lunes, 10 de junio de 2013

LA IMPOSIBLE RECONCILIACIÓN.- R.P. RIOULT




Presentación del nuevo libro del Padre Rioult:
 "LA IMPOSIBLE RECONCILIACIÓN"




Estimados fieles:

He aquí dos libros que desagradan a Big Brother. Por mi seguridad me veo reducido a presentárselos con esta máscara. El Politburó está en plena actividad. El Comisario político Thovonof busca día y noche a los enemigos del partido. El no retrocede ante ninguna represión. Ustedes saben que los superiores sufren presiones enormes del comisario para que ellos aprueben los textos escritos por él. ¡Menzingen gobierna mal pero se defiende muy bien!

En un año : un obispo expulsado, varios sacerdotes perseguidos (Pfeiffer, Chazal, Hewko, Voight, Trincado,…) y más de una decena metidos en el clóset y sin ministerio (los padres Buffet, Doran, Entsfellner, Faure, Isaguirre, Ortiz, Pinaud, Salenave, Vargas, Zaby. Y su servidor).

¿Qué hacer? Debemos escondernos y callarnos? ¿Pero de qué deberíamos estar avergonzados? ¡De nada! Entonces no tengamos más miedo de gritar la verdad desde las azoteas. Es la verdad que nos hace libres. Hagamos como el padre Pivert. Quitémonos nuestras máscaras y actuemos en pleno día como hijos de la luz.

Gracias al libro del Padre Pivert, redescubrimos, a través de mil citas conocidas y desconocidas de Monseñor Lefebvre, lo que es esencial en nuestra Religión: Nuestro Señor es Dios y es Rey. Comprendemos mejor la nocividad de los católicos liberales que traicionan el reinado de NSJC y su complicidad objetiva con los enemigos de la divinidad de Cristo.

Pero de manera extraña, el autor, en vez de recibir alabanzas de la Casa General, ha recibido reprimendas. ¡Sorprendente! Los juicios de Monseñor Lefebvre, ¿molestarían hasta este punto a Menzingen? El Politburó ¿quiere censurar ciertas palabras de Monseñor Lefebvre? Por ejemplo éstas:

 (1975) « ¿Qué queda intacto de la Iglesia preconciliar? (…) El más grande servicio que podemos darle a la Iglesia Católica es rechazar a la Iglesia reformada y liberal…” (1976) “Yo les digo, mi muy queridos hermanos, lo que hizo la Revolución no es nada comparado con lo que hizo el Concilio Vaticano II, ¡nada!”.

 (1978) « No tenemos miedo de decir que este ecumenismo viene directamente de las oficinas secretas de la masonería”.

 (1988) « Es una absoluta necesidad estudiar el liberalismo y comprenderlo bien, creo que muchos de los que nos han dejado para unirse a Roma, no comprendieron lo que es el liberalismo y cómo las autoridades romanas desde el concilio están infestadas de estos errores”.

 (1991) « La instauración de esta « Iglesia Conciliar » imbuida de los principios del ‘89, es una impostura inspirada por el infierno para la destrucción de la religión”.

Gracias al trabajo del Padre Pivert, comprendemos que esta fe de Monseñor Lefebvre en Cristo Rey y su amor heroico de esta verdad trascendente son las que protegieron a la Tradición de las trampas de Roma modernista.

En efecto, de 1971 a 1988, Monseñor Lefebvre esperaba poder conciliar la proclamación y la defensa de esta fe con un acuerdo práctico bajo la Roma oficial y liberal. Pero en 1988 comprendió que esto era ilusorio: Admitió que el juicio de ciertos fieles advertidos había sido justo: sus gestiones con Roma eran peligrosas y una pérdida de tiempo. Él dirá: “Creo poder decir que fui demasiado lejos e incluso que no debí haber ido”.

De 1988 a 1991, saca las lecciones del pasado y hace el balance para el futuro:

1) Yo pondría las condiciones a nivel doctrinal con retractaciones de los errores liberales: si no, no hay discusión (¡Él no habla de acuerdo sino de discusión!).

