Tras haber leído un Comunicado Oficial de Una Voce,
acerca de un artículo de
nuestro blog y otro del
blog amigo Non Possumus, creemos que debemos hacer alguna
puntualización sobre el mismo, en atención a nuestros hermanos en Cristo de la
dolorida isla cárcel de Cuba que buscan un acercamiento a la Tradición
católica, y esto sin el afán de polemizar, sino tan solo el de poner en claro
algunas cosas cumpliendo con nuestro deber de caridad. Creemos que cuando
afirman sobre quienes critican a la FSSPX que “solo les mueve el rencor
hacia la FSSPX”, lo hacen movidos más que nada por una inconsciente
imitación de los modos y prejuicios de muchos que dentro de la FSSPX no
alcanzan todavía a comprender la realidad de esta congregación. Y no buscando
hilar muy fino, quizá por temor a perder alguna seguridad adquirida o reconocer
alguna falta en quien se han puesto grandes esperanzas o expectativas de
acción, se prefiere ver en todo este asunto una cuestión temperamental,
psicológica o incluso quizá psiquiátrica. Hay de todo en la viña del Señor,
pero tengamos nuestro tiempo de análisis fundamentado en formación e información
sólidas y veraces, para luego poder llegar a conclusiones realistas. No hay
aquí tergiversación alguna a la que recurrir.
Consideramos que los miembros de Una
Voce afectos a la FSSPX no comprenden la crisis que ésta atraviesa,
por la simple y sencilla razón de que no comprenden lo que es el liberalismo,
aunque proclamen que “Una Voce Cuba no es liberal, no juzguen a personas que
no conocen, por favor”. Y una parte importante de esta falta se debe sin
dudas a la propia FSSPX que ya no cumple su deber para con sus hermanos que con
toda buena fe se han acercado a ellos quizá pensando que la Fraternidad seguía
adherida íntegramente a la Tradición católica como antes. Esta es desde luego
una suposición pues no deseamos juzgar las intenciones.
Con todo respeto, se deben hacer las
necesarias distinciones entre lo personal y lo doctrinal. La tesitura del
comunicado, centrada en cuestiones de índole afectiva o sentimental (legítimas
y necesarias pero no primarias ni definitorias a la hora de decidir una obra de
colaboración católica) más bien nos lleva a confirmar nuestra opinión sobre el
liberalismo imperante en Una Voce, mal que les pese.
Escribió Sardá y Salvany: “La suma
intransigencia católica es la suma católica caridad. Y porque hay pocos intransigentes,
hay en el día pocos caritativos de veras. La caridad liberal que hoy está de
moda es en la forma de halago y condescendencia y cariño; pero es en el fondo
el desprecio de los verdaderos bienes del hombre y de los supremos intereses de
la verdad y de Dios” ("El Liberalismo es Pecado"). En el
Comunicado se menciona el respeto hacia Mons. Lefebvre y las buenas relaciones
que éste le dispensó a Una Voce, se cuenta incluso que“Ya anciano, el
propio Arzobispo recibió en Econe, con grandes muestras de afecto a una
delegación de peregrinos de Una Voce Francia”. Pero eso no le impidió a
Mons. Lefebvre condenar la posición liberal adoptada por Una Voce,
como afirma en esta cita:"Sí, me he
sorprendido al leer, en un folleto de Una Voce que me dieron en Ottawa, la
posición que ellos han adoptado. Es una posición muy ambigua y no
es conforme a la que defendemos y que los tradicionalistas siempre han
defendido. No decimos
que la nueva misa sea herética, ni que sea inválida, pero nos rehusamos
a decir que sea legítima, que sea perfectamente ortodoxa. Si bien los
fieles se preguntan si deben asistir a estas misas que ahora están autorizadas
por los obispos, para nosotros es siempre la misma consigna: pensamos que no
hay que ir a esas misas porque es peligroso afirmar que la misa nueva es
tan válida como la tradicional. Poco a poco estos sacerdotes que aceptan
estas condiciones, tendrán las mismas tendencias que aquellos que dicen la
nueva misa y un día, quizá ellos mismos la dirán y llevarán a nuestros
tradicionalistas a la nueva misa". (Entrevista a Monseñor
Lefebvre en el número 19, agosto de 1985, de “COMMUNICANTES”, revista de la
FSSPX en Canadá).
