sábado, 19 de marzo de 2016

SAN JOSÉ, PADRE NUTRICIO DEL SALVADOR, CASTÍSIMO ESPOSO DE LA VIRGEN MARÍA Y PATRONO DE LA SANTA IGLESIA





“¿Quién ignora que San José es entre todos los santos, después de María Santísima, el más apreciado de Dios para impetrar las divi­nas gracias a favor de sus devotos?

Bien nos cumple venerar a San José, a quien el propio Hijo de Dios quiso honrar lla­mándole padre (Orig. Hm.17) Idéntica denomi­nación le dan los Evangelios (Lc.2, 33) y con ese mismo nombre lo designó también la Santísima Virgen (lbid.2,48). Si el Rey de los reyes encumbró, pues, a José a tan elevada honra, justo y debido es que nosotros procure­mos ensalzarlo en cuanto podamos... ¿Qué ángel o qué santo, dice San Basilio, mereció ser llamado padre del Hijo de Dios? ¿Puede darse mayor dignidad ni más encumbrada cel­situd, prosigue diciendo, como la de mandar al que impera sobre todos los reyes? ¡Gran con­fianza debemos colocar en la protección de San José por el señalado amor que le mereció de Dios su eminente santidad!

Y pues siendo María, como aseguran los santos, la dispensadora de todas las gracias que Dios concede a los hombres, ¿con cuánta profusión no es de creer enriqueciese de ellas a su esposo, a quien tanto amaba y del que era respectivamente amada? Y ¿cuánto no es de creer aumentase la santidad de José el trato familiar que tuvo con Jesucristo en el tiempo que vivieron juntos? ¿Qué llamas de caridad no debemos suponer ardiesen en el pecho de San José por aquel trato continuo que durante tantos años vivió unido al Hijo de Dios?”

(San Alfonso María de Ligorio - Serm. de la festividad de San José).


Acordaos, oh purísimo esposo de María Virgen y protector mío San José, que jamás se ha oído decir que habiendo alguno invocado tu protección y pedido tu ayuda, no haya sido consolado. Con esta confianza vengo a tu pre­sencia y me encomiendo fervorosamente a ti ¡Oh! no desprecies mi oración, oh Padre virgi­nal del Redentor, sino recíbela piadosamente. Amen.