Tomado de Non Possumus
(Resaltados de Antimodernisme y Syllabus)
Excelente carta de los padres
franceses de Antimodernisme a sus cofrades. Nos hemos encontrado aquí textos no
muy conocidos de Monseñor Lefebvre que vale la pena leer. Los invito a entregar
una copia de esta carta a sus sacerdotes.
Antimodernisme: esta Carta a nuestros cofrades sacerdotes
n°3 será enviada durante enero a todos los sacerdotes de la FSSPX. Que
los fieles que deseen abrirse con sus sacerdotes no se dejen impresionar por
respuestas que no son tales, como: “Ellos no firman (esta carta), ellos no son
valientes”. Porque si firmaran, se diría “Ellos son subversivos y desobedientes”.
Todo esto está fuera del tema. Poco importa quién lo dice. Se trata de
considerar lo que se dice. Y que hay que juzgar esto a la luz de los principios
católicos. Y justamente, el liberal tiene horror de juzgar según los
principios, porque compromete y esto es muy difícil.
Carta a nuestros cofrades sacerdotes
Boletín trimestral de unión entre los miembros de la Fraternidad San Pío
X.
(N° 3 – Invierno 2013)
Nuestros estatutos nos piden evitar “con mucho cuidado los errores modernos,
en particular el liberalismo y todos sus sucedáneos”. Ellos imponen también
el deber al Superior General y a los Asistentes de velar que la Fraternidad no
caiga “en la tibieza” ni “en el compromiso con el espíritu del mundo”. A
la luz de las enseñanzas de nuestro fundador, Monseñor Lefebvre y de nuestro
Superior General, Monseñor Fellay, nos proponemos trabajar en este sentido.
El Consejo General recordaba a los tres obispos, el 14 de abril de 2012,
la necesidad de hacer las “distinciones necesarias” “respecto al liberal” a
fin de evitar “un endurecimiento absoluto”. En efecto, el liberal
conciliar quiere un compromiso de la Iglesia con el mundo mientras que el
liberal tradicionalista quiere un compromiso de la Tradición católica con la
Iglesia conciliar amiga del mundo.
En una conferencia en Ecône en diciembre de 1973, Monseñor Lefebvre
advertía que nuestro “drama” hoy en día es “infinitamente más
grave” que en el pasado, porque “los liberales están ahora
esparcidos por toda la Iglesia y uno se pregunta quién no lo es. ¡Se contarían
con los dedos aquellos que conservan verdaderamente la doctrina de la
Iglesia!”. Los argumentos de los “católicos liberales” eran:
« La Iglesia debe hacer los arreglos necesarios con la sociedad en
que vivimos, no se puede vivir indefinidamente al margen de la sociedad, es
necesario que la Iglesia termine aceptando por fin el mundo tal cual es, para
penetrar en su interior y supuestamente convertirlo… La separación de la
Iglesia y el Estado, la Iglesia a los pies de todas las otras religiones, la
libertad de prensa, la libertad de conciencia…, no se puede luchar
indefinidamente contra esas cosas. ¡Son cosas que actualmente son admitidas por
todo el mundo, incluso por sacerdotes!”
« Pero », respondió
Monseñor Lefebvre, « o se toma o se deja. Es el fin de la religión
católica, en la cual defendemos verdaderamente a Nuestro Señor Jesucristo y a
toda la Iglesia y a toda la religión… Si
comenzamos a cohabitar con el mal, a parlamentar, a hacer compromisos, está
perdida, está perdida”.
I) Estudiar el liberalismo es un deber pastoral.
El Capítulo insistió varias veces en el grave deber de estudio del
sacerdote. Entre las materias necesarias a estudiar, el liberalismo tiene un
lugar importante. Durante un retiro en Ecône, el 22 de septiembre de 1988,
Monseñor Lefebvre compartió su asombro por el “número de encíclicas
sobre la Masonería”.
