Presentación
del nuevo libro del Padre Rioult:
"LA
IMPOSIBLE RECONCILIACIÓN"
Estimados fieles:
He aquí dos
libros que desagradan a Big Brother. Por mi seguridad me veo reducido a
presentárselos con esta máscara. El Politburó está en plena actividad. El
Comisario político Thovonof busca día y noche a los enemigos del partido. El no
retrocede ante ninguna represión. Ustedes saben que los superiores sufren
presiones enormes del comisario para que ellos aprueben los textos escritos por
él. ¡Menzingen gobierna mal pero se defiende muy bien!
En
un año : un obispo
expulsado, varios sacerdotes perseguidos (Pfeiffer, Chazal, Hewko, Voight,
Trincado,…) y más de una decena metidos en el clóset y sin ministerio (los
padres Buffet, Doran, Entsfellner, Faure, Isaguirre, Ortiz, Pinaud, Salenave,
Vargas, Zaby. Y su servidor).
¿Qué hacer?
Debemos escondernos y callarnos? ¿Pero de qué deberíamos estar avergonzados?
¡De nada! Entonces no tengamos más miedo de gritar la verdad desde las azoteas.
Es la verdad que nos hace libres. Hagamos como el padre Pivert. Quitémonos
nuestras máscaras y actuemos en pleno día como hijos de la luz.
Gracias al libro
del Padre Pivert, redescubrimos, a través de mil citas conocidas y desconocidas
de Monseñor Lefebvre, lo que es esencial en nuestra Religión: Nuestro Señor es
Dios y es Rey. Comprendemos mejor la nocividad de los católicos liberales que
traicionan el reinado de NSJC y su complicidad objetiva con los enemigos de la
divinidad de Cristo.
Pero de manera
extraña, el autor, en vez de recibir alabanzas de la Casa General, ha recibido
reprimendas. ¡Sorprendente! Los juicios de Monseñor Lefebvre, ¿molestarían
hasta este punto a Menzingen? El Politburó ¿quiere censurar ciertas palabras de
Monseñor Lefebvre? Por ejemplo éstas:
(1975)
« ¿Qué queda intacto de la Iglesia preconciliar? (…) El más grande
servicio que podemos darle a la Iglesia Católica es rechazar a la Iglesia
reformada y liberal…” (1976) “Yo les digo, mi muy queridos hermanos, lo que
hizo la Revolución no es nada comparado con lo que hizo el Concilio Vaticano
II, ¡nada!”.
(1978)
« No tenemos miedo de decir que este ecumenismo viene directamente de las
oficinas secretas de la masonería”.
(1988)
« Es una absoluta necesidad estudiar el liberalismo y comprenderlo bien,
creo que muchos de los que nos han dejado para unirse a Roma, no comprendieron
lo que es el liberalismo y cómo las autoridades romanas desde el concilio están
infestadas de estos errores”.
(1991)
« La instauración de esta « Iglesia Conciliar » imbuida de los
principios del ‘89, es una impostura inspirada por el infierno para la
destrucción de la religión”.
Gracias al
trabajo del Padre Pivert, comprendemos que esta fe de Monseñor Lefebvre en
Cristo Rey y su amor heroico de esta verdad trascendente son las que
protegieron a la Tradición de las trampas de Roma modernista.
En efecto, de
1971 a 1988, Monseñor Lefebvre esperaba poder conciliar la proclamación y la
defensa de esta fe con un acuerdo práctico bajo la Roma oficial y liberal. Pero
en 1988 comprendió que esto era ilusorio: Admitió que el juicio de ciertos
fieles advertidos había sido justo: sus gestiones con Roma eran peligrosas y
una pérdida de tiempo. Él dirá: “Creo poder decir que fui demasiado lejos e
incluso que no debí haber ido”.
De 1988 a 1991,
saca las lecciones del pasado y hace el balance para el futuro:
1) Yo pondría
las condiciones a nivel doctrinal con retractaciones de los errores liberales:
si no, no hay discusión (¡Él no habla de acuerdo sino de discusión!).
2) Nosotros nos
enfrentamos ahora a otra religión; ellos ya no tienen la fe en lo sobrenatural;
la iglesia oficial está dirigida por principios que ya no son católicos: se
reemplazó la religión por otra, esto es lo que presenciamos actualmente, dirá
Monseñor Lefebvre a los seminaristas de Ecône el 11 de febrero de 1991.
