ECLESIAVACANTISMO
Parte 2
8.- Estas palabras de Mons.
Lefebvre: “De ahora en adelante, es a la iglesia conciliar a quien hay
que obedecer y ser fiel, ya no a la Iglesia Católica. (…) Nosotros estamos
suspendidos a divinis por la iglesia conciliar, y para la iglesia conciliar, de
la cual nosotros no queremos formar parte. Esta iglesia conciliar es una
iglesia cismática, porque ella rompe con la Iglesia católica de siempre. Tiene
sus nuevos dogmas, su nuevo sacerdocio, sus nuevas instituciones, su nuevo
culto (…) La iglesia que afirma semejantes errores, es a la vez cismática y
herética. Esta iglesia conciliar no es, por lo tanto, católica. En la medida en
que el papa, los obispos, sacerdotes o fieles se adhieran a esta nueva iglesia,
ellos se separan de la Iglesia católica. La iglesia de hoy no es la verdadera
Iglesia más que en la medida que ella continúe en unidad con la Iglesia de ayer
y de siempre”. (Carta de Mons. Lefebvre en Le Sel de la Terre 36).
Respuesta: Dice Mons.
Tissier en Le Sel de la Terre nº 85 que Mons. Lefebvre “parece
admitir la transmutación de la Iglesia católica en la iglesia conciliar. (…) El
texto de Monseñor Lefebvre debe ser entendido con esta precisión: es en la
medida que los conciliares se adhieren exclusivamente a los fines profanadores
mencionados, que ellos salen de la Iglesia católica. Y de esta medida, nosotros
no somos jueces.”
9.- Las palabras de Mons.
Lefebvre en la famosa Declaración del 21 de noviembre de 1974:“Nos adherimos
de todo corazón, con toda el alma a la Roma católica, guardiana de la Fe
católica y de las tradiciones necesarias para el mantenimiento de esa Fe, a la
Roma eterna, maestra de sabiduría y de verdad. En cambio, nos negamos (como nos
hemos negado siempre) a seguir la Roma de tendencia neomodernista y
neoprotestante, que se manifestó claramente en el Concilio Vaticano II, y
después del Concilio, en todas la reformas que de él surgieron.” Luego,
hay dos Romas, la Iglesia Católica y la “iglesia conciliar”, y existen
separadas.
Respuesta: Mons.
Lefebvre distingue ambas Romas o iglesias, pero no las
considera como existiendo separadas la una de la otra. Por eso dice
más adelante en la misma declaración, que “ninguna autoridad, ni
siquiera la más elevada Jerarquía, puede obligarnos a abandonar o disminuir
nuestra Fe católica”. En estas palabras hay un reconocimiento de la
autoridad de la Jerarquía oficial. Y agrega: “¿No es eso lo que hoy en
día nos repite el Santo Padre? Y si manifestase cierta contradicción en sus
palabras y en sus actos así como en los actos de los dicasterios, entonces
optamos por lo que siempre se ha enseñado y hacemos oídos sordos a las
novedades destructoras de la Iglesia (…) proseguimos nuestra obra (…)
persuadidos de que podemos rendir mejor servicio a la Santa Iglesia Católica,
al Sumo Pontífice y a las generaciones futuras.” Reconoce acá al Papa
en cuanto tal y a los dicasterios romanos como formando parte de la Iglesia.
10.- Estas otras
palabras de Mons. Lefebvre: “Yo digo: Roma ha perdido la fe, queridos
amigos. Roma está en la apostasía. ¡No estoy hablando palabras vacías!
¡Esa es la verdad! ¡Roma está en la apostasía! Ya no podemos tener confianza en
esa gente. ¡Ellos abandonaron la Iglesia! ¡Ellos abandonaron la Iglesia! Es
cierto, cierto. No podemos entendernos. Es eso, les aseguro, es la síntesis. No
podemos seguir a esa gente. Verdaderamente nos enfrentamos a gente que ya
no tiene el espíritu católico, que ya no tienen el espíritu católico. Es la
abominación, verdaderamente la abominación. Podemos decir que estas personas
que ocupan Roma actualmente son anticristos.” (Conferencia en Ecône,
4-9-1987).
Respuesta: Si Mons.
Lefebvre realmente hubiera juzgado que Roma se encuentra fuera de
la Iglesia, ni habría firmado el protocolo de acuerdo con Roma ocho meses
después (mayo de 1988), ni habría dicho, al poco tiempo, estas otras palabras,
entre muchos otros ejemplos posibles: (…) “suponiendo que de aquí a un
determinado tiempo Roma haga un llamado, que quiera volver a vernos, reanudar
el diálogo, en ese momento sería yo quien impondría las condiciones.” (…)
(Fideliter n° 66, 1988). “Durante los últimos contactos que tuve en
Roma, varias veces quise sondear sus intenciones, medir si verdaderamente había
un cambio verdadero. (…) Si fui a discutir en Roma es porque yo quería ver si
podía llegar a un acuerdo con las autoridades de la Iglesia” (…). (Fideliter
68, 1989)
11.- Lo dicho por Mons.
