3 de diciembre de 2020
Philippe Guillemant trabaja
en el CNRS, es especialista en Inteligencia Artificial, médico e ingeniero
físico. Publicó esta tribuna de la que ofrecemos extractos aquí en la revista Nexus .
“El principal objetivo de la vacunación es lograr una estandarización
del puerto de identidad digital por parte de cada ciudadano. De hecho se
permitirá que el control de sus derechos de acceso a diferentes lugares
(restaurantes, tiendas, estaciones, etc.) se haga de forma automática, lo que
abrirá un enorme mercado, el de los objetos conectados, tan sabroso que resulta
capaz de transformar a los informáticos en virólogos.
También permitirá la introducción de una moneda digital ya preparada por
la eliminación gradual del efectivo.
Hay dos casos a tener en cuenta:
- Puerto de identidad digital no íntimamente ligado al cuerpo: móvil,
pulsera, reloj, bolso, etc.
- Puerto de identidad digital íntimamente ligado al cuerpo: anillo, chip
debajo de la piel, identificación genética...
En el segundo caso será imposible, salvo cirugía, deshacerse de su
identidad.
Al principio, solo se debe considerar seriamente el primer caso. Es
solo cuando el uso de una identidad digital se normaliza por el hábito (de
vivir de manera diferente) que surge naturalmente el segundo caso para reforzar
la seguridad del uso.
A día de hoy, este puerto de identidad digital ya se realiza a través de
nuestros móviles, pero no se hace ningún uso de él, salvo marginal como es el
caso de la aplicación TousAntiCovid. Toda persona tiene derecho a entrar a
cualquier tienda y a viajar sin necesidad de tener un portátil. Por otro
lado, el trazado de movimientos que permite un móvil es muy tosco, estando su
precisión entre 1 y 10 metros. Podemos considerar que por el momento tener
un celular es inofensivo.
Todo esto podría cambiar con el control automatizado de vacunas y la generalización
de objetos conectados a través de 5G e incluso desde 4G. En particular, el
rastreo ya no se llevaría a cabo mediante GPS, sino mediante el análisis y
triangulación de señales a través de los objetos circundantes y, en última
instancia, será de 100 a 1000 veces más preciso a medida que evolucione la
tecnología.
El puerto no vinculado al organismo de identidad digital, en un entorno
poblado por objetos conectados (casas, automóviles, carreteras, ciudades, etc.)
permitiría las siguientes recopilaciones de datos por parte de una IA:
- Verificación de la autorización de acceso de los vacunados.
- Control de velocidad y aparcamiento (coche conectado).
- Identificación de todo tipo de infracciones de conducción.
- Identificación de personas con las que almorzamos.
- Memorización de todos los viajes.
- Cálculo tiempo de trabajo o tiempo de presencia…
- Detección de movimientos inusuales…
- Etc.
Cabe señalar que ninguna ley podría impedir la implementación de los
algoritmos correspondientes, sino solo prohibir su uso.
[…]
Ahora considere el segundo caso y amplíe la lista anterior:
- Hogar inteligente (interacciones, comandos, diálogos...)
- Análisis de actividades privadas (dormir, leer, relaciones íntimas
hombre- mujer...)
- Seguimiento de la actividad de los niños.
- Análisis de interacciones familiares.
-Análisis de situación (descanso, actividad, caída…)
- Análisis del comportamiento (gesto brusco, actividad deportiva…)
-Detección y memorización de hábitos.
- Etc.
Ciertamente lo olvido, sabiendo que es difícil imaginar de antemano todo
lo que la Cuarta Revolución Industrial podría inventar para nosotros. Aquí
solo estoy hablando de un transhumanismo muy leve, casi aceptable, sin
referirme a nada intrusivo como un chip en el cerebro, nanobots en nuestras
venas o visión artificial conectada. Pero no hace falta decir que la
aceptación de estas tecnologías intrusivas está condicionada a la aceptación
del uso de la identidad digital.
La cuestión de saber si realmente entraremos en este nuevo mundo o no,
dependerá, por tanto, del nivel de aceptación de la vacuna. […] ”