Desgraciadamente,
después de la muerte de Monseñor Lefebvre, cofrades, superiores mayores no
quisieron o no tuvieron el valor heroico de nuestro fundador para continuar su
línea. Y poco a poco quisieron llevar a la Tradición a un acuerdo práctico
poniendo la doctrina y los errores liberales entre paréntesis para retomar una
expresión del Padre Lorans en una conferencia en Saint-malo en 2011. En el
2006, la parte sana de la Fraternidad detuvo esta política infiel: se grabó en
mármol el juicio de Monseñor Lefebvre frente a la apostasía apocalíptica: no al
acuerdo práctico sin acuerdo doctrinal, o dicho de otra forma, no al acuerdo
práctico sin una conversión previa de Roma; conversión que será pública,
evidente, y que se concretizará por la condenación de los errores liberales
como lo hicieron todos los papas anteriores al Vaticano II.
Desgraciadamente
en el 2012, Monseñor Fellay, de motu proprio, lanzó este principio a la basura.
El intentó una reconciliación imposible; de allí el título de nuestro libro. La
reconciliación de los inconciliables es en efecto imposible; se asistirá sea a
una conversión de Roma, sea a una traición de la Fraternidad.
Es desde este
momento que la Fraternidad perdió su unidad y que ya nada va bien. Monseñor
Fellay ha abusado de su autoridad buscando ponernos bajo el poder de la Iglesia
oficial siendo que todos los signos mostraban que ella no se había convertido a
Cristo Rey, sino que está opuesta a su reinado.
Si estos
problemas estallaron en público recientemente, no nacieron un día de junio de
2012. Esta loca operación suicida ha sido el fruto de una larga preparación y
de un intenso deseo de ciertos miembros de la Fraternidad.
Este libro nos
mostrará cómo todo comenzó con la Peregrinación de la FSSPX a Roma por el
Jubileo del año 2000. Ese año, Monseñor Fellay acordó una entrevista a 30 Giorni donde dijo que “si el papa me
llama, corro. Ciertamente. Por obediencia filial hacia la cabeza de la
Iglesia”. En esta respuesta se encuentra contenido en germen todos los
acontecimientos que se sucederán en los próximos 10 años.
En esta entrevista,
Monseñor Fellay alega que hay que ser “realista”, “que Roma” jamás podrá decir
“nos equivocamos con el Concilio Vaticano II” sino que el “Vaticano” será
“capaz de encontrar la fórmula que convenga” para hacer los arreglos, que “no
será necesario decir cuáles son los errores de la nueva misa: será
suficiente conceder a los sacerdotes que lo deseen, la posibilidad de
celebrar la misa con el rito que ellos prefieran”. Etc.
Este
libro consta de tres partes.
Una primera
parte muy corta: las 10 palabras de nuestro fundador para retener en lo que
concierne a este tema.
La segunda parte
es un compendio cronológico y sintético de documentos de los años 2000-2012 que
toman toda su claridad gracias a los eventos recientes.
La tercera parte
consta de textos históricos del período 2012-2013: algunos son inéditos, otros
han sido puestos en internet, pero había que mencionarlos sea por su
importancia, sea porque son bastante desconocidos. El movimiento en la Web va
demasiado rápido para la inteligencia. Estos documentos de calidad son
atemporales; debe nutrir la inteligencia y ayudarnos para una vida
contemplativa y amorosa de la verdad y a una más grande unión con Dios.
Este libro nos
recordará porque, ¿quién lo recuerda?, cómo en el año 2000, el Cardenal Hoyos
habló ya de “la Fraternidad” como de una “Sociedad de vida apostólica con rito
especial; del protocolo firmado por Ratzinger y Monseñor Lefebvre” y del
“levantamiento de las excomuniones”.
En el 2001, el
Consejo General otorga su acuerdo a las negociaciones, poniendo solamente dos
“condiciones previas”: pero poco tiempo después, Monseñor Fellay precisó: “No
se trataba, hablando estrictamente, como se escribió aquí y allá, de
condiciones previas: ¡un católico no puede someter a Roma a condiciones!”.
