Por Cornelia R. Ferreira
Publicado en el periódico Catholic Family
News, agosto de 2005: Niagara Falls; New York; EE.UU. y Periódico Patria Argentina Nº 220, Buenos Aires, marzo 2006.
En el momento en que se daba comienzo al
Concilio Vaticano II (Octubre
de 1962), una sociedad secreta muy poco conocida, la Ordo Templis Orientis (Orden del Templo de Oriente)
(OTO), realizó una ceremonia a fin de celebrar la apertura del Concilio. El
icono oculto de la OTO, el “Stele of Revealing” (Estela de Revelación)[1],
fue llevado desde Hamburgo a través de Alemania hasta Zurich y luego hacia
Stein, donde se lo guardó en la capilla de la OTO, mientras resonaban las
campanas, llamando a un ritual gnóstico (Pág. 103).
Simplemente, ¿qué es esta Orden de los Templarios Orientales? Y ¿qué conocimiento previo tenía de los planes del Concilio que los llevó a celebrar su apertura? Estas preguntas están contestadas en el libro Blood on the Altar, ya que Craig Heimbichner desenmaraña la historia y el funcionamiento de lo que él denomina la sociedad secreta más peligrosa del mundo, el poder detrás del Gobierno Invisible o Criptocracia (Crypto-cracy).
Simplemente, ¿qué es esta Orden de los Templarios Orientales? Y ¿qué conocimiento previo tenía de los planes del Concilio que los llevó a celebrar su apertura? Estas preguntas están contestadas en el libro Blood on the Altar, ya que Craig Heimbichner desenmaraña la historia y el funcionamiento de lo que él denomina la sociedad secreta más peligrosa del mundo, el poder detrás del Gobierno Invisible o Criptocracia (Crypto-cracy).
Estela o tablilla de la revelación.
La Criptocracia está involucrada en la
transformación o “el procesamiento alquímico” de la conciencias de las masas,
mediante la manipulación psicológica de la mente. Con la ayuda de las sociedades
secretas, se realizan
pruebas, se miden los resultados y se “diseñan” los acontecimientos mundiales (Págs. 5-6, 15,
137). El objeto es que las masas vivan de manera controlada, como si fueran
títeres del Nuevo Orden Mundial Masónico. La OTO, instituida hace un siglo, conforma el “colegio
de graduados” de la masonería, y se autodenomina la “Academia de la Masonería”.
Contiene a todos los grados de la masonería y del iluminismo y es la más alta
sociedad secreta para la elite de la masonería. Como organización
internacional, la OTO es una organización religiosa que, en EE. UU., se
encuentra exenta
de impuestos (Págs. 13-14, 25, 76, 87, 91-92). Los escritos de quien por mucho tiempo
fue su cabeza, el agente de inteligencia británico y satanista Aleister
Crowley (fallecido en 1947), quien se hacía llamar la Gran Bestia 666, reveló
que la OTO se funda en el satanismo[2].
Crowley llamaba a Satán “mi señor” y decía, refiriéndose a la OTO: “No
tenemos escrúpulos en restaurar la "adoración al diablo" (Pág. 28). Sin embargo, en
la OTO, la adoración al diablo no se realiza abiertamente bajo el nombre de
Satán, sino subrepticiamente bajo el nombre del ídolo satánico con cabeza de cabra:
Bafomet. También denominado León y Serpiente, Bafomet es adorado como Dios en
las misas gnósticas, que es la liturgia central de la OTO (Págs. 29-30).
Baphomet simboliza la mente dual. Es adorado como dios en las misas gnósticas.
La misa gnóstica, ideada por Crowley, no es una misa negra, es decir, una Misa Católica invertida, sino una parodia blasfema de la Misa Católica (Pág. 15). Es muy importante entender que las raíces de la masonería se entrelazan con el judaísmo, lo cual nos ayuda a ver la mano de la masonería detrás los judaizantes de la Iglesia Católica.
Heimbichner afirma que toda la masonería está subordinada al judaismo.