“¿Por qué hablar de estas cosas en el seminario, como si fuera lo que
necesitaba saber en el seminario, como si fuera eso lo que se debería enseñar a
nuestros fieles? Porque si no conocemos la fuente de los errores, de lo que
destruye las sociedades, las almas y la Iglesia, seríamos pastores incapaces… Es de una necesidad absoluta estudiar el
liberalismo y de comprenderlo perfectamente y yo pienso que muchos que nos han
dejado para unirse a Roma, no han comprendido lo que era el liberalismo y cómo
las autoridades romanas desde el concilio están infestadas de estos errores. Si
lo hubieran comprendido, hubieran huido de Roma y se hubieran quedado con
nosotros. Esto es muy grave, porque al acercarse a estas autoridades, uno se
contamina forzosamente. Ellos son las autoridades y nosotros los inferiores…
Ellos nos imponen sus principios… mientras que ellos no se liberen de estos
errores del liberalismo, no hay manera de entenderse con ellos, no es posible”.
Les confrères ‘’accordistes’’ et les abbés qui ont les faveurs du
directeur de DICI, qui se trouve être aussi un fondateur du GREC, ont-ils lu et
compris les ouvrages recommandés par Mgr Lefebvre sur le sujet ? Si oui, comment ont-ils pu souhaiter mettre la Tradition sous l’autorité
romaine ? Rome trompe le monde, humilie l’Eglise et au lieu de dénoncer
cette imposture, on cherche à être reconnu par elle « tels que nous
sommes »1 ? Et cela
tout en sachant que « les discussions ont manifesté un désaccord
profond sur presque tous les points abordés »2. Pourquoi un tel aveuglement, si ce n’est par
ignorance du libéralisme ?
Los cofrades « acuerdistas » y los
sacerdotes que tienen los favores del director de DICI que por cierto también
es el fundador del GREC, ¿han comprendido las obras recomendadas por Monseñor
Lefebvre sobre este tema? Si lo han hecho ¿cómo pueden desear poner a la
Tradición bajo la autoridad romana? Roma engaña al mundo, humilla a la Iglesia
y en lugar de denunciar esta impostura, buscan ser reconocidos por ella “tal
como somos”1. Y esto sabiendo que “las discusiones han
manifestado un profundo desacuerdo sobre casi todos los puntos abordados”2. ¿Por
qué tal ceguera, si no es por la ignorancia del liberalismo?
II) El liberal es un ilógico.
Estamos tan tentados por el ilogismo que está tan cercano al
liberalismo. El liberal es aquél que estará tentado de no seguir su
inteligencia en la práctica porque es difícil, porque es muy duro. El ve pero,
en la práctica, transige. El hace compromisos consigo mismo pero este
compromiso es el pecado. Nosotros somos ilógicos una vez que pecamos… siempre
hay razones para decir: “estaba bien anteriormente, estará bien quizá más
tarde, pero ahora no… Hay verdades pero no es necesario decirlas, afirmarlas”.
Entonces esta actitud no debe ser la nuestra en nuestra vida. Debemos evitar
ser ilógicos, de ser personas que siempre transigen, transigen, transigen”3.
Monseñor Fellay y su Consejo escribieron por lo tanto a los tres
obispos: “Por el bien común de la Fraternidad, preferiríamos de lejos la
solución actual de status quo intermedio, pero evidentemente, Roma ya no lo
tolera” (Mgr
Fellay, carta del 14 abril 2012)
III) La
virtud de la prudencia.
“Los liberales católicos no cesan de responder que ellos tienen una
voluntad de ortodoxia igual a aquella de los más intransigentes. La
conciliación que ellos han buscado no es teórica sino práctica”…siempre llegan
a lo mismo. Ellos nos dicen: “¿Ve usted? Somos pastores. Nosotros estamos en la
realidad, somos personas concretas, somos personas prácticas. ¿Qué es lo
práctico? Lo práctico es la aplicación de los principios por la virtud de la
prudencia, no es otra cosa. ¿Qué es lo práctico si ya no hay principios?...