2) Nosotros nos enfrentamos ahora a otra religión; ellos ya no tienen la fe en lo sobrenatural; la iglesia oficial está dirigida por principios que ya no son católicos: se reemplazó la religión por otra, esto es lo que presenciamos actualmente, dirá Monseñor Lefebvre a los seminaristas de Ecône el 11 de febrero de 1991.

Desgraciadamente, después de la muerte de Monseñor Lefebvre, cofrades, superiores mayores no quisieron o no tuvieron el valor heroico de nuestro fundador para continuar su línea. Y poco a poco quisieron llevar a la Tradición a un acuerdo práctico poniendo la doctrina y los errores liberales entre paréntesis para retomar una expresión del Padre Lorans en una conferencia en Saint-malo en 2011. En el 2006, la parte sana de la Fraternidad detuvo esta política infiel: se grabó en mármol el juicio de Monseñor Lefebvre frente a la apostasía apocalíptica: no al acuerdo práctico sin acuerdo doctrinal, o dicho de otra forma, no al acuerdo práctico sin una conversión previa de Roma; conversión que será pública, evidente, y que se concretizará por la condenación de los errores liberales como lo hicieron todos los papas anteriores al Vaticano II.

Desgraciadamente en el 2012, Monseñor Fellay, de motu proprio, lanzó este principio a la basura. El intentó una reconciliación imposible; de allí el título de nuestro libro. La reconciliación de los inconciliables es en efecto imposible; se asistirá sea a una conversión de Roma, sea a una traición de la Fraternidad.

Es desde este momento que la Fraternidad perdió su unidad y que ya nada va bien. Monseñor Fellay ha abusado de su autoridad buscando ponernos bajo el poder de la Iglesia oficial siendo que todos los signos mostraban que ella no se había convertido a Cristo Rey, sino que está opuesta a su reinado.

Si estos problemas estallaron en público recientemente, no nacieron un día de junio de 2012. Esta loca operación suicida ha sido el fruto de una larga preparación y de un intenso deseo de ciertos miembros de la Fraternidad.

Este libro nos mostrará cómo todo comenzó con la Peregrinación de la FSSPX a Roma por el Jubileo del año 2000. Ese año, Monseñor Fellay acordó una entrevista a 30 Giorni donde dijo que “si el papa me llama, corro. Ciertamente. Por obediencia filial hacia la cabeza de la Iglesia”. En esta respuesta se encuentra contenido en germen todos los acontecimientos que se sucederán en los próximos 10 años.

En esta entrevista, Monseñor Fellay alega que hay que ser “realista”, “que Roma” jamás podrá decir “nos equivocamos con el Concilio Vaticano II” sino que el “Vaticano” será “capaz de encontrar la fórmula que convenga” para hacer los arreglos, que “no será necesario decir cuáles son los errores de la nueva misa: será suficiente conceder a los sacerdotes que lo deseen, la posibilidad de celebrar la misa con el rito que ellos prefieran”. Etc.

Este libro consta de tres partes.

Una primera parte muy corta: las 10 palabras de nuestro fundador para retener en lo que concierne a este tema.

La segunda parte es un compendio cronológico y sintético de documentos de los años 2000-2012 que toman toda su claridad gracias a los eventos recientes.

La tercera parte consta de textos históricos del período 2012-2013: algunos son inéditos, otros han sido puestos en internet, pero había que mencionarlos sea por su importancia, sea porque son bastante desconocidos. El movimiento en la Web va demasiado rápido para la inteligencia. Estos documentos de calidad son atemporales; debe nutrir la inteligencia y ayudarnos para una vida contemplativa y amorosa de la verdad  y a una más grande unión con Dios.

Este libro nos recordará porque, ¿quién lo recuerda?, cómo en el año 2000, el Cardenal Hoyos habló ya de “la Fraternidad” como de una “Sociedad de vida apostólica con rito especial; del protocolo firmado por Ratzinger y Monseñor Lefebvre” y del “levantamiento de las excomuniones”.

En el 2001, el Consejo General otorga su acuerdo a las negociaciones, poniendo solamente dos “condiciones previas”: pero poco tiempo después, Monseñor Fellay precisó: “No se trataba, hablando estrictamente, como se escribió aquí y allá, de condiciones previas: ¡un católico no puede someter a Roma a condiciones!”.

