Perdóneme por considerar las consecuencias probables de esta decisión: Nosotros nos enfrentamos a una municipalidad insidiosa y tenaz. ¿Qué sucederá si, justamente para hacerlo desfallecer, ellos aplazan indefinidamente el inventario?... El Alcalde hará que vuestro encierro dure tanto como haga falta. Hará que usted se desgaste.
-No, yo no me desgastaré, Noël; he visto a otros hacerlo. Si debo enclaustrarme, ¡bien! Entro al claustro, entro en religión. ¡Hará falta que llenen de humo el bastión, los canallas!
-¿Disparará?
-Sí, Noël.
-En las piernas
-No, más alto. (…) »

¡Entre más conozco a los hombres, más se acrecienta mi interés por los animales! (…) asegurándoles mis oraciones agradecidas por todas vuestras intenciones y mi profunda gratitud.

N. Pinaud