“sí, sí, sí, estamos de acuerdo, tenemos el mismo Credo que ustedes, etc. Sí,
pero cuando estamos en el mundo, allí hay que ponerse al nivel de los demás,
ponerse con los otros, sin lo cual no se convertirán jamás”. ¡Error
completo!... Los papas han percibido este peligro de los católicos que son casi
imperceptibles porque afirman cuando se les quiere agarrar: “No, no, estoy de
acuerdo”. Pero después hacen pactos con los enemigos de la Iglesia… Son
traidores… más funestos que los enemigos declarados… ellos dividen los espíritus,
desgarran la unidad, debilitan las fuerzas que habría que reunir todas juntas
contra el enemigo… Ellos les dirán “usted es el que divide”, pero no podemos dividir cuando nos apegamos a la
verdad… los que dividen son aquellos que tratan de disminuir la verdad para
entenderse con todo el mundo… Aquellos que están en el error deben convertirse
a la verdad y no tratar de encontrar un terreno de acuerdo con la verdad y el
error”4.
En el concilio, los liberales durmieron a los católicos diciéndoles que
no se tocaban los dogmas sino que se hacía la pastoral. En el Consejo de la
Fraternidad, los liberales nos duermen diciendo que no se tocan los principios
católicos sino que “no se trata de una prudencia humana sino” de
una prudencia sobrenatural, “de un equilibrio extremadamente delicado,
que pide la asistencia del Espíritu Santo y el don de consejo”5. Monseñor
Lefebvre, en una conferencia de 1978, (¿asistido del Espíritu Santo?) declaró:
“Yo pienso que al próximo encuentro, soy yo
quien plantearía las preguntas. Soy yo quien los interrogaría para
decirles: ¿A qué Iglesia pertenecen
ustedes? ¿A qué Iglesia nos referimos –quisiera saber- si nos referimos a la
Iglesia Católica o a otra Iglesia, a una Contra-Iglesia, a una falsificación de
Iglesia?... yo creo sinceramente que se trata de una falsificación de la
Iglesia y ya no la Iglesia católica. ¿Por qué? Porque ellos ya no enseñan la fe
católica. Ya no defienden la fe católica. Y no solamente no enseñan la fe
católica ni la defienden, sino que enseñan otra cosa, ellos han convertido a la
Iglesia en otra cosa que no es la Iglesia católica. Ya no es la Iglesia
católica. Están sentados en la sede de sus predecesores, todos esos cardenales
que están en las congregaciones y todos esos secretarios que están en las
congregaciones o en la Secretaría de Estado; ellos están bien sentados donde
estuvieron sus predecesores, pero no tienen continuidad con sus predecesores.
Ya no tienen la misma fe, ni la misma doctrina, ni la misma moral que sus
predecesores.” Pero Monseñor Fellay no piensa
del mismo modo: “No estamos hablando de una Iglesia en el aire. Hablamos de la
Iglesia que está allí, real, delante de nosotros, con una jerarquía, con un
papa. No es el fruto de nuestra imaginación: La Iglesia está allí, es real, la
Iglesia católica romana. Nosotros decimos y debemos profesar esta Iglesia como
santa, como una, porque la fe nos obliga”6.
IV) Esta
Iglesia concreta, ¿es católica?
Monseñor deseaba «volver al marco oficial y normal de la Iglesia »
Por lo tanto:
“ Yo estimo, decía él, que nosotros estamos en la Iglesia y que
nosotros somos los verdaderos hijos de la Iglesia, y que los otros no lo son.
No lo somos, porque el liberalismo no es hijo de la Iglesia. El liberalismo
está en contra de la Iglesia, el liberalismo es la destrucción de la Iglesia,
en este sentido ellos no pueden decirse hijos de la Iglesia… Hay quienes
estarían dispuestos a sacrificar el combate de la fe diciendo: “¡Volvamos
primero a la Iglesia! Hagamos todo para volver al marco oficial y público de la
Iglesia. Callemos nuestro problema dogmático. No hablemos más de la malicia de
la misa. Ya no digamos nada sobre las cuestiones de la libertad religiosa, de
los Derechos del Hombre, del ecumenismo. Y, una vez que estemos en el interior
de la Iglesia, podremos hacerlo… ¡Esto es absolutamente falso! No
entramos a un marco y bajo superiores, diciendo que vamos a empujar todo cuando
estaremos dentro, mientras que tienen entre manos todo para controlarnos!
