miércoles, 26 de junio de 2013

LLAMADA DE ATENCIÓN





Dice San Vicente de Lerins que los herejes se sirven de la Sagrada Escritura. “Ciertamente que se sirven –nos recuerda en su Conmonitorio- ¡Y con cuánta apasionada vehemencia! Se les ve pasar de un libro a otro de la Ley Santa: desde Moisés a los libros de los Reyes, desde los Salmos a los Apóstoles, desde los Evangelios a los Profetas. En sus asambleas, con los extraños, en privado, en público, en los discursos y en los escritos, durante las comidas y en las plazas públicas, es raro que mantengan alguna cosa si antes no la han revestido con la autoridad de la Sagrada Escritura.(…) Hacen lo que aquellos que, para suavizar la amargura de las medicinas destinadas a los niños, untan de miel el borde del vaso; los niños con la ingenua sencillez de su edad, una vez que han probado el dulce, se tragan sin sospecha ni temor también lo amargo. De la misma manera actúan quienes enmascaran con nombres medicinales hierbas nocivas y jugos venenosos, para que nadie, al leer la etiqueta, pueda sospechar que se trata de venenos y que no son remedios para dar salud”.

Los actuales liberales y los semi-liberales, los resabiados de liberalismo y los tradi-liberales, también se sirven de las Sagradas Escrituras.

Con una cita de los Evangelios, uno de estos últimos confirma la advertencia que nos hacía San Vicente de Lerins. Y paradójicamente, utiliza las palabras que cita San Vicente en nuestro pasaje citado:A este propósito el Salvador gritaba: “Guardaos de los falsos profetas que vienen a vosotros disfrazados con pieles de ovejas, pero por dentro son lobos feroces” (San Mateo, 7, 15). “¿Qué otra cosa son esas pieles de ovejas sino las palabras de los Profetas y de los Apóstoles, con las cuales estos mismos, con mansa sencillez, han revestido como un velo al Cordero inmaculado que quita el pecado del mundo?”.

De manera tal que el uso de una cita evangélica no viene a concluir nada si no se la utiliza diestramente, y tan sólo viene a ser una forma de disfraz de quien desea con tal uso dar entidad o volver respetable un texto que no lo es.

Pero ese uso nocivo de la Palabra de Dios no tiene que inhibirnos de aprovecharnos de su Sabiduría. El mismo Santo que nos advierte de su siniestro uso se vale de las Sagradas Escrituras, a la vez que de la Tradición, para que estemos en guardia. Fundamentalmente para que amemos la doctrina de Nuestro Señor y conociéndola podamos ver cuándo aquellos que se disfrazan se desvían de ella. Cuándo por conveniencias terrenas no la confiesan como deben y la disminuyen o la alteran.

Seguramente el Sr. Pericón del blog “Hacia la verdadera Cristiandad” habrá ido a misa el pasado domingo. Lo damos por descontado porque en su mismo blog insta caritativamente a sus lectores a que lo hagan. Supuesto esto, el mismo habrá escuchado la lectura del Evangelio por parte del sacerdote. No obstante el poco tiempo transcurrido, hay un pasaje del mismo que parece habérsele olvidado. A todos nos vendrá bien recordarlo, está tomado de San Mateo V, 20-24:

“Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás, y quien matare, será condenado en juicio. Mas yo digo que todo aquel que se enoja con su hermano, merecerá que el juez le condene. Y el que le llamare “raca”, merecerá que le condene la asamblea. Mas quien le llamare “fatuo”, será reo del fuego del infierno. Por tanto, si vas a presentar tu ofrenda al altar…” el resto podrá recordarlo bien el lector.

¿A qué viene todo esto? A que en un artículo titulado “Los falsos profetas”, del mencionado blog (enlace), se insulta grosera y gratuitamente a un obispo y varios sacerdotes, sin la menor evidencia y con la única justificación de no pertenecer más a una congregación religiosa (de la cual, por otra parte, casi todos los acusados no han desertado como acusa el mencionado blogger, sino que han sido injustamente expulsados). He aquí el pasaje de su indigno artículo:

“Y sirven a ello algún obispo y unos pocos sacerdotes pusilánimes que abandonaron el campo de batalla, que dejaron el bastión para operar por su cuenta, al modo de los francotiradores, siendo finalmente captados por filas útiles al Infierno, al enemigo de Cristo”.

