“Ante el trono de Dios todos los santos claman:
toma venganza de nuestra sangre, Dios nuestro”.
(Antífona de Laudes de la
fiesta de Los Santos inocentes, mártires).
“La democracia es el mal; la democracia es la muerte.”
(Charles Maurras)
“Las matanzas democráticas pertenecen a la lógica del
sistema. Las antiguas matanzas al ilogismo del hombre”.
(Nicolás Gómez Dávila)
“La democracia celebra el culto de
la humanidad sobre una pirámide de cadáveres”.
(Nicolás
Gómez Dávila)
“La providencia resolvió entregar
al demócrata la victoria y al reaccionario la verdad”.
(Nicolás
Gómez Dávila)
Poco después de la
fiesta de los Santos Inocentes, masacrados por odio a Cristo Salvador, cuando
la Iglesia dice en su Aleluya de la Misa “Alabad
niños, al Señor: alabad su santo nombre. Aleluya”; en la Octava de Navidad,
cuando la Iglesia reza en sus Misas Puer
natus es nobis “Un niño nos ha nacido”; previsiblemente, la inmunda casta
politiquera al servicio de la Sinagoga de Satanás, cumpliendo un demorado plan
del Nuevo Orden Mundial, hizo sus deberes y aprobó la “ley” de asesinatos de
niños por nacer, llamada cobarde y eufemísticamente “interrupción legal del
embarazo”. Hasta último momento hubo personajes de los grupos pro-vida
empeñados en esgrimir “argumentos científicos” contra esta gente criminosa, inmoral
y corrupta, cuando estamos simplemente metidos de lleno en una guerra contra
las huestes de Satanás y no resta sino recurrir a las armas espirituales y el
testimonio absoluto de la verdad en el combate por el Reinado social de Cristo.
No habiendo podido el
diablo impedir que un Niño Jesús naciera, para vencerlo definitivamente, ahora
desea imponer el aborto en todo el mundo, obsesionado con esa imagen preñada de
sentido simbólico, mientras busca rehacer el Génesis a su manera, completamente
invertida. Las vacunas anticovid procedentes de tejidos fetales abortados, parecen
ir en el mismo sentido. Cristo vino a traernos vida en abundancia. El diablo
desparrama muerte por todas partes, bajo el disfraz hipócrita de la “salud”.
Pero en la Argentina no
estamos a la altura del combate, por falta de lucidez y coraje. Son muchos años
de adoctrinamiento liberal-democrático.
Dice Nuestro Señor, en
Mateo 9,29, para realizar un milagro: “Os
sea hecho según vuestra fe”. En la Argentina se ha perdido casi del todo la
fe, por eso nos fue hecho según nuestra fe, esto es, una fe masónica y
democrática. Esa es la fe que hoy tienen los argentinos (la misma que tiene
Jorge Mario Bergoglio, Francisco:http://syllabus-errorum.blogspot.com/2015/03/fe-catolica-o-fe-masonica.html
) ¿Acaso alguien cuestiona este maldito sistema? ¿No fueron el 95% de los votos
en las últimas elecciones presidenciales otorgados a los dos candidatos
principales, ambos abortistas y serviles de los poderes mundiales anticatólicos
y antiargentinos? ¿No acata casi todo el mundo esta “nueva normalidad”, hasta
la mayoría de los activistas de la causa pro-vida? ¿Quiénes y cuántos se
escandalizaron con la depravación que ha venido imponiendo la democracia desde
su “primaveral retorno” en 1983? ¿Podíamos esperar un milagro, o más bien un
castigo, ante la degradación moral, el desinterés por la verdad y la falta de
caridad en este país? No. Se ha expulsado a Cristo de la sociedad, entonces el
diablo toma su lugar. Ya no se predica la verdad, sino el diálogo y el
consenso. Pero el enemigo no es tonto, y sabe bien qué clase de guerra lleva a
cabo.
Ciertamente, hubo
algunas oraciones y acciones meritorias y generosas. Y desde luego que tenemos
en primer lugar, para resistir y vencer al enemigo y fortalecernos, el recurso de
la oración, pero escribe Santo Tomás que Dios puede actuar sobre el tirano
escuchando las súplicas y las plegarias, "más para que el pueblo pueda merecer este beneficio debe cesar de
cometer pecados, porque los impíos llegan al poder por permisión divina, en
castigo del pecado, conforme dice el Señor en Job 34,30: ‘se hace que reine un
hombre hipócrita por los pecados del pueblo’". Como afirma Antonio
Caponnetto, “Hacer penitencia y
santificarse son acciones de olvidada incidencia política, esto es, de colaboración
con el cuidado del Bien Común.”