Tienen toda la autoridad. Lo que nos interesa primero, es mantener la fe
católica. Es esto nuestro combate. Por principio, lo que nos interesa es
el mantener la fe católica. Ese es nuestro combate. Entonces la cuestión
canónica, puramente exterior, pública en la Iglesia, es secundaria. Lo que es
importante es permanecer en la Iglesia… en la Iglesia, es decir en la fe
católica de siempre y en el verdadero sacerdocio, la verdadera Misa y los
verdaderos sacramentos, en el catecismo de siempre con la Biblia de siempre.
Esto es lo que nos interesa. Esto es la Iglesia. Ser reconocidos públicamente,
es secundario. Entonces no hay que buscar lo secundario perdiendo lo
primario, lo cual es el objeto de nuestro combate. “Una vez reconocidos,
podremos probablemente actuar en el interior de la Iglesia”… Eso es conocer mal
a aquellos que nos dirigen actualmente. Basta leer esta famosa frase del
Cardenal Ratzinger para estar bien al tanto…Les voy a leer esta frase que es
esencial en nuestra entrevista : “El problema de los años sesenta fue el
adquirir para la Iglesia los mejores valores expresados durante dos siglos de
cultura liberal… Eso ya está hecho”. ¡Pero los principios de dos siglos de la
cultura liberal son el ecumenismo y la Declaración de los Derechos del Hombre,
la libertad religiosa! Y el Cardenal Ratzinger los admite. El dice: “Ya está
hecho”…
Esto es de una enorme gravedad. Esto condena todo lo que dice en su
entrevista, porque esto es el corazón de sus ideas, y es eso lo que nosotros
reprochamos y es esto lo que no queremos. No
podemos ponernos bajo una autoridad con ideas liberales, porque nos conducirá
necesariamente, poco a poco, por la fuerza de las cosas, a aceptar las ideas
liberales y todas las consecuencias de estas ideas liberales que están en la
nueva misa, los cambios de la liturgia, los cambios en la Biblia, los cambios
en el catecismo, todos los cambios…Se dice : « ¡Pero ellos han
luchado contra el catecismo !... Es simplemente un freno, porque este va
tan lejos que se necesita cuando menos dar un cierto freno. Las consecuencias
de sus propios principios los asustan. Entonces se frena a derecha e izquierda,
pero están bien decididos a conservar las ideas liberales. ¡Ni pensar en
cambiar las ideas liberales!”7
Pero Monseñor Fellay declaró: “Los sacerdotes o los obispos (¿y
el papa?) conducen las almas al infierno […] Y la Iglesia, incluso en ese
estado, sigue siendo santa, sigue siendo capaz de santificar. Si actualmente,
queridos hermanos, recibimos los sacramentos, la gracia, la fe, es por esta
Iglesia católica romana, no por sus defectos sino por esta Iglesia real,
concreta […] Ella actualmente es capaz de transmitir la fe, la gracia, los
sacramentos”.8 ¿La misa bastarda? ¿Las herejías del nuevo Código
Canónico y del nuevo catecismo? ¿Los pecados contra la fe en Asís…? Monseñor
Lefebvre no predicaba así:
“Creo que
es necesario que se convenzan de esto: ustedes representan de verdad la Iglesia
Católica… últimamente se nos ha dicho que era necesario que la Tradición
entrase en la Iglesia visible. Pienso que se comete allí un error muy, muy grave. ¿Dónde es la
Iglesia visible?... ¿dónde están las verdaderas notas de la Iglesia?... Queda
claro que somos nosotros quienes conservamos la unidad de la fe, que
desapareció de la Iglesia oficial… somos nosotros los que tenemos las marcas de
la Iglesia visible… No somos nosotros, sino los modernistas los que están fuera de la
Iglesia. En cuanto a decir “salir de la Iglesia VISIBLE”, es equivocarse
asimilando Iglesia oficial a la Iglesia visible… ¿Salir, por lo tanto, de la
Iglesia oficial? En cierta medida, ¡sí!, obviamente. Es
necesario, pues, salir de este medio de los obispos, si no se quiere perder el
alma .Pero esto no es suficiente porque es en Roma donde está instalada la
herejía. Si los obispos son herejes, no es sin la influencia de Roma”.9
Monseñor Fellay se aparta
claramente de la eclesiología de Monseñor Lefebvre. Bajo el pretexto del
misterio, él confunde y fusiona la Iglesia Católica y la Iglesia conciliar en
una sola “Iglesia muy concreta… que está en un estado lamentable”.10
V) Reprender
públicamente a los fautores de los errores del liberalismo.