Este libro nos recordará cómo, para los sacerdotes de Campos, este contacto oficial fue el inicio del fin… que trajo como resultado el acuerdo de 2002.

Cómo, después de una entrevista, Benedicto XVI y Monseñor Fellay en el 2005, “llegaron a un consenso sobre el hecho de proceder por etapas en la resolución de los problemas”.

Cómo en el 2007, Monseñor Fellay suavizó, hablando de la “sutil y torpe distinción”, la ambigüedad blasfematoria y demoníaca del motu proprio de Benedicto XVI que habla de forma ordinaria y extraordinaria de un mismo rito para hablar de la misa bastarda y de la misa tridentina (Lab, n°71, 1° de noviembre).

En realidad, desde el 2002, durante una conferencia en Kansas City, Monseñor Fellay pensó que “la ley general de la Iglesia” es “la nueva misa” pidiendo únicamente que “la antigua misa sea también la ley general”.

Quién recuerda también el discurso del cardenal Castrillón a Monseñor Fellay, explicándole “que subjetivamente, usted está persuadido de haber actuado justamente y por lo tanto sin falta, sin sanción, sin excomunión. Pero para el exterior, es un hecho objetivo, hubo este acto que dio la apariencia de una “rebelión” contra Roma, y a este título, hubo una censura. Por lo tanto hay que suprimirla también”.

Este libro nos recordará que en enero de 2009, el Cardenal Castrillón Hoyos le confió a la prensa italiana: “una cosa es segura: La plena comunión llegará. En nuestras conversaciones, Monseñor Fellay reconoció al Concilio Vaticano II, lo ha reconocido teológicamente. No quedan más que algunas dificultades”.

Lo que explica la manipulación de los comunicados hechos por la Casa General en el 2009 respecto al levantamiento de la excomunión. Monseñor Fellay escribe: “nosotros aceptamos y hacemos nuestros todos los concilios hasta el Vaticano II…” Y nos hizo creer que en realidad él había escrito: “nosotros aceptamos y hacemos nuestros todos los concilios hasta el Vaticano I”. “La primera es la verdadera, la segunda versión es una traducción para la opinión pública de la FSSPX” admitió un moderno bien informado. Etc, etc. etc.

Para llegar al 13 de junio de 2012, Monseñor Fellay estaba listo para firmar con Roma un acuerdo sobre la base de su carta, donde “habría que decir al mismo tiempo que se estaba de acuerdo y no se estaba de acuerdo”. ¡Esto es lo que se llama negar el principio de la no contradicción! Esta carta es conocida actualmente: sabemos que Monseñor Fellay pensó lo impensable. Nadie se pudo imaginar que un sacerdote formado en Ecône y un obispo consagrado por Monseñor Lefebvre pudiera llegar a pensar lo que escribió. ¡Y Monseñor Fellay no se arrepiente de nada si no es el “contexto actual de la Fraternidad” que le impide firmar!

Finalmente, no olvidemos que el último documento oficial sobre las relaciones entre Roma y la Fraternidad es el de la declaración de la comisión Ecclesia Dei del 27 de octubre de 2012:

Ciudad del Vaticano, 27 de octubre de 2012 (VIS). La Comisión pontifical anuncia que, “en la última correspondencia (6 de septiembre de 2012), la Fraternidad Sacerdotal San Pío X hizo saber que necesitaba tiempo suplementario de reflexión y de estudio para preparar su respuesta a las últimas proposiciones de la Santa Sede. (…) Actualmente, la Santa Sede espera la respuesta oficial de los superiores de la Fraternidad a dos documentos. Después de treinta años de separación, es comprensible que se necesite tiempo para asimilar la substancia de los últimos acontecimientos”.

Algunos dirán: A)  Monseñor Fellay no ha firmado nada, por lo que ya no hay problema.