Un “operativo clave” en la institución de la OTO, fue un miembro activo de la
B’nai B’rith[3],
que es la masonería judía (Pág. 89). La esencia de la masonería, declara
Heimbichner (Págs. 8-9) se remonta a la adoración sumeria de Satán (“Shaitan”),
que también pasó por el Antiguo Egipto y Babilonia. Las antiguas formas de
adoración satánica fueron más tarde preservadas y transmitidas por tradición
oral, mediante los rabinos judíos, como las “tradiciones de los antiguos o
ancianos” fuertemente condenadas por Nuestro Señor Jesucristo (Mc. 7:1-13. Mt.
15:1-9).
Después de la destrucción del Segundo Templo
en el 70 D.C., la tradición oral fue escribiéndose gradualmente en lo que llegó
a ser el Talmud y la Kábala, la última es totalmente gnóstica y llena de magia
negra, fundamentada en el judaismo, una religión “totalmente distinta” de la
de los israelitas del Antiguo Testamento. El judaísmo es “una secta
sobreestructurada, con tradición inbíblica, artificial y superstición pagana”.
Heimbichner cita a autoridades judías sobre la Kábala y a expertos en el
simbolismo ocultista, para exponer el hecho de que ciertos ritos cabalistas se
corresponden con las técnicas ocultas del yoga tántrico hindú de magia sexual.
Estos rituales depravados son una continuación de la magia de templo de los cananitas,
babilonios y de otras naciones que desataron la ira de Dios. Su objetivo en
el judaísmo es amalgamar los aspectos femeninos y masculinos de la divinidad
para obtener un judío andrógino equilibrado, “totalmente masculino”, el “cuerpo
de Dios”, llamado Adam Kadmon.
Una autoridad de la Kábala citado por
Heimbichner expresa que “El deber de los judíos piadosos”, es recitar
diariamente la formula kabalística para promover místicamente esta unidad (Págs.
77-78, 86, 136). La Enciclopedia Judía admite, declara Heimbichner, que el
gnosticismo judío incluye la magia oculta y que ésta inspiró el gnosticismo
cristiano (Pág. 88). Este ocultismo también fue transmitido a través de los
maniqueos, los cataros y otros grupos, finalmente corrompió a los Caballeros
Templarios del Siglo XII, transformándolos en una orden oculta. La Iglesia condenó y prohibió
la orden por adorar a Bafomet, y practicar la sodomía — lo que los ocultistas
consideraban magia sexual “avanzada” (Págs. 9, 80).
La tradición templaría se introdujo en la
masonería, y la magia sexual “se encuentra en el corazón de los grados más
altos de la masonería, tal como existe en la OTO”. Este es el “secreto supremo”
de la masonería, sólo conocido por masones de alto grado (Págs. 77, 81, 95)[4].
Existe la magia sexual en el octavo y noveno grado de la OTO y la
homosexualidad en el onceavo, su grado más alto. Inclusive, en los grados más
bajos de la Masonería, las Logias Azules, enseñan la negación gnóstica de Dios
y la afirmación del hombre como Dios, gobernante de sí mismo, una divinidad “que
va creciendo” —es decir, una especie de Anticristo (Págs. 81-82).
La
Mente Dual
Craig Heimbichner revela que esta enseñanza
es un engaño típico de la masonería/OTO. Albert Pike, Soberano Gran Comandante
de la masonería del Rito Escocés, confesó en 1871 en su libro Moral y
Dogma, que es
la “declaración dogmática definida de las creencias masónicas”, que se engaña
deliberadamente a los miembros de las Logias Azules respecto al significado
de los símbolos masones. Sólo los “Adeptos” o “Elegidos” llegan a conocer los
secretos ocultos. Pike afirma que el objetivo de la masonería es “ocultar la
Verdad, que se la llama Luz” a los grados más bajos (Págs. 56-58). Como lo
resalta Heimbichner “la ilusión del auto gobierno y de la divinidad se usa
como una droga embriagadora para inyectarla en las víctimas inocentes, tanto
dentro como fuera de las logias para que se crean omnipotentes y omniscientes”,
por encima de todo engaño o esclavitud posible (Pág. 82).