Quizás los enemigos de
Cristo y de la Argentina ya hayan escrito hace mucho tiempo el obituario de
nuestro país; en todo caso, sí ha podido escribirse el epitafio, como hizo lúcidamente
Walter Beveraggi Allende tras la derrota de Malvinas, en su excelente libro
titulado “Epitafio para la viveza argentina”. Los argentinos hemos fracasado,
nuestra resistencia es tibia y errada. No hay resistencia política: apenas
algunos embates de nuevos representantes de una derecha joven y liberal que no
entiende que estamos viviendo las consecuencias del liberalismo, por lo que se
meten en un círculo cerrado. El nacionalismo católico es inexistente en su
influencia en la sociedad, y salvo algún que otro valioso referente, en general
da vergüenza ajena, con su mezcolanza de oportunismo democrático, su
folklorismo y provincianismo de utilería y su falta de visión religiosa y
sentido de la realidad. No hay resistencia religiosa: ya ni los grupos de tradicionalistas
o conservadores asoman la cabeza o recurren a las armas más poderosas del
espíritu, debido a la confusión o la pusilanimidad en que han caído. La
jerarquía de la Iglesia oficial es totalmente cómplice con los gobiernos
masónico-liberales y han dado pruebas de un eunuquismo muy democrático. No hay
resistencia popular: porque ya no hay caudillos, líderes ni voluntad de
sobrevivir. Parece cumplirse lo que decía el Padre Castellani: "La tragedia de la Argentina es que quiso ser
otra, y lo consiguió. Ahora está condenada a ser otra indefinidamente y
eternamente, como los brutos animales en la tierra y los condenados en el
infierno". Y si este daño parece irreparable y la decadencia
irreversible, como apareció el ocaso de su último “ídolo” futbolista
recientemente fallecido en un trágico abandono y desespero, sin embargo debemos
preservar la idea de la Argentina, la herencia de lo que ha sido la Argentina, lo
que nos han legado nuestros maestros, la Argentina que fue un baluarte
hispano-católico. Por lo tanto debemos seguir sosteniendo “lo que fue la
Argentina”, en tanto que patria cristiana. Así se expresaba el Padre
Castellani, en su recordado texto “¿Para qué seguimos?”: “Seguimos hablando para que siga respirando la patria. Mientras habla
una nación, no está muerta, aunque esté con el alma en un hilo. Lo que decimos
no vendrá a ninguna consecuencia ni producirá nada: sea. Pero sola en medio de
la oscuridad, nuestra nación necesita hablar alto para no tener miedo. Para que
el día de mañana cuando el historiador diga: "La prepotencia del dinero y
la furia de la ambición con el carnerismo de la ignorancia y el miedo hicieron
meter la cola entre las piernas o agitarla en innobles zalemas-al‑amo a todos
los argentinos...", para que entonces se pueda decir: NO A TODOS, para eso
hablamos.”(http://syllabus-errorum.blogspot.com/2013/11/para-que-seguimos.html)
Y para eso debemos rechazar las máscaras que intentan imponernos para que la
patria ya no tenga rostro ni palabra.
Así es que, como este
es un combate de Dios, lejos de dar el brazo a torcer, por el contrario debemos
reforzar nuestra decisión de resistencia. Los indecisos no son para estos duros
combates. Y ningún argumento ni buen ejemplo puede persuadir a los cobardes.
Siempre habrá gente que encuentra "nobles motivos" para no dar las
batallas de Dios. Por lo que nos queda a nosotros dar el ejemplo y dar nuestro
apoyo a quienes combaten a nuestro lado. ¿Cómo? “Hay que ejercitar sin alarde el valor, la confianza y el temple. Porque
la tiranía –enseña Aristóteles- se alianza con pusilánimes, medrosos y
desconfiados de sí mismos y de sus amigos. Y promover esos atributos en el
comportamiento de los demás…La grey responde si hay egregios. Si ve
mercenarios, se desbaratará vencida, si ve perros mudos se amilanará, si ve
tibios, se entibiará; mas si percibe un varón santo y lúcido, su ejemplo
congregará los ánimos” (Caponnetto).
“Luchemos sin descanso, aun sin
esperanza de ganar la batalla. ¿Qué importa el triunfo? ¡Adelante siempre, por
mucha que sea la fatiga del combate!”. (Santa Teresa del Niño
Jesús y la Santa Faz)
“Dios no nos pide que venzamos, sino que
no nos dejemos vencer”. (Padre Leonardo Castellani)
“No soy un guerrero que haya combatido
con armas de la tierra, sino con la espada del espíritu, que es la palabra de
Dios. Así que la enfermedad no ha podido rendirme…Moriré con las armas en la
mano”. (Santa
Teresa del Niño Jesús y la Santa Faz)
Flavio Mateos