Manifestar caridad a una persona no nos
impide, antes bien nos obliga, a declarar el desacuerdo en materia doctrinal, y
corregir a quien yerra. Esto es elemental y vale para cualquiera, incluso para
los Superiores nuestros, pues muy bien lo dijo Santo Tomás:“San Pablo fue
útil a San Pedro, al corregirlo…con lo cual tenemos un ejemplo: los prelados,
de humildad, para que no tomen a mal ser corregidos por sus inferiores y
súbditos; los súbditos, de celo y libertad, para que no teman corregir a los
prelados…”. De allí que si Una Voce afirma su amor
hacia el Papa, esto no significa callar ante sus graves errores e impiedades
litúrgicas, como no calló Monseñor Lefebvre ante las enseñanzas heréticas que
salían de Roma. Pues callar en este caso es inducir a error a los fieles. No
significa esto tener una actitud de crítica hacia la autoridad en sí, sino de
aceptar la preeminencia de la Verdad de Dios por encima de todo, Verdad que nos
compromete a serle fiel ante cualquiera en este mundo que ose atacarla,
ocultarla o intentar destruirla. Lo contrario es un grave pecado de cobardía.
Creemos que en Una Voce estarán
de acuerdo con el Papa Pío XII cuando afirmaba, el 6 de diciembre de 1953, lo
siguiente: “Lo que no responde a la verdad y a la norma moral no tiene
objetivamente derecho alguno ni a la existencia, ni a la propaganda, ni a la
acción”. O también con San Agustín en su comentario al Salmo 124: “No
hay peor muerte para las almas que la libertad del error”.
También sabrán que la Misa nueva o Novus
Ordo no enseña la teología católica del Sacrificio sino que responde
al intento de protestantizar la liturgia convirtiéndola en una Cena, y que por
lo tanto esa misa “no responde a la verdad” y por lo tanto “no tiene derecho
alguno a la existencia ni a la propaganda ni a la acción”. No obstante lo cual,Una
Voce acepta el Novus Ordo, es decir, acepta “la libertad del error”.
Pues aunque promuevan la Misa tradicional, afirman sin embargo en el sitio
http://www.unavocecuba.com/ : “La fidelidad a Roma bien se puede medir por la
fidelidad a “Summorum Pontificum.” Los que repudian a “Summorum Pontificum”
repudian a SS. Benedicto XVI y no tienen derecho a ostentar un cargo dentro de
la Iglesia pues se encuentran en total desacato al Papa.” Y Summorum
Pontificum no sólo permite la celebración de la Misa tradicional, sino que
también lo hace con el Novus Ordo, al que incluso coloca en lugar de
preeminencia por sobre la verdadera misa católica. Una Voce publica
un “Calendario católico romano tradicional para el uso litúrgico según la
“Forma extraordinaria del rito romano”. ¿A qué Roma están siendo fieles, a la
Roma eterna o a la Roma modernista del Vaticano II? Una Voce no
puede negar su liberalismo sino por el hecho de no conocerlo. Y es probable que
el acercamiento de la FSSPX hacia Una Voce lo único que logre
es afianzarlos en tal error.
Dice el Padre Girouard de la Unión
Sacerdotal Marcel Lefebvre: “Permítanme citarles a Dom Columba Marmion,
OSB: ‘Cuando queremos juzgar el valor absoluto de una cosa o de una obra,
debemos hacerlo adoptando el punto de vista de Dios. Solo Dios es la verdad; la
verdad es la luz en la cual Dios, Sabiduría eterna, ve todas las cosas; el valor
de todas las cosas depende de cómo Dios las valora. Este es el único criterio
infalible para juzgar. (…) Pues es una verdad capital que Dios nos hizo
conocer respecto a sus designios, y es que Él creó e hizo todo para su gloria
(Proverbios, 16:4). Dios nos da todo; incluso se da a sí mismo en la persona de
su Hijo bien amado Jesucristo y, con Él, nos da todos los bienes, nos prepara
para la eternidad, una bienaventuranza infinita en la sociedad de su adorable
Trinidad. Pero hay una cosa que se reserva celosamente, que no quiere ni puede
darnos: es su gloria (Isaías 47,8). Por lo tanto, las cosas no tienen valor más
que en la medida que procuran esta gloria a Dios” (Cf. « Le Christ idéal du
Moine », Maredsous, edición de 1960, pp. 390-391).