Pike enseñaba que la verdadera “luz” que los
masones prometen buscar, y que se encuentra en los más altos grados de la masonería,
debe ser recibida de Lucifer, el “Portador de la Luz”. Expresa, asimismo, que
la búsqueda de la Luz conduce de vuelta a la Kábala, y Crowley también lo
afirma, declarando que la Kábala es el “total fundamento” de la OTO. Al
respecto, Heimbichner concluye señalando que “La masonería es el jardín de
infantes del Luciferismo desde donde se eligen los candidatos prometedores (para
los grados más altos), mientras que se aparta a otros y se los deja para
siempre en la oscuridad, satisfechos de explotar sus viejas conexiones de buen
chico y jugar su farsa caritativa”. (Págs. 58, 116-17)
Siendo Satán el padre de las mentiras, la “caridad”
masónica es una chapa que esconde el verdadero propósito de la masonería, que
no es otro más que el control totalitario del mundo según los principios de la
Kábala. Heimbichner marca que “la identificación masónica con Lucifer es un
intento de invocar las fuerzas sobrenaturales que activan el gobierno
tiránico”, y cita pasajes de la Escritura que compara a los reyes tiránicos
con Satán. En los tiempos modernos, tenemos la Revolución Francesa y el
Comunismo, ambos “impuestos en nombre de los más elevados ideales de
fraternidad e igualdad, y las promesas judeo-bolcheviques[5]
del paraíso para los trabajadores y paisanos” (Págs. 59-60).
Icono de la OTO.
Heimbichner hace una observación importante
relacionada al intento Kabalista de amalgamar una divinidad masculina y una
femenina, como también combinar los dos pilares opuestos en su Árbol de la
Vida: el de la Misericordia y el de la Severidad, lo que indica su naturaleza
intrínsecamente contradictoria - de hecho dialéctica. Esto produce una “Mente Dual”, que
así como fue practicada por los discípulos masones/OTO, genera “una hipnosis
de confusión pero convincente de doble discurso”
(Pág. 6l). Los lectores indudablemente recordarán la descripción que
hace George Orwell en su libro “1984”, referida
a la locura del pensamiento,
característica de una sociedad totalitaria. Se consigue el control
mental completo de las personas cuando
se logra que, simultáneamente, sostengan dos ideas contradictorias como
igualmente válidas.
El andrógeno Bafomet, adorado por la OTO,
simboliza la Mente Dual, es decir, la duplicidad de dos caras. Esto explica el
engaño practicado sobre los mismos masones. Pero la OTO, en búsqueda del
control mundial total, ha extendido el doble pensamiento en la sociedad y en
la Iglesia, intentando controlar tanto el pilar Izquierdo del liberalismo y del
hedonismo radical, como el pilar Derecho y sus preferencias de un gobierno
oligárquico autoritario y de una cultura clásica.
Heimbichner siguió el rastro de la infiltración
de los miembros de la OTO en el gobierno y entre los militares
norteamericanos, en la NASA, Hollywood, el FBI, los grupos “patrióticos” de
derecha y los movimientos de la New Age. Da ejemplos de cómo su amplia
influencia en la elite, le ha permitido transformar las masas, “diseminando la ‛energía
de Satán’ por todo el planeta” (Págs. 17, 119-29). Usa el ejemplo del líder de
la OTO, James Wasserman, a fin de ilustrar cómo la OTO se infiltra en la
Derecha, y declara que él y otros investigadores han recopilado pruebas de
los agentes ocultos hasta en el movimiento por la Misa Tradicional (Págs.
35-40,44).
Por cierto, que este crítico ha encontrado
tradicionalistas con mente duales que promueven un ocultismo “católico”, incluso
sugiriendo que la Misa Negra podría ser lícita. Otros Tradicionalistas
profundizan las “profecías” de Nostradamus, o buscan constantemente videntes
modernos no calificados. Y tradicionalistas que desean saber si San Juan en la
pintura de “La Última Cena” no es en realidad María Magdalena, cuestión que ha
sido preparada alquímicamente por el libelo blasfemo contra Jesucristo y su
Iglesia en el “Código Da Vinci”. Fuera del movimiento tradicionalista, la
transformación tiene un éxito maravilloso. Las indicaciones más claras son las
negaciones de los neo-conservadores a criticar el sincretismo del Papa
Juan Pablo II y las
Misas llenas de sacrilegios, sabiendo, sin embargo, que estas acciones están
mal; así como el intento de canonizarlo como mártir, a pesar de que murió
pacíficamente en su cama y amado por todo el mundo.