Lefebvre en el retiro de 9-9-1989: “Creo que es necesario convencerse
de esto: ustedes representan de verdad la Iglesia Católica. No que no haya
Iglesia fuera de nosotros; no se trata de eso. Pero este último tiempo, se nos
ha dicho que era necesario que la Tradición entrase en la Iglesia visible.
Pienso que se comete allí un error muy, muy grave. ¿Dónde está la Iglesia
visible? La Iglesia visible se reconoce por las señales que siempre ha dado
para su visibilidad: es una, santa, católica y apostólica. Les pregunto: ¿dónde
están las verdaderas notas de la Iglesia? ¿Están más en la Iglesia oficial (no
se trata de la Iglesia visible, se trata de la Iglesia oficial) o en nosotros,
en lo que representamos, lo que somos? Queda claro que somos nosotros quienes
conservamos la unidad de la fe, que desapareció de la Iglesia oficial.(…)
¿Dónde está la unidad de la fe en Roma? ¿Dónde está la unidad de la fe en el
mundo? Está en nosotros, quienes la conservamos. (…) Ahora bien, esta unidad de
la fe en todo el mundo no existe ya, no hay pues más de catolicidad
prácticamente. (…) No hay más catolicidad. ¿La apostolicidad? Rompieron con el
pasado. Si hicieron algo bien, es eso. (…) La apostolicidad: nosotros estamos
unidos a los Apóstoles por la autoridad. (…) En cuanto a la apostolicidad de la
fe, creemos la misma fe que los Apóstoles. No cambiamos nada y no queremos
cambiar nada. Y luego, la santidad. (…) Todo eso pone de manifiesto que
somos nosotros quienes tenemos las notas de la Iglesia visible. Si hay aún
una visibilidad de la Iglesia hoy, es gracias a ustedes.Estas señales no se
encuentran ya en los otros. No hay ya en ellos la unidad de la fe; ahora
bien es la fe la que es la base de toda visibilidad de la Iglesia. (…) Es la
Iglesia oficial la que nos rechaza; pero no somos nosotros quienes rechazamos
la Iglesia, bien lejos de eso. Al contrario, siempre estamos unidos a la
Iglesia Romana e incluso al Papa por supuesto, al sucesor de Pedro (…)”. (Retiro
Sacerdotal en Ecône, 9-9-1988, Fideliter 66). Luego, si las notas no existen
más en lo que la gente llama “Iglesia Católica”, la cual, en realidad, es la
“iglesia conciliar” impostora; y sí existen esas notas en nosotros los
tradicionalistas; resulta que esa supuesta “Iglesia Católica” no es tal, y que
nosotros los tradicionalistas somos la verdadera Iglesia Católica.
Respuesta: 1° Mons.
Lefebvre también dice ahí: “No que no haya Iglesia fuera de nosotros”.
Es decir, las notas subsisten fuera del tradicionalismo. ¿Dónde? En la
estructura oficial -¿dónde si no?- aunque muy disminuidas por causa del
modernismo. 2° Dice también: (las notas de la Iglesia) “Están ¿más en
la Iglesia oficial o en nosotros (…)? La pregunta es un reconocimiento
de que las notas están en la Iglesia oficial y en nosotros, aunque de
modo desigual: menos la Iglesia oficial y más en
nosotros. 3° Y por eso hacia el final agrega: “Es la Iglesia oficial la
que nos rechaza; pero no somos nosotros quienes rechazamos la Iglesia, bien
lejos de eso. Al contrario, siempre estamos unidos a la Iglesia Romana e
incluso al Papa por supuesto, al sucesor de Pedro”.
12.- Otras citas de Mons.
Lefebvre que algunos interpretan en sentido eclesiavacantista:
a)
“Que no se equivoquen, no se trata de un desacuerdo entre Monseñor Lefebvre y
el Papa Pablo VI. Se trata de la incompatibilidad radical entre la Iglesia
Católica y la Iglesia conciliar, representando la misa de Pablo VI el símbolo y
el programa de la Iglesia conciliar.” (Nota preliminar de Mons.
Lefebvre, 12-7-1976).
b)
“Todos aquellos que cooperan a la aplicación de esta alteración, los que
aceptan y se adhieren a esta nueva iglesia conciliar como la designó Su
Excelencia Monseñor Benelli en la carta que me dirigió en nombre del Santo
Padre, el 25 de junio pasado, entran en cisma.”(Declaración
a Le Figaro, 4-8-1976).
c)
“Debemos reunirnos en todas partes donde haya grupos de cristianos que todavía
creen en la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, en su realeza, y que tienen
el amor en su corazón, el amor que la Santísima Virgen tiene por su Hijo Jesús.
