Número DCLXXII (672)
30 de mayo de 2020
Llamamiento Admirable
Mons. Williamson
¡Por
fin! Algunos hombres de Iglesia no están siendo “amables”.
Para
luchar contra el Diablo, deben pagar ese precio.
Desde
que los gobiernos de todo el mundo tomaron medidas drásticas contra la vida de
sus ciudadanos hace más de dos meses debido a informes deshonestos sobre el
peligro del “coronavirus” que se soltó de China, expertos honestos han
contradicho estos informes. Incluidas en esa represión estaban las severas
medidas tomadas contra los católicos que asistían a misa o a cualquier liturgia
de Semana Santa. Y en ese momento, los líderes de la Iglesia y los laicos
ofrecieron poca resistencia. Pero a principios de este mes algunos
eclesiásticos publicaron un “Llamamiento para la Iglesia y el Mundo” en el que
por fin se denunciaban abiertamente las fuerzas siniestras detrás de la llamada
“pandemia”, aunque éstas no se nombraran claramente. Ya era hora de que los católicos
recibieran la orientación de los eclesiásticos de alto rango de que están
siendo llevados como ovejas al matadero por lobos del Anticristo disfrazados de
amigos de la humanidad. Aquí hay un resumen del llamamiento de 1375 palabras –
En
la crisis de hoy, los pastores de la Iglesia abajo firmantes consideramos que
tenemos el deber de hacer este llamamiento a todos los católicos y almas de
buena voluntad. Los derechos de las personas han sido violados por las medidas
gubernamentales mundiales tomadas con la excusa del coronavirus para restringir
sus libertades cuando los hechos muestran que el pánico mediático suscitado por
el virus ha sido exagerado fuera de toda proporción. Creemos que hay
fuerzas interesadas en crear pánico entre la población mundial con el único
objetivo de imponer permanentemente formas inaceptables de restricción de las
libertades, de controlar a las personas y de seguir sus movimientos, y que esto
es un preludio inquietante para la realización de un gobierno mundial fuera de
todo control. Tales medidas han destrozado muchas economías y
fomentado la interferencia extranjera, mientras que los gobiernos deben
proteger a sus ciudadanos y no permitir que la ingeniería social divida las
familias y aísle a los individuos.
Que
los científicos digan la verdad y se cuiden de los
turbios intereses comerciales y de las compañías farmacéuticas que
buscan enormes beneficios mediante costosas curas para el no tan peligroso
virus. Que los gobiernos eviten rigurosamente todos los
sistemas de rastreo o localización de sus ciudadanos, y que no apoyen las intenciones
ocultas de los organismos supranacionales que tienen intereses comerciales y
políticos muy fuertes en el plan de hacerlo. Dejen que los ciudadanos
sean libres de rechazar las vacunas, y que los autodenominados “expertos” no
disfruten de ningún tipo de inmunidad frente a la persecución. Que los medios
de comunicación digan la verdad y no practiquen varias formas de
censura como se están practicando ahora, para imponer una única forma de
pensamiento, de hecho una sutil dictadura de la opinión, tanto más
eficaz por ser sutil.
Y
por último, pero no menos importante, que todos recuerden que Nuestro Señor
Jesucristo concedió a su Iglesia toda la independencia del Estado para adorar a
Dios y para enseñar y gobernar a los ciudadanos de acuerdo con sus propios
propósitos, la gloria de Dios y la salvación de las almas. El Estado no puede
interferir en ningún dominio de la Iglesia sobre sus propios asuntos, ni
limitar de ninguna manera la soberanía de la verdadera Iglesia de Dios, ni
restringir o prohibir de ninguna manera el culto público o el cumplimiento del
deber sacerdotal de los sacerdotes católicos. Por lo tanto, que se eliminen
todas las restricciones del coronavirus sobre el culto católico. Si los ciudadanos
tienen deberes hacia el Estado, también tienen derechos, que incluyen el
respeto a la ley natural y a los intereses de Dios en primer lugar.
Estamos
luchando contra un enemigo invisible que busca dividir a los ciudadanos,
separar a los hijos de los padres, a los nietos de los abuelos, a las almas de
los sacerdotes, a los estudiantes de los maestros, etc., en resumen, borrar
siglos de civilización cristiana por una odiosa tiranía tecnológica en la que
personas anónimas y sin rostro pueden decidir el destino del mundo
confinándonos a una realidad virtual.
Pero Cristo ganará. Rezamos por los líderes de gobierno que enfrentan una
responsabilidad especial ante el tribunal de Dios, Rogamos a Nuestro Señor que
proteja a Su Iglesia. Y que Nuestra Señora derrote los planes de los hijos
de la oscuridad.
Y
este llamamiento fue firmado por docenas de eminentes laicos, además de varios
líderes religiosos.
Kyrie
eleison.