La ley de Thelema
Intentando destruir la moralidad cristiana,
la cabeza de la OTO, Aleister Crowley predicó la Ley de Thelema: “Haz tu voluntad” o “haz lo que quieras”, o como se lo conoce más
corrientemente “hacé la tuya”. Influyó mucho en el movimiento
hippie y en el uso de drogas psicodélicas. Crowley fue famoso gracias a los
Beatles y a otras estrellas del rock, de Hollywood y a las más importantes
librerías (Págs. 48-50, 130). Su compromiso con los sacrificios de animales y
su pedido de sacrificios humanos, pudieron haber sido un factor en los asesinatos
de la masonería (Págs. 18-22).
Junto al discípulo Gerald Gardner, creó el
sistema moderno de Wicca o “brujería blanca”, que no es la brujería tradicional, sino la “brujería” y
adoración a las diosas, practicado por las feministas y monjas católicas
modernistas. Las películas y los libros de Harry Potter, que promueven la
concepción del "brujo bueno", han sido reconocidos por la Federación
Pagana de Inglaterra por inculcar a miles de jóvenes el interés en la brujería.
Las películas de Disney, los show de televisión
y las estrellas famosas de la música pop, también presentan Wicca a los jóvenes,
observa Heimbichner (Págs. 16, 52-54). Las cartas de Tarot de Aleister Crowley
no solo insertan a los jóvenes en la OTO, sino que también son la base de
juegos de computadoras dramatizados, que cada vez más está introduciendo temas
oscuros, sangrientos y los demonios de OTO (Págs. 24-27). Dado que él mismo
usó de la magia sexual, el bisexual Crowley predicaba que todas las
perversiones deberían ser abiertamente practicadas, y que “todos los niños
deberían acostumbrarse desde la infancia a ver cualquier tipo de acto sexual”.
Heimbichner comenta que “la industria del espectáculo de Hollywood tomó en serio
su consejo, también lo hicieron las casas editoras de Nueva York”, mientras
que otros miembros de la OTO han promovido el “amor entre hombre y niño”.
Agrega, además, que el conocido ‛sexólogo’
Alfred Kinsey (fallecido en 1956), cuya influencia en la educación sexual ayudó a erosionar la moralidad norteamericana, era amigo de Crowley, a quien cita
como a su “inspiración más importante”. Kinsey “era un pederasta que usó a
cientos de niños en actos sexuales relacionados con su famosa "investigación
médica", y que fue glorificado en una película de Hollywood de los Estudios
Fox en el 2004 (Págs. 16-17, 117).
Heimbichner resalta aquí dos puntos interesantes.
Por un lado su investigación muestra que las raíces del difundido cáncer de la
pedofilia, que incluso ha enlodado a los clérigos católicos, en realidad no nacen
de Crowley o de la OTO, sino que se halla en el Talmud (Pág. 114). Por otro
lado, el disgusto de los medios por la homosexualidad clerical, dada la
promoción personal que hacían de la inmoralidad, ha traicionado su Mentalidad
Dual y su rol en la hipnosis de las masas. El doble pensamiento de los medios
en cualquier contexto “prueba el estado de trance del pueblo”, es decir, lo
que las masas aceptarán como noticia o explicación oficial. El programa de la
transformación de las mentes se va ajustando en relación a las respuestas
(Pág. 112).
El Cardenal Rampolla, miembro de la satanista OTO que casi se convierte en Papa.