Este libro nos
recordará cómo, para los sacerdotes de Campos, este contacto oficial fue el
inicio del fin… que trajo como resultado el acuerdo de 2002.
Cómo, después de
una entrevista, Benedicto XVI y Monseñor Fellay en el 2005, “llegaron a un
consenso sobre el hecho de proceder por etapas en la
resolución de los problemas”.
Cómo en el 2007,
Monseñor Fellay suavizó, hablando de la “sutil y torpe distinción”, la
ambigüedad blasfematoria y demoníaca del motu proprio de Benedicto XVI que
habla de forma ordinaria y extraordinaria de un mismo rito para hablar de la
misa bastarda y de la misa tridentina (Lab, n°71, 1° de noviembre).
En realidad,
desde el 2002, durante una conferencia en Kansas City, Monseñor Fellay pensó
que “la ley general de la Iglesia” es “la nueva misa” pidiendo únicamente que
“la antigua misa sea también la ley general”.
Quién recuerda
también el discurso del cardenal Castrillón a Monseñor Fellay, explicándole
“que subjetivamente, usted está persuadido de haber actuado
justamente y por lo tanto sin falta, sin sanción, sin excomunión. Pero para el
exterior, es un hecho objetivo, hubo este acto que dio la apariencia de una
“rebelión” contra Roma, y a este título, hubo una censura. Por lo tanto hay que
suprimirla también”.
Este libro nos
recordará que en enero de 2009, el Cardenal Castrillón Hoyos le confió a la
prensa italiana: “una cosa es segura: La plena comunión llegará. En nuestras
conversaciones, Monseñor Fellay reconoció al Concilio Vaticano II, lo ha
reconocido teológicamente. No quedan más que algunas
dificultades”.
Lo que explica
la manipulación de los comunicados hechos por la Casa General en el 2009
respecto al levantamiento de la excomunión. Monseñor Fellay escribe: “nosotros
aceptamos y hacemos nuestros todos los concilios hasta el Vaticano II…” Y
nos hizo creer que en realidad él había escrito: “nosotros aceptamos y
hacemos nuestros todos los concilios hasta el Vaticano I”. “La primera es
la verdadera, la segunda versión es una traducción para la opinión pública de
la FSSPX” admitió un moderno bien informado. Etc, etc. etc.
Para llegar al
13 de junio de 2012, Monseñor Fellay estaba listo para firmar con Roma un
acuerdo sobre la base de su carta, donde “habría que decir al mismo
tiempo que se estaba de acuerdo y no se estaba de acuerdo”. ¡Esto es
lo que se llama negar el principio de la no contradicción! Esta carta es
conocida actualmente: sabemos que Monseñor Fellay pensó lo impensable. Nadie se
pudo imaginar que un sacerdote formado en Ecône y un obispo consagrado por
Monseñor Lefebvre pudiera llegar a pensar lo que escribió. ¡Y Monseñor Fellay
no se arrepiente de nada si no es el “contexto actual de la Fraternidad”
que le impide firmar!
Finalmente, no
olvidemos que el último documento oficial sobre las relaciones entre Roma y la
Fraternidad es el de la declaración de la comisión Ecclesia Dei del 27
de octubre de 2012:
Ciudad del
Vaticano, 27 de octubre de 2012 (VIS). La Comisión pontifical anuncia que, “en
la última correspondencia (6 de septiembre de 2012), la Fraternidad Sacerdotal
San Pío X hizo saber que necesitaba tiempo suplementario de reflexión y de
estudio para preparar su respuesta a las últimas proposiciones de la Santa
Sede. (…) Actualmente, la Santa Sede espera la respuesta oficial de los
superiores de la Fraternidad a dos documentos. Después de treinta años de
separación, es comprensible que se necesite tiempo para asimilar la substancia
de los últimos acontecimientos”.
Algunos dirán: A) Monseñor
Fellay no ha firmado nada, por lo que ya no hay problema.
Respuesta: Cuando los Berlineses escucharon hablar de un
proyecto de construcción de un muro en Berlín que los iba a encerrar
físicamente en un régimen perverso, los más lúcidos no dijeron: cuando vea
terminado y las puertas cerradas y protegidas por ametralladoras, entonces me
iré de Berlín, yo no dejaré que me encierren. ¡No! Al contrario, ellos al
contrario intentaron escapar de la trampa tendida mientras había tiempo.