Respuesta: Cuando los Berlineses escucharon hablar de un proyecto de construcción de un muro en Berlín que los iba a encerrar físicamente en un régimen perverso, los más lúcidos no dijeron: cuando vea terminado y las puertas cerradas y protegidas por ametralladoras, entonces me iré de Berlín, yo no dejaré que me encierren. ¡No! Al contrario, ellos al contrario intentaron escapar de la trampa tendida mientras había tiempo. Nosotros tenemos suficientes declaraciones privadas y públicas para conocer el proyecto del pensamiento conciliar de Menzingen y por lo tanto para actuar sin esperar ser encerrados en la iglesia conciliar.

Otros dirán: B) Monseñor Fellay dijo ahora que no quiso y que no quiere firmar antes de la conversión de Roma.

Respuesta: ¿Cómo se le puede creer? ¿Cómo tener la mínima confianza en sus palabras en vista de sus acciones y palabras del pasado? En seis meses de intervalo, Monseñor Fellay pasa de su discurso de junio de 2012 que justifica una solución canónica antes de una solución doctrinal… bajo el pretexto de que la actitud oficial de la Iglesia ha cambiado, y que hay que dejar de lado los problemas secundarios (los errores del Concilio) para ocuparse de problemas mayores; a un discurso en marzo de 2013 donde la situación de la Iglesia permanece sin cambios y donde el Concilio es de nuevo el agente principal de la destrucción de la Iglesia. ¡Dos juicios contradictorios! ¡En seis meses! ¡Sobre tal acontecimiento! ¡Por un sacerdote formado por Monseñor Lefebvre! ¡Se burla de nosotros! ¡Se burla de nosotros!

Recientemente en mayo de 2013,  Monseñor Fellay dijo a una comunidad de hermanas opuesta a un acuerdo que ya no hay posibilidad de acuerdo con Roma, que después de las últimas discusiones se acabó; pero el mismo día a los cofrades que están a favor de un acuerdo, Monseñor Fellay les dijo que espera que Francisco opere una limpieza de la Curia para intentar un acercamiento.

¡Se acabó pero lo volvemos a intentar! Siempre ese doble lenguaje y ese deseo legalista hacia la Roma oficial. Es también extraño que Monseñor Fellay ya no ve lo que Monseñor Jouin vió hace 100 años: la erección de una religión universal, a la cual cooperan Benedicto, Francisco y su banda. (Cita): “Ya lo hemos dicho: la empresa más peligrosa de las sectas (masónicas) no es la brutal destrucción de la religión cristiana, tal como vemos perseguida por las bandas furiosas de los Sin-Dios (Hollande…), sino el desmoronamiento de esta religión por una interpretación puramente humana de sus dogmas y sus mandamientos (Benedicto y Francisco…). Se sirven de los mismos signos, pero les atribuyen un sentido diferente. Por lo tanto, ya no se trata de destruir las religiones, sino de confundirlas: por el encuentro, en un mismo estrado, de sacerdotes de confesiones diferentes, por la sucesión del micrófono del cura a un rabino, por la celebración simultánea en la iglesia y en el templo de un mismo evento. (…) hasta el establecimiento, poco a poco, de una religión común a todos los hombres.” (Monseñor Jouin –Hacia una religión universal, R.I.S.S., 1933 rééd 2000, pág. 13)

Los dejo descubrir el resto…

Concluyamos: He aquí dos libros a leer durante las vacaciones. Y a hacer circular entre ustedes para salir de este engaño mortal a nuestro pequeño mundo católico. ¡Sacerdotes y fieles que para permanecer tranquilos, se enceguecen!

1) Nuestras relaciones con Roma, pedir a Moulin du Pin 53290 Beaumont de Bœuf (22 euros ; 360 páginas)

2) La imposible reconciliación, pedir a Ediciones St. Jeanne D’arc 18260 Villegenon (16 euros, 176 páginas). Como dijo un buen Sacerdote en el seminario: nosotros somos la Iglesia militante y no la Iglesia durmiente. Monseñor Lefebre nos dijo y nos dice todavía:

“Ustedes viven en una época en la que hay que ser héroes o nada. Ustedes tienen la elección: o abandonar el combate o combatir como héroes”.

Que Dios venga en nuestra ayuda. Y gloria por todos los siglos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Gracias.

Padre Olivier RIOULT