“Queridos amigos, la causa de la
confusión, del desorden y del caos, es que nosotros vemos en la Iglesia, desde
el Vaticano II y en la Fraternidad San Pío X actualmente, el abandono, en la
práctica, de esta visión sobrenatural de las cosas y de los hombres. Las
autoridades, en todos los niveles de la Iglesia y de la Fraternidad, parecen
haber olvidado que su fin es el de glorificar a Dios”.
El motu proprio Summorum
Pontificum contribuye a la confusión puesto que promueve y eleva al Novus
Ordo por sobre la Misa tradicional, y el Novus Ordo no
tiene por fin glorificar a Dios, sino que está centrado en el hombre; Religión
del hombre que lamentablemente promueven todos los papas del Vaticano II,
incluido el “añorado” Benedicto XVI y el actual Francisco, quien se caracteriza
por su desprecio por la Misa tradicional y no deja de ofender gravemente a Dios
en cada misa Novus Ordo, sin ni siquiera hacer genuflexión ante las
formas consagradas (pues es de suponer que realiza la consagración).
Decía San Jerónimo: “Si no odiamos
el mal no podremos obrar el bien” (Carta a Rústico, Belén, 411). Por lo
tanto todo el bien que pretendan con la difusión de la Misa tradicional no
alcanzará a glorificar a Dios como se debe en tanto no abracen también la
doctrina tradicional de la Iglesia repudiando los errores y combatiendo a
quienes los promueven y difunden. El católico debe comprender lo que es el
liberalismo. Quien no comprende, como decía Mons. Lefebvre, que si se deja “indiferentemente
a lo verdadero y a lo falso la libertad de obrar públicamente con seguridad
habéis favorecido el error a costa de la verdad”, entonces termina colaborando
con el enemigo al que cree combatir... la primera justicia hacia los espíritus
es favorecerles el acceso a la verdad y precaverlos del error. Es también la
primera caridad: “veritatem facietes in caritate”: En la caridad, hagamos la
verdad. El equilibrismo entre todas las opiniones, la tolerancia de todos los
comportamientos, el pluralismo moral o religioso, son la nota característica de
una sociedad en plena descomposición, sociedad liberal querida por la
masonería.” (Le destronaron. Del liberalismo a la apostasía. La tragedia
conciliar). El motu proprio favorece la dialéctica hegeliana
que apunta en el futuro a derivar de la tesis y antítesis una síntesis
superadora, la que reclama la religión ecumenista del hombre con una misa
acorde para todos, modernistas y pseudo tradicionalistas. El error o engaño del motu
proprio llegó incluso a hacer dudar o engañar a muchos que luego
vieron mejor las cosas. Hoy la posición de la Resistencia católica antiliberal
que continúa la obra de Mons. Lefebvre es unánime al respecto. Y si se combate
contra los liberales que están dentro de la FSSPX, es porque se ha traicionado
la misión de Mons. Lefebvre, quien decía lo siguiente: “El deber más urgente de
sus pastores –que deben enseñarles la verdad- es diagnosticarles las
enfermedades del espíritu, que son los errores (…) Pero, ¡desgraciadamente!,
hay que reconocer que muchos espíritus, aún entre los fieles, o no se preocupan
de instruirse de las verdades o cierran los oídos a las advertencias. Y ¿cómo
no deplorar –como lo hacía ya San Pablo- que algunos de aquellos que han
recibido la misión de predicar la verdad no tienen más el ánimo de proclamarla,
o la presentan de manera tan equívoca que no se sabe más dónde se encuentra el
límite entre la verdad y el error?”. Por ello Mons. Lefebvre no limitaba el
apostolado católico a la “conservación de la Misa tradicional”, sino que no
trepidaba en denunciar los errores que desde Roma se propalaban sobre los
fieles incautos en todo el mundo. El socorro espiritual que vuestra caridad
cristiana ofrece a los fieles cubanos no se pone absolutamente en cuestión, por
supuesto. Sí en cambio, y a ello han apuntado los artículos nuestros, que la
FSSPX que sostiene contactos con vuestra entidad no replique sus errores
liberales y haga comprender la importancia de la doctrina íntegra,
esclareciendo sobre todos estos temas. Hay allí una falta grave a la caridad.