Heimbichner da ejemplos del doble discurso
del Talmud y de las leyes judías creadas por los hombres respecto a las “sanciones
rabínicas por abusos sexuales a menores”, incluso a niñas menores de tres
años. No es sorprendente que la “sodomía en la sinagoga sea un secreto bien
guardado”, expresa Heimbichner. Cita un reportaje que realizó no hace mucho
tiempo el diario israelí Ha’aretz,
“que por décadas la sodomización de los estudiantes (en las escuelas de
Talmud de sexo masculino), fue permitida y los más grandes de los rabinos
ultra ortodoxos la encubrían”. Por supuesto, los medios controlados de
occidente no levantaron ninguna protesta clamorosa (Págs. 114-16)[6].
Mientras tanto, nuestras antiguas ciudades cristianas han sido “transformadas”
a fin de que acepten la perversidad sexual como un derecho humano, y la
ins-titucionalización de las relaciones perversas como “matrimonio”. Sólo es
cuestión de tiempo y una posterior reeducación, antes de que la pedofilia sea
permitida porque, “Crowley consideró toda separación de homosexuales y pederastas
como artificial y absurda” y rechazó limitarse. Pensaba que la restricción es
un pecado. Heimbichner observa que ahora influyentes educadores
norteamericanos, periodistas y precisamente jueces, ven “al ‛pecado de la
restricción’” del modo que lo veía Crowley. (Págs. 117-18).
Ahora, resulta bastante obvio que el mundo
moderno está completamente orientado hacia la juventud. Las leyes aseguran que
la juventud no sea disciplinada. La educación está “centrada en los niños”.
Las modas, la música, y los entretenimientos están dirigidos hacia el
consumidor joven. Los partidos políticos tienen secciones de juventudes,
la edad para votar se va reduciendo, y los gobiernos y las Naciones Unidas
buscan la aprobación de la juventud. Incluso la Iglesia Católica ha entrado en
el juego al predicar a los jóvenes la ley del Thelema de Crowley: haz tu
voluntad. Existen “misas” de niños o jóvenes muy corrompidas como para
recurrir a ellas. Se alienta a la juventud a que discuta y critique las
creencias y las prácticas de la Iglesia. En lugar de enseñarles a cumplir los
mandamientos de Dios y de la Iglesia, se les enseña a descubrir sus propios
valores e idear su propia espiritualidad. Esta complacencia thelémica culmina
en las extravagancias salvajes llamadas las Jornadas Mundiales de la Juventud.
Justo sucede que Aleister Crowley predijo (Págs.
50-51) que el avance del “Crowleinismo” en la cultura mediática dominante engendrará
el “Siglo de Horus”, la edad del Niño Coronado y Conquistador, que derrocaría
al “Siglo de Osiris”, la era del Dios agonizante. En otros términos, declara
Heimbichner, la Nueva Era de Crowley es aquella en que “Dios Padre es
reemplazado por Horus, el Niño”, mientras que emerge una cultura joven rebelde
(Como lo explicaba el Papa León XIII en su condena a la Masonería, Humanum Genus,
la masonería controla las masas, especialmente la juventud, mediante su “evangelio
del placer”).
Crowley además planeó que tanto la rebelión
de la “Izquierda”, como la reacción de la “Derecha” serían controladas por la
OTO. Entonces, por ejemplo, tenemos a ambas -la sociedad y la Iglesia a nivel
diocesano- mediante programas para padres de jóvenes supuestamente
homosexuales, lavándoles el cerebro para que acepten el “estilo de vida” pecaminoso
de sus hijos (ya se ganó la batalla para lograr que acepten la cohabitación).
Sangre
sobre el altar
A principios del siglo veinte, la OTO por
poco logra poner uno de sus miembros satanistas en el trono papal. El
Secretarlo de Estado de la época de León XIII, el Cardenal Mariano Rampolla, fue elegido
para el papado luego de la muerte de León XIII. Sólo gracias al antiguo privilegio del
emperador aus-trohúngaro, Francisco José, de vetar una elección papal, se
logró la remoción de Rampolla y la elección del Papa San Pío X. Pero a través de Rampolla, que “influyó
sobre hombres claves”, “la OTO tuvo la oportunidad de aconsejar, plantar sus
semillas y finalmente formar una política dentro del Vaticano” en las décadas subsiguientes. Respecto
a esto último, Heimbichner
siguió el rastro de la
influencia de Rampolla, hasta llegar al masón Arzobispo Annibale Bugnini,
arquitecto de la destrucción de la Misa Tridentina (Págs. 100-102).