Es evidente que el redactor de tales líneas –que, reiteramos, las sustenta en base a la pasión y no en base a la razón- no tiene idea de la gravedad de tales palabras, al atacar de forma ruin a hombres consagrados a Dios que precisamente si algo han demostrado es lo contrario de lo que se les acusa, pues han tenido el ánimo suficiente para enfrentar cara a cara y sin titubeos a quienes siendo sus superiores y por lo tanto ostentando un poder sobre ellos no se amilanaron y denunciaron las malas conductas y los errores de esas desviadas autoridades, afrontando virilmente las consecuencias. Más bien nos parece que pusilánime es el que por miedo no se atreve a mirar la realidad de frente y prefiere engañarse a sí mismo y engañar a los demás. Surge fácil el insulto cuando se carecen de razones. Y decimos esto porque el tal blog no ha dado a conocer jamás ningún estudio sustancioso, ninguna prolija refutación, ningún estudio detallado que dé por tierra con los innumerables estudios y artículos rigurosos que en los diversos blogs que pretende malherir han sido publicados. Ni siquiera ha hecho el intento. ¿Qué hechos o palabras aporta para tildar de “pusilánimes” a tales sacerdotes? ¿El hecho de misionar y asistir con los sacramentos a cientos de fieles en diferentes países? ¿Sus sermones católicos, antiliberales y combativos? ¿El vivir sin las seguridades ni comodidades de que disponen los sacerdotes de la Fraternidad y a pesar de ello regocijarse ante tanta dificultad? ¿Eso los hace merecedores de ser llamados “raca” o “fatuos”?

Tal vez deberíamos hacerle caso a Gómez Dávila cuando decía “Cuidémonos de discrepar del que conoce mal un tema”, porque en ese caso si no hay un sincero anhelo de la verdad el desconocedor del tema suplirá su falta de saber o recursos con prejuicios o pasiones que lo llevarán al fin al denuesto torcido de aquel con quien no puede disputar en el solo terreno intelectual. Pero el caso es que no pretendemos hacer nuestra propia defensa, ni jamás nos importó porque entendemos que estamos en la vereda de enfrente y entonces hemos necesariamente de escuchar ladridos y recibir pullas o “críticas despiadadas, injustas e infames” como dice en su nota tal blog: no nos importó que desde allí se nos acusara de estupidez, ridículo, bajeza, mala intención, de hacer un panfleto, de faltar deliberadamente a la verdad, de ser miserables, o de escudarnos “en el anonimato del panfleto”-por parte de un Sr. que se hace llamar Pericón. Tampoco que nos tildara falsamente de “sedevacantistas” y que después sin rectificarse y pedir perdón a sus lectores por la mala información, subiera un artículo de nuestro blog sobre el tema. No nos importó en la medida que cualquier lector inteligente es capaz de discernir por sí mismo la veracidad o no de sus bochinches, y como hacemos nuestro blog para personas capaces de buen discernimiento y no para personas que desean ser ciegamente moldeadas en la ignorancia y la ilusión, entonces dejamos que se dilapiden infundios sin que nuestra misión de esclarecimiento sufra mengua. Ni pretendemos recomendarnos a nosotros mismos ni queremos subestimar a nuestros lectores. Pero tampoco respondemos por nosotros porque recordamos las palabras de la Sabiduría, que esperamos sean bien interpretadas:

“Muestra luego su ira el fatuo;
pero el varón circunspecto,
disimula la injuria”.
(Prov. 12, 16).

Las cuales comenta Mons. Straubinger del siguiente modo: “Jesús nos da sobre esto innumerables lecciones. Cuando se trata de la honra del Padre, se indigna terriblemente contra los fariseos y doctores que quieren arrebatársela, con apariencias de religiosidad. Pero en lo que es contra Él guarda silencio o responde con suavidad a las mayores ignominias”.

Hacemos esta llamada de atención o fraterna corrección recordando además que

“Quien ama la corrección,
ama la ciencia;
mas el que aborrece las reprensiones,
es un insensato”.
(Prov. 12, 1).

