I. La reforma personal: asustados por los excesos de
la Revolución, es necesario encontrar la fuerza para vencer allí donde la
victoria depende únicamente de nosotros: en nuestras almas. Con esta finalidad,
he recogido algunas notas sobre la importancia de los Ejercicios de San
Ignacio: es la primera condición. Nunca desecharla.
II. Sacar provecho de las lecciones del pasado:
decidirse entre conservadurismo y Contrarrevolución. Debe comprenderse cuánto
la crisis de la Iglesia depende de la descristianización de la sociedad temporal
y estudiar constantemente y de cerca el progreso de la Revolución en la
sociedad temporal y en la Eclesiástica. Regresar al orden natural y cristiano;
si falta uno de los dos el conjunto se derrumba. Instruidos mientras tanto por
el pasado y paralelamente a las «falsas derechas», que engañaron a los
verdaderos católicos y les hicieron abandonar la verdadera pelea en la sociedad
temporal, nosotros estamos alerta a los disfraces de los falsos
tradicionalistas católicos en la sociedad eclesiástica: «falsis fratribus» (San
Pablo).
Se trata entonces de sustraer el combate a la improvisación.
¿Qué pretende el demonio, jefe de los enemigos? No
necesariamente el comunismo, pero seguramente la más universal perdición de las
almas y para condenarse basta ser humanista.
No es necesario que las fuerzas del mal quieran la victoria
mundial del Comunismo; por el contrario, es posible que los excesos
posthumanistas se vuelvan moneda de canje para una más grande
universalización de la Revolución humanista en la Iglesia; lo sabemos, la
Revolución avanza dos pasos y retrocede uno metódicamente.
Más peligroso que la Revolución misma es el método que se
nos propone para combatirla: hacer baluarte alrededor de los principios que la
generaron. Se destruye así toda buena reacción.
El futuro podría ponernos la alternativa entre
tradicionalistas humanistas y tradicionalistas verdaderamente católicos.
III. Regresar a la sinceridad del lenguaje:
-Huir de las palabras equívocas
-Evitar las expresiones seductoras
-Decir la verdad de cada cosa
IV. Regresar a la verdad teológica de la existencia
del pecado original rechazando la creencia en la bondad del hombre de la
cual brotan la falsa libertad, la soberanía del pueblo, la ilegitimidad de
la propiedad; ésta dio lugar al actual democratismo y los democristianos,
quienes no niegan el pecado original pero no lo tienen en cuenta y quieren
un Estado fundado en la libertad y la igualdad.
La mezcolanza de algunas verdades cristianas con estos errores,
produce la obra más peligrosa. Si se logra mezclar el espíritu
revolucionario con el espíritu religioso, es el fin, dice Mons. Delassus.
Efectivamente, ellos sostienen que es necesario obedecer al
movimiento democrático porque es universal y entonces providencial. Por el
contrario, hay que considerar su carácter, sus orígenes y su fin.
Solamente la verdad puede salvarnos: el hombre no es
soberano ni independiente, ni completamente libre, y los hombres no son iguales
entre ellos. Es necesario regresar a la verdad teológica y confesarla a
cualquier costo y consecuencia. O católicos o muertos. Nuestro Señor Jesucristo
es suficientemente Grande como para no necesitar de la Revolución.
V. Regresar a la verdad económica - El socialismo no
es más que una caza desordenada de los bienes de este mundo y en esto no hace
otra cosa que llevar a su maduración el principio liberal; socialismo es y
socialismo queda, aún en su caricatura autogestionaria de raíz cristiana hoy
tan en boga.
La Civilización Católica había condenado la producción de
riquezas de corruptoras, la producción de objetos para satisfacer
necesidades falsas y sólo buenas para desarrollar la vanidad y la sensualidad,
llevando a la perdición a la raza católica y a las almas por toda la eternidad.
Bajo esta luz va sopesando el papel de la Revolución Industrial en la
descristianización de la sociedad.
VI. Regresar a la verdad social - La verdadera
doctrina social de la Iglesia está en el lado opuesto de la utopía democrática
que profesa el igualitarismo.
Dios fundó la sociedad humana en la autoridad, en la
jerarquía, y en el deber de la unión. La restauración social empieza por
la familia.
Notas sobre la revolución en la Iglesia, Las condiciones de la verdadera restauración y la importancia de los Ejercicios de San Ignacio, Las seis condiciones de la Restauración, Don Giulio Tam. Libro disponible en http://www.marcel-lefebvre-tam.com/index_spa.htm