“En
la mentalidad plebeya la ley tiende a cubrir y oscurecer continuamente la razón
de la ley. "El sábado es para el Hombre y no el Hombre para el sábado"
decía Cristo. Él escribía Hombre con mayúscula; los fariseos escribían Sábado:
surge el ídolo, contrario a la Vida. ¡Ay de los pueblos cuando la Autoridad
comienza a escribirse con mayúscula! Entonces toma el lugar de la Verdad, que
ésa sí lleva mayúscula, por ser Dios mismo. El mundo sabe bien actualmente lo
que es el Estado con mayúscula: el Estado con mayúscula es la inmoralidad
organizada. ¿Quién dijo eso? San Agustín lo dijo y también Nietzsche; aunque
con sentidos diferentes. Los fariseos eran muy patriotas: la "patria"
en tiempo de Cristo era una mafia de ladrones armados hasta los dientes; tanto
la patria de los romanos como la de los judíos. Por eso Cristo se negó a
pronunciarse en esa discusión "nacionalista" que encandecía los
ánimos en su tiempo y a la cual fue provocado.
Yo
rehuso tomar partido en las contiendas de la iniquidad. No importa: lo acusaron
ante Pilatos de "nacionalista", es decir, de "nazi".
"Dad
al César lo que es del César". Las monedas tienen la marca del César. No empleéis
la espada para retener ese oro: dejaos despojar de él por el César. ¡Quedaréis
pobres! No importa demasiado. Lo otro es peor; lo otro es suicidio. Pero decir
eso resultó para él suicidio: decir la Verdad. Cristo pagó su tributo al César,
después de hacer constar que de suyo Él no estaba obligado. Hizo un milagro
para pagarlo; un milagro de cuento de hadas: sacó un pescado del mar y del
pescado sacó una moneda de oro. El pescado significaba él mismo; la moneda
significaba su doctrina; el pez murió para darla. El verdadero tributo que pagó
Cristo al Imperio Romano fue su sangre; por eso no estaba obligado a pagar
otro. Ese tributo se lo arrancaron por la fuerza, "a fin de
dar testimonio de la Verdad". Predicó hasta con su sangre el respeto
a la autoridad con el super-respeto a Dios: "no tendrías autoridad sobre
mí si no te viniera de arriba". El respeto a la autoridad que predicó
severamente San Pablo no le impidió al Apóstol predicar la verdad: la
prueba es que estuvo preso muchísimo tiempo y acabó decapitado.
El
respeto a la autoridad ha sido convertido hoy día para muchísimos fieles y clérigos
(y en los fieles por causa de los clérigos) en "oportunismo
político": hay que respetar a cualquiera que vence; hay que apoyar al
partido que da dinero a la Iglesia, a veces el caso es todavía más grave, la
autoridad convertida en ídolo, y justificada incluso cuando comete injusticias.
"Decid a ese zorro que me venga a buscar" -dijo Cristo. Cristo no
respetó los crímenes de Herodes. La lucha contra esa terrible desviación de lo
sacro es una empresa, una empresa de hombres. Esa fue la empresa de Cristo, lo
que él hizo como hombre, lo que da unidad a toda su acción, lo que conecta su
vida con su muerte, su "Misión": el nudo de su personalidad”.
R. P. Leonardo Castellani, “Cristo
y los fariseos”.