Nuestros Estatutos nos ordenan estar apegados “indefectiblemente a la
Iglesia Romana y al Sucesor de Pedro actuando como verdadero Sucesor de
Pedro” pero no a la Iglesia conciliar, ni a un modernista que ofrece
como ejemplo de santidad a un papa sacrílego que besó el Corán, ni a un papa
que invita a Julia Kristeva, representante de los no-creyentes, para “orar por
la paz” (sic). Esta declaró, después de haber elogiado a Juan Pablo II como
apóstol de los derechos del hombre: “Gracias al papa Benedicto XVI de haber
invitado por primera vez a los humanistas entre vosotros”. Esta
dama deseó, en el santuario, “Un gobierno mundial ético, universal y
solidario”. ¿Cómo es posible que ciertos superiores hayan permanecido
silenciosos y buscar un acuerdo con esta Iglesia conciliar mientras que nuestro
santo Patrono ponía en guardia a la Iglesia Católica contra este “Gran
movimiento de apostasía organizada, en todos los países, para el
establecimiento de una Iglesia universal”?11.
El Capítulo quiere que la Fraternidad continúe, con toda “libertad”, de “reprender
incluso públicamente a los fautores de los errores del liberalismo y sus
consecuencias”. Sin embargo, no debemos pasar por alto, si la cabeza de la Iglesia
es modernista, la cabeza de la Fraternidad está seriamente contaminada por el
liberalismo. Todos nosotros,
especialmente los superiores, debemos hacer un examen de conciencia: ¿no
seríamos nosotros, en nuestro puesto, responsables del surgimiento del
liberalismo en nuestra propia congregación?
Hace poco, Monseñor Fellay nos explicó que en el 2006, “Las herejías
prorrumpían" y "las autoridades propagaban el espíritu moderno
y modernista del Vaticano II", pero que en 2012, había una
restauración de la Iglesia, ad intra, por Benedicto XVI. Y que "esto
reclama de nosotros un nuevo posicionamiento con relación a la Iglesia oficial…Se
trata de una mirada sobrenatural sobre la Iglesia”12. ¿Cómo pudo escribir éstas líneas luego de
Asís III? ¿Benedicto XVI restaura la fe ad intra organizando ad
extra reuniones interreligiosas condenadas por la Iglesia, con la presencia
de humanistas ateos para abrirse a “la promoción del verdadero bien de la
humanidad”? Uno de nuestros teólogos le confiaba a un cofrade: “La
cabeza de Monseñor Fellay está podrida pero el capítulo le impedirá firmar. Hay
que hacerse de la vista gorda durante 6 años”. ¿Esto es tan seguro?
¿Es suficiente? ¿Cuántos de los capitulantes están prestos a profesar
públicamente la fe católica con todas sus consecuencias?:
« Nosotros nunca quisimos pertenecer a este sistema que se califica
a sí mismo de Iglesia conciliar y que se define por el Novus Ordo Missæ, el
ecumenismo, indiferentismo y la laicización de toda la Sociedad”.13
Monseñor Lefebvre fue engañado en mayo de 1988. En septiembre de 2012, a
pesar de las gracias de estado y de su Consejo, a pesar de “la
asistencia del Espíritu Santo y el don de Consejo”, Monseñor
Fellay dijo haberse engañado en cuanto a las intenciones del Papa. Pero, en realidad,
el error no es ese, porque Benedicto XVI jamás ha ocultado sus intenciones. El
problema viene de una turbia concepción de “la Iglesia concreta” que
es “un error muy, muy grave”.
¡Errare humanum est, sed perseverare
diabolicum ! El liberalismo de nuestros superiores es un castigo para nuestra
congregación. ¿No tendremos nosotros nuestra parte de responsabilidad en este
pecado, por nuestra negligencia de vivir del tesoro transmitido por nuestro
fundador, por nuestro laxismo, por nuestros apegos mundanos y por nuestra
orgullosa presunción clerical?
Vigilate et orate.
La Redacción