Nosotros tenemos suficientes declaraciones privadas y públicas para conocer el
proyecto del pensamiento conciliar de Menzingen y por lo tanto para actuar sin
esperar ser encerrados en la iglesia conciliar.
Otros dirán: B) Monseñor
Fellay dijo ahora que no quiso y que no quiere firmar antes de la conversión de
Roma.
Respuesta: ¿Cómo se le puede creer? ¿Cómo tener la mínima
confianza en sus palabras en vista de sus acciones y palabras del pasado? En
seis meses de intervalo, Monseñor Fellay pasa de su discurso de junio de 2012
que justifica una solución canónica antes de una solución doctrinal… bajo el
pretexto de que la actitud oficial de la Iglesia ha cambiado, y que hay que
dejar de lado los problemas secundarios (los errores del Concilio) para
ocuparse de problemas mayores; a un discurso en marzo de 2013 donde la
situación de la Iglesia permanece sin cambios y donde el Concilio es de nuevo
el agente principal de la destrucción de la Iglesia. ¡Dos juicios
contradictorios! ¡En seis meses! ¡Sobre tal acontecimiento! ¡Por un sacerdote
formado por Monseñor Lefebvre! ¡Se burla de nosotros! ¡Se burla de nosotros!
Recientemente en mayo
de 2013, Monseñor Fellay dijo a una comunidad de hermanas
opuesta a un acuerdo que ya no hay posibilidad de acuerdo con Roma, que después
de las últimas discusiones se acabó; pero el mismo día a los cofrades que están
a favor de un acuerdo, Monseñor Fellay les dijo que espera que Francisco opere
una limpieza de la Curia para intentar un acercamiento.
¡Se
acabó pero lo volvemos a intentar! Siempre ese doble lenguaje y ese deseo legalista
hacia la Roma oficial. Es también extraño que Monseñor Fellay ya no ve lo que
Monseñor Jouin vió hace 100 años: la erección de una religión universal, a la
cual cooperan Benedicto, Francisco y su banda. (Cita): “Ya lo hemos dicho: la
empresa más peligrosa de las sectas (masónicas) no es la brutal destrucción de
la religión cristiana, tal como vemos perseguida por las bandas furiosas de los
Sin-Dios (Hollande…), sino el desmoronamiento de esta religión por una
interpretación puramente humana de sus dogmas y sus mandamientos (Benedicto y
Francisco…). Se sirven de los mismos signos, pero les atribuyen un sentido
diferente. Por lo tanto, ya no se trata de destruir las religiones, sino de
confundirlas: por el encuentro, en un mismo estrado, de sacerdotes de
confesiones diferentes, por la sucesión del micrófono del cura a un rabino, por
la celebración simultánea en la iglesia y en el templo de un mismo evento. (…)
hasta el establecimiento, poco a poco, de una religión común a todos los
hombres.” (Monseñor Jouin –Hacia una religión universal, R.I.S.S., 1933 rééd
2000, pág. 13)
Los dejo
descubrir el resto…
Concluyamos: He aquí dos libros a leer durante las vacaciones.
Y a hacer circular entre ustedes para salir de este engaño mortal a nuestro
pequeño mundo católico. ¡Sacerdotes y fieles que para permanecer tranquilos, se
enceguecen!
1) Nuestras relaciones con Roma, pedir a
Moulin du Pin 53290 Beaumont de Bœuf (22 euros ; 360 páginas)
2) La imposible reconciliación, pedir a
Ediciones St. Jeanne D’arc 18260 Villegenon (16 euros, 176 páginas). Como dijo
un buen Sacerdote en el seminario: nosotros somos la Iglesia militante y no la
Iglesia durmiente. Monseñor Lefebre nos dijo y nos dice todavía:
“Ustedes viven
en una época en la que hay que ser héroes o nada. Ustedes tienen la elección: o
abandonar el combate o combatir como héroes”.
Que Dios venga
en nuestra ayuda. Y gloria por todos los siglos al Padre y al Hijo y al
Espíritu Santo. Gracias.
Padre Olivier RIOULT