San Luis Gonzaga,
marquesito de Castiglione, era un niño angelical cuando le descubre el
Cardenal San Carlos Borromeo. El mismo le da la primera comunión. Renuncia al
marquesado en favor de su hermano Rodolfo y se hace jesuita. Toma por director
espiritual a San Roberto Belarmino. Muere a los 23 años como un ángel de pureza
celestial.
El
que no sea hombre de oración, no llegará nunca a un alto grado de santidad, ni
triunfará nunca de sí mismo. Toda la cobardía y la poca mortificación que se
echan de ver en las almas religiosas, no procede sino de que se descuida la
oración, que es el medio más corto y eficaz de alcanzar las virtudes.
(Codesal,
“Antología de textos sobre la oración”, Ed. Apostolado Mariano, Sevilla).