“Cifren su combate en evangelizar, en
salvar las almas, en dar gloria a Dios, no en llevar vidas ajenas”, se nos dice: ello
pretendemos, y tal misión no creemos pueda darse plena si no se predica la
verdad entera, la doctrina íntegra sin componendas con los enemigos de Cristo y
de la Iglesia, lleven el nombre que llevaren y vistan como vistieren. La verdad
católica es para todos. En estos tiempos de diabólica confusión, error y
apostasía, es necesario precaverse contra los lobos disfrazados de corderos,
por eso vale recordar estas palabras:
“Respecto del papa y de la jerarquía,
¿debemos adoptar una actitud de defensa pasiva esforzándonos por conservar la
Tradición y contentándonos con emitir algunas observaciones respetuosas y
discretas, o hay que ser más ofensivos?
CUANDO LA FE está en peligro, tenemos
el deber de hablar para salvaguardar el bien común de la Iglesia. Monseñor
Lefebvre supo practicar la ofensiva: por sus palabras (por ejemplo su
Declaración del 21 de Noviembre de 1974, su conferencia de prensa de diciembre de
1983, sus sermones del 29 de junio en Ecône, etc.) y sobre todo por sus
acciones, continuando con la ordenación de sacerdotes y consagrando obispos a
pesar de la prohibición de la Roma conciliar. Es verdad que desde hace algún
tiempo, este espíritu de combate ha disminuido bastante y esto se muestra muy
dañino: los fieles son cada vez menos firmes, y la Roma conciliar es cada vez
más emprendedora para erosionar y hacer caer la resistencia católica. Hay que
mantener la ofensiva.
(De la “Carta trimestral de los
dominicos de Avrillé Nº 64, Diciembre 2012 /Enero 2013”).
Hoy muchos se sorprenden o escandalizan
ante la arremetida contra los Franciscanos de la Inmaculada y otros grupos que
intentaban sobrevivir guardando cierta tradición dentro de la Roma modernista.
Pero eso no deja de ser un claro ejemplo de que no se reconoce del todo al
enemigo ni se entiende que contra éste hay que mantener la actitud de ofensiva
y no de buscar componendas o pedirle una “libertad” inútil. Es hora de
comprender que el católico que quiere permanecer siendo católico, debe
enfrentarse en un combate a muerte con el gran enemigo de la Religión, con el
gran enemigo que tuvo el mismo Cristo, el más terrible de todos: el Fariseísmo.
Es eso o correr el riesgo de volverse liberal y terminar perdiendo la fe. Como
en tiempos de Nuestro Señor y la Sinagoga, ese enemigo ha llegado en nuestros
tiempos hasta las más altas instancias de la Iglesia. No hay deformación
periodística ni fabulación fantasiosa: es la realidad patente para quien la
quiera ver.
Finalizamos con unas palabras de
Monseñor Lefebvre, ofreciendo nuestras oraciones para aquellos que se han
sentido afectados por nuestra palabra y con la intención de que sean capaces de
abrazar algún día enteramente la Tradición católica, de quien el Arzobispo fue
su baluarte en el convulsionado tiempo moderno:
“En la Iglesia no hay ningún derecho,
ninguna jurisdicción que pueda imponer a un cristiano la disminución de su fe,
todo fiel puede y debe resistir a aquello que afecte su fe, apoyándose en el
catecismo de su niñez. Si se encuentra en presencia de una orden que lo pone en
peligro de corromperla, la desobediencia es un deber imperioso.
Tenemos el deber de desobedecer y de
conservar la tradición porque estimamos que nuestra fe está en peligro a causa
de las reformas y las orientaciones posconciliares. Agreguemos esto: el mayor
de los servicios que podamos hacer a la Iglesia y al sucesor de Pedro es
repudiar la Iglesia reformada y liberal. Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre,
ni es liberal ni puede ser reformado”.
Monseñor Marcel Lefebvre, “Carta abierta
a los católicos perplejos”, Capítulo XVIII.