Tal vez nos podrá responder el Sr. Pericón que él en su afán de defender la Fraternidad y a su Superior General Mons. Fellay, no deja de indignarse como ahora nosotros por el insulto proferido hacia un obispo y varios sacerdotes. Es una justificación atendible pero no realmente verificable, por las siguientes razones: 1) porque –por lo menos nosotros, y esperamos no se tome esto como una autodefensa sino como una necesaria parte de la aclaración- no faltamos el respeto antes bien apreciamos a los sacerdotes de la Fraternidad y sí criticamos duramente la nueva orientación a nuestro juicio equivocada y opuesta a Mons. Lefebvre del Superior General y quienes lo asisten. Y esto lo hacemos no a través de improperios gratuitos y sin fundamento sino mediante argumentos concretos, críticas fundamentadas y hechos demostrados, en una cantidad considerable de artículos aportados por sacerdotes y fieles que han dedicado mucho de su tiempo a analizar y estudiar los documentos oficiales y actuaciones de la FSSPX en y a partir de su relación con Roma. En cambio el citado blog no toma tan en serio a Mons. Fellay y la Fraternidad como hace suponer y como sí lo hacen los sacerdotes de la Resistencia, por la simple razón de que no se ha detenido a considerar objetiva, seria y detalladamente sus escritos y acciones como los sacerdotes de la Resistencia (y aquí no hablamos de aciertos o errores en los análisis, que es otra cuestión), sino que se ha limitado a aceptar con toda ligereza sus palabras sin el menor análisis o por lo menos sin indagar más allá de lo que las explicaciones oficiales le aportaban. Aquí nuevamente nos asiste la Sabiduría:

“El hombre sencillo cree cuanto le dicen;
el hombre cauto mira,
dónde asienta su pie”
(Prov. 14, 15)

A lo que explica Mons. Straubinger: “He aquí un punto que debe entenderse bien. Este sencillo no es el simple de corazón, que Dios tanto alaba, sino el tonto que cree en los hombres. Jesús nos enseña a desconfiar de ellos con prudencia de serpiente, guardando para con nuestro Padre Celestial la sencillez de la paloma”. Evidentemente que aun tratándose de superiores en religión, más allá de la confianza necesaria y suscitada, incluso del afecto, uno no está exento de examinar su palabras y sus obras, caso contrario Mons. Lefebvre habría obedecido los errores de los Papas conciliares y hoy la Fraternidad no existiría y seríamos todos conciliares.

Siguiente razón, 2) su irritación con los diversos sitios y blogs de la Resistencia podría deberse a un celo por la custodia de la dignidad de los hombres que forman parte del “bastión principal” como le llama a la FSSPX. Sin embargo, en ocasión de una pequeña ironía de nuestra parte, respecto de un artículo del Padre Bouchacourt (aclaramos aquí que la ironía es utilizada muchísimas veces en la Sagrada Escritura, que Nuestro Señor la utilizó y el mismo Mons. Lefebvre, por ejemplo en ocasión de realizar unos dibujitos sobre los destructivos efectos del Vaticano II que hicieron enojar a muchos en Roma durante el concilio, por lo tanto es un recurso válido cuando sirve para descubrir una verdad al resaltar gráficamente un alevoso desacierto, sin que ello signifique falta de respeto sino más bien dura demostración de una realidad que se debe destacar), con motivo de la inclusión de un comentario al pie de un dibujo que mencionaba a Mons. Fellay y al Sr. Pericón –tal vez fuimos excesivos y provocamos su furiosa exasperación, pero lo sindicamos con criterio objetivo de “tradi-liberal” sin intenciones de herir sino de informar, aunque aquel nos juzgue temerariamente de “mala intención”-, pues bien, el Sr. mencionado salió a defenderse –aquí el enlace- a sí mismo cuando el grueso de la “munición” de la humorada estaba destinada a Mons. Fellay y el P. Bouchacourt. Pero he aquí que no hubo defensa de ellos ni del argumento que nuestra entrada pretendía impugnar. La defensa se centró en su propio blog y no en un obispo y sacerdote de la Fraternidad involucrados en el artículo. Eso no habla muy bien de sí mismo. Y aquí viene además la justificación de nuestra mención de su liberalismo, pues con la excusa de que “no responderemos los agravios de los que han desertado”, y a falta de ingenio o razón, ¿qué hace? Responder con agravios. He allí la típica actitud doble de los liberales. Decir que no se responde…respondiendo. Pedir a sus lectores “absténgase de estas páginas de discordia”…y ponerle los enlaces para que puedan acceder a ellas (acaba de quitar esos enlaces…probablemente porque esos otros blogs tienen más visitas que el suyo). Excusar al Papa porque seguramente la culpa de sus errores la tiene el periodismo que tergiversa o su entorno, la logia conciliar…Separar entre Bergoglio y Francisco como si fueran dos personas distintas que se enfrentan, algo así como el Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Menospreciar la doctrina y por eso no cuestionar la Declaración doctrinal de abril del 2012 de Mons. Fellay, que hasta los mismos sacerdotes de la Fraternidad confiesan que es ambigua y Mons. Fellay afirmó que podía ser leída con anteojos negros o rosados. ¿Qué clase de obispo de la tradición católica que se supone combate el modernismo y las ambigüedades y confusiones del Vaticano II, hace una declaración doctrinal ambigua y confusa? Aquí podemos usar su cita: Por los frutos se conoce el árbol. Un fruto ambiguo y liberal, ¿es producido por un árbol católico tradicional o por un árbol católico liberal? “Así que por sus frutos los reconoceréis”.