Cabe destacar que, además de incluir a
Rampolla en su lista de miembros en el Manifiesto de 1917, la judaizante OTO
también reconoció, como “iniciados de los más altos grados”, a los jefes de
muchas Órdenes de Caballeros Católicas. Entre estos se encontraban los
Caballeros de San Juan, de Malta y del Santo Sepulcro (Págs.
91-92).
Esto nos conduce a preguntarnos el motivo
por el cual la OTO celebró la apertura del Concilio Vaticano II. Obviamente tenían un
conocimiento previo de la judaización, el ocultismo y la thelemización de la
Iglesia que ahora tendrían lugar abiertamente. La demolición de la Iglesia
verdadera y la erección de una
contraiglesia falsa y anticatólica, que apenas notan los gradualmente hipnotizados
fieles católicos, muestra que no era inadecuada la fe que tenía la OTO en el Concilio Vaticano II.
De hecho, en 1970,
describe Heimbichner, un retrato pintado por un alemán luterano que representa un Pablo
VI “repulsivo,
malvado”, sosteniendo una daga y destrozando la Basílica de San Pedro, rodeado
de símbolos satánicos e iluministas.
El pontífice fríamente comentó que el retrato
era “un reflejo de la situación de la Iglesia de hoy” y que “uno necesita casi
una nueva filosofía para alcanzar a comprender el significado de esto en su
contexto”. Esta nueva filosofía es la filosofía de Thelema o de la propia
voluntad, comenta Heimbichner, mientras que el contexto de la destrucción de la
Iglesia es el Aeón de Horus, en el cual la New Age satánica y masónica remplaza
el Cristianismo (Págs. 106-7, 136).
El Aeón final proclamado por Crowley será el
Aeón de Maat, la era del Anticristo o del falso Mesías judío. En ese momento,
expresa Heimbichner. “los líderes masones esperan completar finalmente su
ritual del Tercer Grado, al construir el Templo de Salomón de modo tal que la
sangre volverá a fluir sobre el altar de Jerusalén, revirtiendo y anulando
desafiantemente, en la mente talmúdica y ocultista, la sangre de Cristo”.
Como exclamó Crowley a un rabino judío: “dejemos
que el Anticristo se levante, permitámosle que anuncie a Israel su integridad”.
La OTO está preparando el camino para
el esperado sueño judeo masónico de reconstruir el Templo de Salomón de
modo tal que la
sangre de los animales sea una vez más presentada en el altar rabínico”.
¿Cuánto falta para que esto suceda? Bueno, Heimbichner
cita a un rabino que dice que la tradición judía demanda el restablecimiento
del Sanedrín judío como “condición necesaria para la reconstrucción del Templo”.
A continuación cita un reportaje de un diario
israelí del 14 de octubre del 2004, que anunciaba “luego de preparaciones
reservadas durante más de un año, el Sanedrín... reanudará sus operaciones
luego de 1.500 años” (Págs. 125-26, 129-30)[7].
Craig Heimbichner concluye su libro aconsejándonos
sacrificar nuestro tiempo y nuestras energías en búsqueda de la verdad, Debemos
rechazar la Mente Dual, deshacernos del trance thelemico y revertir el proceso alquímico-hipnótico de manera tal que no seamos sacrificados en el altar de
la OTO, por nuestra perdición (Pág. 135). Por supuesto, como católicos, el
modo de evitar tener una Mente Dual es aferramos firmemente a la Tradición,
rechazar toda novedad, y lo fantástico.
[1] Estela: Una losa de piedra o un trozo de
madera con una inscripción o diseño que fue usado como un monumento o jalón de
una sepultura.
En particular la Estela de Revelación es
un objeto religioso egipcio que data de la época de la dinastía 26a.