Pues bien, aquellos que tienen este amor, son ellos los que son la Iglesia. Son
ellos. No son los que destruyen el reino de Nuestro Señor. ¡Esto hay que
decirlo abiertamente! Somos nosotros quienes somos la Iglesia católica. Son
ellos los que se separan de la Iglesia católica. No somos nosotros los que
hacemos cisma.” (Homilía en Ecône, 28-8-1976).
d)
“Yo creo que nosotros estamos en la Iglesia, y que nosotros somos los que
estamos en la Iglesia y que somos los verdaderos hijos de la Iglesia; y que los
otros no lo son. Ellos no lo son porque el liberalismo no es hijo de la
Iglesia, el liberalismo está contra la iglesia, el liberalismo es la
destrucción de la Iglesia. En este sentido ellos no pueden decirse hijos de la
Iglesia. Nosotros podemos decirnos hijos de la Iglesia porque continuamos la
doctrina de la Iglesia, nosotros mantenemos toda la verdad de la Iglesia,
integralmente, tal como la Iglesia la enseñó siempre” (Conferencia
en Ecône, 21-12-1984).
e)
“El cardenal Ratzinger se esfuerza una vez más en dogmatizar el Vaticano II.
Nos enfrentamos a personas que no tienen ninguna noción de la Verdad. Estaremos
cada vez más forzados a actuar considerando esta nueva iglesia conciliar como
ya no católica.” (Carta a Jean Madiran, 29-1-1986).
f)
“Son ellos que hacen otra iglesia. (…) El cardenal nos lo ha recordado no sé
cuántas veces: ¡No hay más que una Iglesia!... ¡No es necesario hacer una
Iglesia paralela! Entonces esta iglesia, evidentemente, es la iglesia del
concilio. (…) Entonces son ellos que hacen una iglesia paralela, no
nosotros”. (Conferencia en Ecône, 9-6-1988).
g)
“Evidentemente nosotros estamos contra la iglesia conciliar que es
prácticamente cismática, incluso si ellos no lo aceptan. En la práctica, es una
iglesia virtualmente excomulgada, porque es una iglesia modernista.” (Fideliter
70, 1989).
h)
“Meterse al interior de la Iglesia ¿qué quiere decir? Y por principio, ¿de qué
Iglesia hablamos? Si es de la Iglesia conciliar, haría falta que nosotros, que
hemos luchado contra ella durante veinte años porque queremos a la Iglesia
Católica, entremos es esta iglesia conciliar supuestamente para volverla
católica. Es una ilusión total. (…) Fideliter. ¿No teme que a
la larga y cuando Dios le haya llamado a Sí, poco a poco la separación se
acentúe y que se tenga la impresión de una Iglesia paralela a lo que algunos
llaman la “Iglesia visible”? Monseñor. Esta historia de la Iglesia visible
de Dom Gérard y M. Madiran es infantil. Es increíble que se pueda hablar de
Iglesia visible para designar a la Iglesia conciliar por oposición a la Iglesia
católica que intentamos representar y continuar. Yo no digo que somos la
Iglesia católica. No lo he dicho nunca. Nadie puede reprocharme de haber
querido nunca considerarme un papa. Pero representamos verdaderamente a la
Iglesia católica tal como era en todo tiempo puesto que continuamos lo que ella
siempre ha hecho. Somos nosotros los que posemos las notas de la Iglesia
visible: la unidad, catolicidad, apostolicidad, santidad. Es esto lo que
constituye la Iglesia visible.” (Fideliter 70, 1989).
i)
Este concilio representa, tanto a los ojos de las autoridades romanas como a
los nuestros, una nueva iglesia que ellos llaman “la iglesia conciliar”. (…)
Todos lo que cooperan en la aplicación de esta alteración, aceptan y se
adhieren a esta nueva iglesia conciliar (…) entran en el cisma. (Un
Obispo Habla, págs. 97 y 98).
Respuesta: el pensamiento
de Mons. Lefebvre acerca de la Iglesia está expresado en términos muy precisos
en su último libro, “Itinerario Espiritual” (1990). Cita esclarecedora del
capítulo 8, “La Iglesia”: “Así como el Israel del Antiguo Testamento
tuvo una historia muy turbulenta por sus continuas infidelidades con Dios,
muchas veces debidas a sus jefes y a sus levitas, así también la Iglesia
militante en este mundo conoce sin cesar períodos de pruebas por causa de la
infidelidad de sus clérigos, por sus compromisos con el mundo. Cuanto de más
arriba vienen los escándalos, tantos más desastres provocan. Cierto es
que la Iglesia en sí misma conserva toda su santidad y sus fuentes de
santificación, pero la ocupación de sus instituciones por papas infieles, y por
obispos apóstatas, arruina la fe de los clérigos y de los fieles, esteriliza
los instrumentos de la gracia, favorece los asaltos de todas las potencias del
Infierno, que parecen triunfar. Esta apostasía convierte a estos miembros en
adúlteros, en cismáticos opuestos a toda tradición, en ruptura con el pasado de
la Iglesia y, por lo tanto, con la Iglesia de hoy, en la medida en que
permanece fiel a la Iglesia de Nuestro Señor. (…) Cuanto más ultrajada está
la Iglesia, tanto más debemos aferrarnos a Ella, en cuerpo y alma, y
esforzarnos por defenderla y asegurarle su continuidad, valiéndonos de sus
tesoros de santidad para reconstruir la Cristiandad”.
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Un Sacerdote de la USML
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