Por sus frutos los reconocemos. Quien puede dejar pasar una declaración doctrinal tan grave –eso como punta del iceberg de tantas otras cosas- como la de Mons. Fellay presentada a Roma en abril del 2012, es porque ciertamente se despreocupa de la doctrina o la coloca debajo de otras convenientes ventajas particulares de la congregación: en este caso, y desde hace unos años, se han ido apartando de la verdad para no hacerse enojosos a la autoridad. El citado blog no deja de ponderar orgullosamente a la Fraternidad, una y otra vez, llamándola “pilar insustituible de la tradición católica”, “el bastión principal de la Tradición católica”, “su labor apostólica, que va adelante a pesar de la enconada oposición de la falsa “tradición”, etc., etc. Lamentablemente lo mismo ocurre con muchos sacerdotes, que parecen ven a la Fraternidad predestinada e incólume frente a todos los embates y tormentas. Parece que olvidan que Nuestro Señor cuando dijo que “las puertas del infierno no prevalecerán” no se refería a la FSSPX sino a la Iglesia. “Mire, pues, no caiga el que piensa estar en pie”, dice San Pablo, ¿tal vez por esto miembro de la falsa tradición?

Dice la Sagrada Escritura:

“La buena doctrina hará amable al hombre;
pero aquellos que la desprecian,
hallan el precipicio en el camino que siguen”
(Prov. 13, 15).

Aquí podemos decir sensatamente, otra vez con Gómez Dávila, que “nadar contra la corriente no es necedad si las aguas corren hacia cataratas”.

Útil nos resulta finalmente la lectura de la nota que motivan estas líneas, porque nos confirma el acierto de nuestro andar. Ya que nuevamente descubrimos el lenguaje y la actitud liberal típicas, cuando se hace la genérica y despectiva acusación de “fundamentalistas” (la nueva versión de  “lefebvristas”) y de faltar a la Caridad. Y nos trae el recuerdo de los avisos dados por los maestros antiliberales que han tenido que rumbear por caminos donde escuchaban la misma clase de censuras: “Para saber si ustedes se transforman en antiliberales basta que se hagan tratar de “excesivos, desmesurados y aun peligrosos”. Don Félix Sardá en el muy importante capítulo XVIII, utilizará los calificativos de “exageraciones... falta de medida...”. Quienes así los traten son verdaderos liberales, aun cuando ellos se crean antiliberales. Monseñor de Castro Mayer ha leído toda su vida un capítulo de Don Félix Sardá y Salvany antes de dormir: este es verdaderamente un muy buen ejemplo a seguir.” (Louis Hubert Rémy). Y el mismo Sardá y Salvany decía: “La suma intransigencia católica es la suma católica caridad. Y porque hay pocos intransigentes, hay en el día pocos caritativos de veras. La caridad liberal que hoy está de moda es en la forma de halago y condescendencia y cariño; pero es en el fondo el desprecio de los verdaderos bienes del hombre y de los supremos intereses de la verdad y de Dios” ("El Liberalismo es Pecado").

Por supuesto que esta clase de afirmaciones no nos dan permiso para caer en “un antiliberalismo primario y autosuficiente” (en palabras del Padre Dominique), siempre agresivo y fanatizado. De ningún modo. Por eso deseamos que toda verdad aquí disponible sea orientada a la manera de sano correctivo, no por ello a veces doloroso, para unos y para otros, pero al fin dispuesto para la mayor Gloria de Dios.

De manera tal que lejos de querer convertirnos en “francotiradores” mantenemos la resistencia insistiendo e invitando a los detractores que sinceramente deseen conocer la verdad (he allí la gran e indispensable condición) que se apliquen a la investigación e incluso tal vez al debate intelectual con aquellos sacerdotes denostados pero que han demostrado con toda hidalguía no buscar odios ni contiendas estériles, sino que la fe brille como la lámpara sobre el celemín. Quienes a ello estén dispuestos demostrarán que no van detrás de ídolos o por caminos de temerarias seguridades, sino que buscan la verdad porque la aman por encima de todo, más allá de los hombres y de los nombres, con los ojos elevados hacia Aquel que dijo “Si permanecéis en Mi palabra, sois verdaderamente Mis discípulos; conoceréis la Verdad, y la Verdad os hará libres” (Juan, VIII, 31-32).