Se trata de una de una madera (de 31 x 51.5 cm), revestida con estuco y pintado
con escenas mitológicas y escritura jeroglífica. Fue hecho para conmemorar la
muerte de un sacerdote de Tebas, consagrado al Dios Mentu, llamado Ankh-f-n-khonsu.
Aunque muchos objetos fueran típicamente sellados dentro de la tumba
junto con el cuerpo, objetos funerarios como éste fueron colocados fuera de la
tumba como un punto focal para los ofrecimientos dados por amigos y parientes
del difunto. Después de descubrir este Stele en un museo en El Cairo, Crowley
recibió la comunicación mística conocida como el Libro de la Ley (http://
www,thelemal01.com/liber-al.html)
[2] Aleister Crowley “ha sido una
referencia constante en determinados ambientes de la contracultura anglosajona
contemporánea. Por ejemplo, en el ámbito musical, donde los Beatles, Rolling
Stones, Ozzy Osbourne o Daryl Hall han reivindicado su figura y/o su mensaje a
través de sus canciones”. (Koch, Paul H.; “Illuminati”; Ed. Planeta; Buenos
Aires; Pág. 146 y 147).
[3] Se refiere a Felix Lazerus
Pinkus (1881-1947), quien además se desempeñó como presidente de la Unión de
Sionistas de Zurich.
[4] El autor Paul H. Koch, relata en
la obra citada anteriormente, que en una discusión en una noche londinense de 1912,
entre el alemán Theodor Reuss, que había reemplazado por fallecimiento al
fundador de la OTO (Kart Kellner) y Aleister Crowley, el primero le recrimina a
Crowley haber “publicado alegremente el secreto más exclusivo de la orden, el
grado noveno”. Ante la negativa del acusado, Reuss tomó el libro que había
publicado Crowley, “Líber 333 - El libro de las mentiras” y
señaló la frase que decía: “‛...Bebed el Sacramento y pasáoslo los unos a los
otros’. Este sacramento, según él mismo reconocería después, no era otra cosa
que el semen vertido por el mago en la vagina de la sacerdotisa durante
determinado ritual mágico, que después era recogido de los genitales femeninos
y consumido por los asistentes” (Pág. 147).
[5] Esta afirmación surge del pasaje
en que el autor del libro comenta sobre los estudios de Tomás Molnar, respecto
al hilo conductor de las revoluciones francesa y rusa, respectivamente.
No
obstante, entre muchos otros testimonios, conviene que los lectores tengan
conocimiento de lo que escribiera en relación a este tema, por ejemplo, el
honorable Winston S. Churchill, en el Illustrated Sunday Herald, en
el artículo que publicara el 8 de febrero de 1920, Pág. 5: “Sionismo vs bolchevismo - Una lucha por
el alma del pueblo judío”, reproducción parcial):
“No
hay ninguna necesidad de exagerar el papel jugado en la creación de Bolchevismo
y en la actual causa de la Revolución Rusa: por estos internacionales y en su
mayor parte Judíos ateos. Esto es seguramente muy significativo; probablemente
pesa más que todos los otros. Con la excepción notable de Lenín, la mayoría de
las figuras principales son judíos. Además, la inspiración principal y el
poder conductor vienen de los líderes judíos. Así Tchitcherin, un ruso puro, es
eclipsado por su subordinado nominal Litvinoff, y la influencia de rusos como
Bukharin o Lunacharski no puede ser comparado con el poder de Trotsky, o de
Zinovieff el Dictador de la Ciudadela Roja (Petrogrado), o de Krassin o Radek
- todos Judíos. En las instituciones soviéticas el predominio de judíos es
aún más asombroso. Y el prominente, si no de hecho el rol principal, en lo
relacionado con el sistema de terrorismo aplicado por las Comisiones Extraordinarias
para Combatir la Contrarrevolución, ha sido asumida por Judíos, y en algunos
casos notables por Judías”.
[6] Periódico Ha’aretz, 1 de
Febrero de 2000 (Blood on the Altar; Pág. 115).
[7] Periódico Maaravi, 14 de
octubre de 2004 (Blood on the Altar; Pág. 130).