Pablo
Muñoz Iturrieta*.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU)
acaba de publicar su informe anual sobre “Libertad de religión o creencias”,
preparado por el Relator especial Ahmed Shaeed (entrar AQUI para ver el informe en inglés). En este
documento, la ONU concluye que la religión en general -y la cristiana en
particular- es enemiga de los derechos humanos. Lo grave es que este documento
es supuestamente en defensa de la libertad de la práctica religiosa y de
conciencia. ¿Cómo llegan a la conclusión de que las iglesias son “anti
derechos”? Contraponiendo los “derechos LGBT” a la libertad religiosa y
mostrando cómo la libertad religiosa se usa supuestamente para discriminar e ir
en contra de los derechos y prácticas LGBT. Por ende, fuera toda creencia y
bienvenida la “perspectiva de género”. El documento también remarca el rol de
grupos religiosos en la creación de la llamada “ideología de género”, lo cual
es erróneo, ya que es la ciencia misma la que ha denunciado la posición
ideológica y extrema de la teoría del género.
Además,
este informe de 2020 considera los principios cristianos sobre la sexualidad
humana como peligrosos y discriminatorios.
El
informe hace un uso sesgado e ideológico de lo que es una “práctica religiosa”,
ya que como ejemplos menciona el gravísimo problema que existe en países
islámicos donde se practica la mutilación genital femenina, matrimonios
forzados, poligamía y violaciones, entre otros males (n.41), y la
criminalización de la homosexualidad (n. 37), todo esto bajo la excusa de la
religión. Pero en la respuesta, en vez de clarificar que por naturaleza estas
no son prácticas religiosas (porque al islam no se lo toca), el documento
aprovecha para arremeter contra el cristianismo por su oposición al falso
evangelio de la ONU: la ideología de género.
Dice
el informe que existe una “profunda preocupación” por las “campañas de grupos
religiosos [cristianos]” que tildan de inmorales a los que abogan por la
igualdad de género “alegando que la “ideología de género” es mala para los
niños, la familia, la tradición y la religión” (no.34). Saheed sostiene que la
iglesia invoca “dogmas religiosos y pseudociencia” para oponerse a los
ideólogos de género y “defender los valores tradicionales enraizados en
interpretaciones de las enseñanzas religiosas acerca de los roles sociales del
hombre y la mujer según una alegada diferencia física y capacidad mental;
llamando a menudo al gobierno a sostener políticas discriminatorias” (ibíd.).
Para la ONU, la Iglesia es instrumento de discriminación y la llamada violencia
de género. Dicen estar preocupados porque la iglesia se ha escudado en el
derecho de la libertad religiosa y organizó en grupos para contrarrestar el
trabajo de los activistas de los derechos humanos…
Dice
el relator, por ejemplo, que la iglesia en Polonia ha intimidado y
estigmatizado a los defensores de los “derechos” de las mujeres como
“promotores de la ideología de género y grupos anti-familia”. ¿Cuál es este
supuesto ataque a los derechos humanos? Según Saheed es un derecho luchar
contra las constitución política de Polonia, ya que el matrimonio es definido
como la unión de un hombre y una mujer y, claro, eso va contra los derechos
humanos…
Otro
punto que destaca la ONU en contra de la iglesia de Latinoamérica es que está
constantemente estorbando la legalización del aborto y de operaciones de
reasignación de sexo (no.29). En lugares como Brasil, Chile, Ecuador y Paraguay
(se olvidó de Argentina) los grupos cristianos “han coartado los programas de
educación sexual y reproductiva” (no.36) y cita un documento de Planned
Parenthood para afirmar (mentirosamente) que los niveles de muertes por abortos
clandestinos son altísimos en Argentina, Venezuela, Brasil, Paraguay, Perú y
Bolivia (no.30). Eso, como sabemos, no es así. En torno al aborto la ONU demanda
que los gobiernos hagan lo necesario para que los médicos no puedan objetar en
conciencia y no puedan negarse a practicar el homicidio prenatal (no.44).
Además, para el relator es suficiente prueba de ataque a los derechos humanos
el que la iglesia diga que la práctica homosexual va contra la naturaleza
humana (Ibíd.), lo cual es real y está científicamente comprobado (lo demuestra
la fisiología y estructura celular del ano).
Por
último, el relator indica que en las iglesias se ha negado a los colectivos
LGBTI+ y a las mujeres participar e incidir en el contenido de la fe: “se les
ha negado el derecho de manifestar sus creencias a través de interpretaciones
igualitarias de género de la fe, [mientras que] los que combaten la violencia
de género y la discriminación pueden ser estigamizados y castigados por ello”
(no.47). En este punto Saheed instruye tácitamente desde la ONU que las
teologías contextuales queer y feministas (“interpretaciones igualitarias de
género”) deberían de regir nuestra interpretación de la Biblia y de nuestra fe.
En la Iglesia, dice la ONU, a la gente no le queda otra más que aceptar estos
sistemas discriminatorios o irse de ella (Ibíd.).
Así,
apelando al aborto y recomendando las interpretaciones queer y feministas de la
Biblia, la ONU concluye que “constituye un serio desafío para el avance global
de la equidad la privación de derechos LGBTI+ y de las mujeres dentro de las
comunidades religiosas” (no.47).
A
partir de esto la ONU establece claros límites a la iglesia y la libertad de
conciencia y religión:
–
Que no se pueda invocar la libertad religiosa para hablar contra la ideología
de género.
–
Que no se pueda invocar la objeción de conciencia para no practicar un aborto
en hospitales (ya sean públicos o privados) (no. 44).
–
Que la teoría LGBT nos da pautas para reinterpretar las Sagradas Escrituras y
se deben rechazar “interpretaciones patriarcales de la doctrina religiosa” (no.
51).
–
Que no se pueden avanzar “normas heterosexuales” en nombre de la libertad de
religión.
El
plan de la ONU implica así la reducción o desaparición de garantías y derechos
anteriormente sancionados por tratados internacionales, con tal de imponer este
nuevo orden ético mundial.
¿Qué
debe hacer el gobierno cuando una iglesia discipline a un propagador de
ideología de género entre sus miembros? Dice la ONU que “debe intervenir para
prevenir prácticas dañinas, ya que dichas prácticas se constituyen por el ethos
[prácticas o costumbres] religioso; incluyendo actos discriminatorios que
buscan nulificar o menoscabar el reconocimiento, disfrute o ejercicio de los
derechos humanos y las libertades fundamentales en igualdad de condiciones”
(no.49).
Saheed
considera así que los disidentes y activistas LGBT y de derechos humanos deben
ser protegidos por el Estado de las garras “violentas” de las iglesias. La
excomunión o sanciones serían entonces un atentado contra la libertad y los
derechos humanos cuando se aplique a un falso maestro que enseñe cosas
contrarias a la fe revelada en el nombre de la igualdad y los derechos LGBTI+.
En suma, la ideología de género no puede existir sin el apoyo del Estado, y la
ONU, que sabe perfectamente esto, está amonestando a los gobiernos del mundo
para que intervengan contra la iglesia cuando se hable contra el aborto, la práctica
de la homosexualidad, el divorcio y la hipersexualización de los niños, así
como lo que consideran estereotipos de la mujer al enseñarle la importancia de
cuidar de su hogar y sujetarse a su esposo.
Para
la ONU, un cristiano tiene el derecho absoluto de creer y practicar la religión
que quiera, pero el derecho a manifestar públicamente una creencia es limitado
por la ley, la moral, la salud, el orden y la seguridad (no. 60). Sobre esta
base es que la ONU reclama que la predica de la iglesia contra la promiscuidad
sexual y a favor de la vida y del matrimonio heterosexual exclusivo no debería
de estar protegida por la ley por ser discriminatoria.
Saheed
y la ONU exigen finalmente que el Estado opere sancionado a las iglesias y
obligándolas “a crear las condiciones en las cuales todos los miembros de la
sociedad puedan ejercitar sus derechos, incluyendo el derecho a la religión o
creencia” (no.71). Este es un paso más hacia la imposición totalitaria de su
visión masónica anticristiana.
*
Doctor en filosofía política y autor de Atrapado en el cuerpo equivocado: La
ideología de género frente a la ciencia y la filosofía y El significado de la
libertad religiosa en la esfera pública secular (The Meaning of Religious
Freedom in the Secular Public Square)